Tabla de Contenido

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Pensamiento educativo en la universidad Vida y testimonio de maestros

 

 

 

Fabiola Cabra-Torres

Editora

 

 

 

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Reservados todos los derechos

© Pontificia Universidad Javeriana

© Facultad de Educación

© Fabiola Cabra-Torres, editora

 

Primera edición: abril de 2016

Bogotá, D. C.

ISBN: 978-958-716-923-2

Número de ejemplares: 2000

Impreso y hecho en Colombia

Printed and made in Colombia

 

Editorial Pontificia Universidad Javeriana

Carrera 7 n.° 37-25, oficina 1301

Edificio Lutaima

Teléfono: 3208320 ext. 4752

www.javeriana.edu.co/editorial

Bogotá, Colombia

 

COORDINACIÓN EDITORIAL:

Jhon Mesa Mendoza

Editorial Pontificia Universidad Javeriana

 

DISEÑO EDITORIAL Y DE CUBIERTA:

Boga Cortés y Triana: Yully Cortés y Julián Roa Triana

www.bogavisual.com

 

FOTOGRAFÍAS:

© Julián Mejía Villa

Fotografía padre Alfonso Borrero Cabal, S. J.:

Cortesía Archivo Histórico Javeriano
Fotografía Guillermo Hoyos Vásquez:

© Pastor Virviescas

 

DESARROLLO EPUB:

Lápiz Blanco S.A.S

 

Pensamiento educativo en la universidad . Vida y testimonio de maestros / editora Fabiola Cabra-Torres. -- Primera edición. -- Bogotá : Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2016.

 

404 páginas : ilustraciones, fotos ; 22 cm

Incluye referencias bibliográficas.

ISBN : 978-958-716-923-2

 

1. EDUCACIÓN SUPERIOR - HISTORIA - COLOMBIA. 2. EDUCACIÓN - COLOMBIA. 3. PROFESORES UNIVERSITARIOS - RELATOS PERSONALES. 4. APROXIMACIÓN INTERDISCIPLINARIA EN EDUCACIÓN. I. Cabra-Torres, Fabiola, editora. II. Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Educación.

 

CDD 378 edición 21

Catalogación en la publicación - Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S.J.

inp Abril 04 / 2016

 

Prohibida la reproducción total o parcial de este material, sin autorización por escrito de la Pontificia Universidad Javeriana.

AGRADECIMIENTOS

La realización de este proyecto contó con el apoyo de varias personas a quienes queremos agradecer su generosidad y entusiasmo para llevar a cabo esta obra que ofrecemos a la comunidad universitaria del país.

Al equipo proponente de la Facultad de Educación, que contribuyó a construir la idea principal del proyecto: José Guillermo Martínez Rojas, decano 2014-2015; Luz Marina Lara Salcedo, directora del Departamento de Formación; Jorge Zárate Durán, secretario de la Facultad; Fanny Blandón Ramírez, profesora del Departamento de Formación, y Andrea Santamaría, licenciada en Pedagogía Infantil, quien colaboró con el desarrollo del proyecto en sus diversas etapas, pero, especialmente, como asistente durante el proceso de entrevistas, transcripción y corrección de los textos.

A Jaime Parra Rodríguez, director del Centro para el Aprendizaje, la Enseñanza y la Evaluación, quien asesoró el proyecto desde sus inicios.

A Eduardo Alfonso Rueda Barrera, director del Instituto de Bioética, por su apoyo en la elaboración de la semblanza in memoriam de Guillermo Hoyos Vásquez.

A los doce profesores que nos colaboraron en la realización de las entrevistas y revisión de los guiones. Ellos son Luis Ignacio Sierra Gutiérrez, Susana Becerra Silva, Ricardo Delgado Salazar, Liliana Ramírez Gómez, Juan Antonio Cuéllar Sáenz, Fanny Blandón Ramírez, Jorge Alberto Zárate Durán, Carlos Julio Cuartas Chacón, María Adelaida Farah Quijano, Sandra Milena Quijano Gómez, Jaime Parra Rodríguez y Martha Inés Solano Murcia.

A los profesores Fanny Blandón Ramírez, Félix Antonio Gómez Hernández y Simeón Moreno Ortiz, por el apoyo en la revisión de algunas de las entrevistas.

Así mismo, expresamos nuestro agradecimiento a las estudiantes de la Licenciatura en Pedagogía Infantil por su apoyo en la búsqueda de información: Luisa Méndez Melandro, Manuela Correa Gómez, Daniela Forero Rivero, Laura Castro Fajardo y Zarai Peña Rodríguez, así como al trabajo de revisión de textos de Carolina Morales Ramírez.

