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Akal / Cine

Director de la colección

Francisco López Martín

Berta M. Pérez

Rompiendo las olas

Una figuración posmoderna de lo trágico

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Diseño cubierta: Sergio Ramírez

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© José Francisco Montero, 2011

© Ediciones Akal, S. A., 2011

Sector Foresta, 1

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Madrid - España

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ISBN: 978-84-460-3603-6

Para Edgar y Tristán

Prólogo

Este libro es un comentario de Rompiendo las olas de Lars von Trier. Toda la primera parte sigue de cerca, linealmente, la narración de la historia de Bess. Comenta sus infortunios y tormentos, su euforia y su dolor, su entrega y su destructividad, su grandeza y su miseria. Comenta el exceso de Bess porque la propia película se dedica exclusivamente, se entrega incluso, a la presentación del carácter excesivo de su «corazón». Este rasgo unifica a las protagonistas de la segunda trilogía de Von Trier, la «Trilogía del corazón de oro». Pero describe también el modo en que él las trata y las retrata.

El exceso, efectivamente, le corresponde de forma señalada a Von Trier y a su obra. Se expresa en su gusto por experimentar los extremos, por poner a prueba las posibilidades de lo que su trabajo le ofrece, las posibilidades del cine. Y delata una concepción que entiende la experiencia, el conocimiento en general, como un viaje a los límites. Este temperamento se puede constatar en toda su filmografía, en sus cortometrajes, en su obra televisiva y, desde luego, en sus largometrajes.

Pero el exceso en Von Trier no constituye únicamente un recurso (formal) para delimitar las posibilidades del cine, sino que es en sí mismo la vía de acceso al conocimiento del hombre, de lo que el hombre puede, es decir, de lo que es[1]. Por eso son provocadoras sus películas, porque tocan el extremo en que se cuestiona la identidad del cine y del hombre; los miran desde ese lugar en el que dejan de ser lo que son, desde ese otro que no les es tan otro, desde el otro que les pertenece y a la vez los cuestiona, miran el cine desde la industria y desde el arte, al hombre desde el animal y desde el dios. Por eso son a la vez crueles y tiernas. Y por eso lo traicionan a él, a su autor, a un tiempo como sádico y como humanista, como místico y como blasfemo.

Todo esto me sugirió la idea de abordar su obra como una tragedia, como una representación en la que el hombre sufre una pena terrible por haber transgredido los límites de lo humano y lo divino.

La segunda parte del comentario dirige la mirada a la primera trilogía de Von Trier, la «Trilogía de Europa», exposición cinematográfica de la tragedia de Europa, de la búsqueda del conocimiento (absoluto) por parte del hombre europeo, y después la vuelve a Rompiendo las olas, la primera película de su segunda trilogía y elaboración de la tragedia de la mujer europea, de la búsqueda del amor (absoluto) por parte de la mujer que la razón del hombre europeo olvida y humilla.

La obra de Von Trier expone sin duda los límites del hombre europeo. De ahí su dureza y su interés, su «éxito» entre nosotros, europeos. Pero también de ahí nuestra repulsa. Von Trier expone los límites del hombre como un europeo: no conmueve como un griego, sino como un moderno, con grandes efectos y grandes bajezas, con provocación y manipulación. Y sin embargo todavía me pregunto si cabe un modo más serio y, a la vez, más afirmativo, más sobrio y justo, de estar a la altura de esos límites, del abismo que ellos abren. En todo caso, tengo la convicción de que la pretensión de Von Trier no consiste más que en encontrar este lugar, un lugar desde donde responder verdaderamente, desde donde corresponder (trágicamente) a su tragedia, a la tragedia del hombre europeo o a nuestra tragedia.

Santa María de Xaviña, Camariñas

Diciembre de 2011

Nota. He de agradecer a Julián Marrades el apoyo que me ha prestado en la elaboración de este estudio. Y a Francisco López sus desvelos y la eficiencia de su trabajo como editor. El amor y el cuidado con los que Edgar Maraguat ha leído y comentado conmigo este texto son para mí inestimables.

[1] En este sentido me atrevo a recomendar la película The Five Obstructions (2003) –en tanto que reflexión de Von Trier sobre el cine y sobre sí mismo– como una estupenda «introducción» a su obra. De forma especialmente patente ilumina al hombre desde el extremo, desde el ideal, de El hombre perfecto (Jørgen Leth, 1967), y a la vez, precisamente por ello, al hombre que es Von Trier desde el otro –el hombre diferente y admirado– que es Jørgen Leth.