PRESENTACIÓN

Hablar de una persona es hablar de su vida, de sus pasos y trayectoria, de sus decisiones; y cuando su labor ha estado especialmente vinculada con la educación, el relato queda referido necesariamente a una vida magisterial, es decir, a la de un maestro que ha sido reconocido por sus alumnos y sus colegas.

Este es el tema del libro que el lector ahora tiene entre sus manos y que es fruto de una valiosa iniciativa de nuestra Facultad de Educación. En él se puede apreciar la huella que han dejado en la Pontificia Universidad Javeriana catorce insignes profesores, dos de ellos fallecidos en la última década. Con sus cátedras, estudios y publicaciones, todos ellos han sobresalido en un campo particular del saber. Sus vidas han trascendido porque sus nombres son conocidos; sus textos, citados y, sobre todo, sus enseñanzas, recordadas.

Consagrarse a la universidad, al magisterio, constituye una de las opciones más nobles de una persona; pues, con su esfuerzo y bajo su guía, la cultura y el saber se aquilatan, las nuevas generaciones se preparan y la sociedad se forja un futuro promisorio.

Disfrutemos, entonces, del testimonio ofrecido por las cuatro profesoras y los diez profesores que desde estas páginas nos hablan de una vida magisterial que se confunde con la de nuestra universidad. Su testimonio, sin duda alguna, ayudará a la reflexión sobre el quehacer académico. A ellos, nuestro reconocimiento y gratitud.

 

JORGE HUMBERTO PELÁEZ PIEDRAHITA, S. J.

Rector

Pontificia Universidad Javeriana

PRÓLOGO

El Proyecto Educativo de la Pontificia Universidad Javeriana señala tres criterios que caracterizan un modo de vivir pedagógicamente la vida universitaria: la comunidad educativa, la relación profesor-alumno y el diálogo.

El núcleo de la Comunidad Educativa Javeriana es la relación profesor-alumno. Las demás relaciones que forman el saber, las personas y sus entornos son también constitutivas de la misma. Todas se enmarcan en un concepto de la educación entendida como reciprocidad comunicativa, producción corporativa del saber y praxis autoformativa según la especificidad de cada estamento universitario. 04

La Comunidad Educativa Javeriana crece, se desarrolla y consolida mediante la participación de todas las personas y estamentos de la Universidad. El pluralismo ideológico y el ecumenismo religioso tienen cabida en ella. Procura que todos participen pensando y actuando, no que todos piensen y actúen de la misma manera. En este contexto de participación, el diálogo es práctica determinante de la cultura organizacional de la Universidad Javeriana. 05

Cuando estos principios se llevan a la práctica, surge con frecuencia la inquietud sobre la responsabilidad del aprendizaje estudiantil: ¿es esta del profesor o del mismo alumno? En la tradición educativa, se han señalado tres tipos de modos de concebir la enseñanza en términos de las responsabilidades didácticas: la enseñanza en primera persona, en la que generalmente el docente presenta el conocimiento académico y la responsabilidad del aprendizaje es del alumno; la enseñanza en tercera persona, en donde el aprendizaje del alumno depende de las habilidades del enseñante y la responsabilidad recae sobre el docente. Y la enseñanza en segunda persona, denominada dialogante, en donde la responsabilidad del aprendizaje es compartida entre profesores y alumnos. En la Universidad Javeriana el Proyecto Educativo guía al conjunto de profesores hacia un proceso pedagógico de carácter dialogante (enseñanza en segunda persona).

La interacción educativa entre maestros y estudiantes no está desprovista de las tensiones y conflictos propios de todas las relaciones humanas. Los maestros dominan con solvencia un conocimiento académico, mientras que los estudiantes deben apropiarse de ese saber valiéndose de todas las ayudas educativas posibles. El estudiante es una persona que necesita apoyos pedagógicos para buscar el conocimiento, en cambio, el profesor aparentemente no requiere de los estudiantes para dominar su experticia. El profesor posee una autoridad ligada al saber que está ausente en el estudiante. Existe un desequilibrio de autoridad intelectual. Sin embargo, la autoridad académica no implica un ejercicio de poder en el saber que elimine la voz del otro. El maestro puede demostrar el conocimiento académico que el posee, pero su autoridad fundamental está dada por la manera como configura un diálogo alrededor del conocimiento. Los profesores crean las condiciones del diálogo, no por su manejo técnico de la instrucción, sino por sus modos de ser enseñantes.

La enseñanza dialogante es un modo de vivir en una comunidad educativa que pone a los maestros y estudiantes en un lugar más importante que a las técnicas de la instrucción. El diálogo caracteriza los modos de vivir universitario, de tal manera que no es posible la promoción de una democracia institucional fuera de él.

La esencia de una comunidad educativa está en el intercambio no monetario entre personas, en las acciones que compartimos porque nos preocupamos por los otros y por el bien social. Nos referimos al respeto, la tolerancia, la confianza y la formación compartida que se manifiesta en un diálogo continuo, cuyo suministro es ilimitado, pues es fruto de la expectativa de que el propio interés esté conectado con el interés de los otros. Una comunidad educativa se configura por la preocupación de los maestros por el bien formativo de sus estudiantes y por la admiración de los aprendices por la voz de los enseñantes.

En este diálogo tiene lugar la formación y se constituye el núcleo de la comunidad educativa que irradia un sentido pedagógico en todos los miembros de la comunidad.

Pensamiento educativo en la universidad. Vida y testimonio de maestros está construido a partir del diálogo entre maestros, en el cual se refleja una manera consistente de hacer pedagogía universitaria. Los principios de comunidad educativa, las relaciones entre profesores y estudiantes y el valor del diálogo impregnan las palabras de cada capítulo y reflejan la generosidad pedagógica de sus protagonistas y las preocupaciones por el discípulo y por la constitución de una comunidad educativa de espíritu democrático.

En este libro se encuentran grandes maestros que enseñan con inmensa sabiduría el significado de ser un maestro por elección de vida, en el más genuino sentido javeriano. En ellos, esta obra encuentra su razón de ser y se convierte en fuente de inspiración para quienes, siguiendo su ejemplo, asumen permanentemente el valor de la pedagogía como modo social de perdurar en las palabras y a través de los discípulos.

 

ING. LUIS DAVID PRIETO MARTÍNEZ

Vicerrector académico

Pontificia Universidad Javeriana

PREFACIO

La idea del libro Pensamiento educativo en la universidad. Vida y testimonio de maestros nació, hace poco menos de un año, en la Facultad de Educación, como una estrategia para recuperar una de las pasiones ligadas a la educación: la docencia como pasión inherente a todos aquellos que ejercemos este oficio no solo como una labor, sino como opción de vida.

La intención desde el inicio del proyecto fue buscar los medios que nos permitieran reconocer a aquellos profesores que han hecho de la docencia algo excepcional, y que se pueden distinguir en la comunidad javeriana por la gran maestría con la que han logrado impactar en las prácticas pedagógicas, administrativas e investigativas de la Universidad. Su aporte a lo largo de su trayectoria académica ha adquirido unas formas no solo propias y auténticas, sino fundamentalmente destacadas y significativas, razón por la cual consideramos importante darlas a conocer.

En esa búsqueda, fue necesario reunirse con varios directivos y profesores de la Universidad Javeriana, quienes conocen con propiedad muchas de las facultades. Como era previsible, el listado de docentes que surgió de esta consulta fue muy amplio. Por eso nos vimos obligados a realizar diversos encuentros con el equipo de trabajo para establecer los criterios que permitieron reconocer a los catorce maestros que distinguimos en este homenaje. No pudimos incluir a todos los nominados, pero esperamos que en el futuro podamos continuar con este proyecto, para que poco a poco se puedan reconocer a todos esos insignes docentes que, con pericia y total entrega, han construido un modo propio de ser y proceder en la Universidad, imprimiéndole a su servicio educativo una impronta que perdurará y nos permitirá cartografiar algunas de las características, acciones y propiedades más significativas que hoy demuestran que es posible alcanzar el magis ignaciano desde el quehacer docente.

Para la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Javeriana la sistematización de la prácticas docentes destacadas es uno de los primeros pasos que debemos dar si queremos empezar a rescatar el papel que la educación y la docencia universitaria tienen en la sociedad, ya que juegan un rol preponderante en los procesos formativos de los estudiantes, de los profesionales y, en últimas, de las futuras generaciones de colombianos que la Universidad forma cada año. De ahí que el interés de la Universidad no sea que sus egresados se vayan solo con una profesión o una especialización en un campo disciplinar, sino que se comprometan con el ideal de ser ciudadanos y sujetos que contribuirán a la construcción de la sociedad civil.

Solo dándole un lugar privilegiado a estas prácticas, que son únicas en cada uno de los campos y disciplinas del saber, legitimaremos nuevas formas de ser, de pensar lo pedagógico, de sentir la docencia y de proceder en el campo educativo, que heredaremos a la comunidad académica interesada en la educación y la pedagogía. Para nuestra Facultad, rendir este homenaje es la manera más efectiva de crear una estrategia que haga posible que los demás docentes de la Universidad, y fundamentalmente quienes inician su proceso formativo como futuros docentes o quienes llegan a los programas de posgrado para cualificarse puedan ver en esta memoria lo que han hecho quienes nos preceden en esta misión y vocación de servicio.

Finalmente, es importante agradecer y reconocer el apoyo que desde el gobierno general de la Universidad recibimos en la Facultad para realizar este proyecto. Agradecemos especialmente al padre rector Jorge Huberto Peláez, al ingeniero Luis David Prieto Martínez, vicerrector académico, y a la doctora Catalina Martínez, vicerrectora administrativa. Sin su apoyo y sin la coordinación y edición de la profesora Fabiola Cabra-Torres, así como de Nicolás Morales Thomas de la Editorial Pontificia Universidad Javeriana, no habríamos cristalizado esta idea.

JOSÉ GUILLERMO MARTÍNEZ ROJAS

Decano 2014-2015

Facultad de Educación

Pontificia Universidad Javeriana

INTRODUCCION

PROFESORES Y SENTIDOS DE LA CARRERA MAGISTERIAL

El importante papel que desempeñan los profesores en la construcción de universidad y cómo lo hacen desde el sentido que le atribuyen a la docencia, a las relaciones con los estudiantes y a la enseñanza de las disciplinas, se constituyen en los temas centrales de este libro. En sus páginas se registran experiencias, deseos y proyectos de un grupo de profesores que han hecho de esta universidad su casa: lugar privilegiado de la formación humana, la búsqueda incesante del conocimiento y escenario propicio para la construcción de país.

Este volumen tiene su origen en el proyecto de la Facultad de Educación Vida y Pensamiento Educativo de Maestros y Maestras Universitarios, con el cual se pretende reconocer, comprender, sistematizar y reflexionar sobre las prácticas docentes universitarias, a partir de un ejercicio de narración de trayectorias biográficas. Se trata de un proyecto a largo plazo para pensar la docencia e investigar sobre ella.

Con este propósito, se realizó un ejercicio de aproximación al pensamiento educativo que subyace a la práctica docente de un grupo de profesores y profesoras javerianos con una amplia y reconocida trayectoria, a fin de explicitar su valor pedagógico y social, así como el aporte institucional desde su carrera magisterial en la Universidad.

Los maestros y maestras que reciben homenaje en esta publicación han consagrado una buena parte de su vida a la enseñanza universitaria —entre 20 y 50 años—; son reconocidos por la comunidad por su contribución a la formación de diversas generaciones de estudiantes javerianos en distintas disciplinas del conocimiento, así como por su aporte a la Universidad y al país; tienen un fuerte compromiso con la comunidad académica y no solo con la labor exclusiva en el aula; han trabajado en iniciativas curriculares de gran envergadura, y lograron impactar —tanto con su actividad docente, como, en algunos casos, desde roles administrativos— al medio universitario y a la política educativa del país.

Hemos querido acudir a la memoria y a la conversación con profesores y profesoras a fin de recuperar la dimensión emotiva, histórica, reflexiva y existencial de las prácticas docentes, así como su carácter constructivo y transformador. Para ello ha sido fundamental encontrarnos con un grupo de docentes con amplia disposición tanto para el diálogo como para narrar los distintos aspectos que configuran su pensamiento educativo, explicitar sus ambiciones, sus logros y también sus frustraciones.

Atendiendo a la diversidad de formas de reconocer la carrera magisterial universitaria, decidimos tomar distancia de los formatos convencionales para valorar la docencia, porque excluyen los diversos modos de ser profesor, la generación de memoria y reflexión y dejan fuera las experiencias, los acontecimientos y los repertorios culturales que dotan de sentido a la vida en la Universidad. Reconocemos en la complejidad de este ejercicio que no se busca generalizar, sino comprender las prácticas docentes en su historicidad e integración de pensamiento y acción.

La indagación se basó en la elaboración de guiones temáticos orientados a explorar las influencias significativas en sus biografías personales; los cambios que han experimentado en las disciplinas que enseñan, sus aportes a las mismas y sus trayectorias intelectuales; la relación con nuevas generaciones de estudiantes; el sentido que les atribuyen a la docencia como profesión y vocación, y algunas de sus preocupaciones sobre el futuro de la universidad en cuanto institución formadora, orientada a la investigación y a la transformación social.

Como estrategia de comunicación, se propuso la realización de entrevistas en profundidad por un grupo de profesores, también ampliamente reconocidos en la comunidad javeriana, que pertenecieran a campos de conocimiento afines a los de los entrevistados, con el fin de establecer un diálogo auténtico de maestros a maestros. La entrevista, como encuentro privilegiado, se constituyó en el espacio de apertura a la construcción de un relato en el que entrevistados y entrevistadores transitaron por caminos ya recorridos pero renovados por la memoria activa y la resignificación de las vivencias. La edición de las 12 entrevistas realizadas y de dos homenajes póstumos constituye el contenido principal de este volumen.

Los maestros y maestras que reciben homenaje son:

Padre Alfonso Borrero Cabal, Guillermo Hoyos Vázquez, padre Gerardo Remolina Vargas, padre Alberto Parra Mora, Ángela María del Rosario Calvo de Saavedra, Cristo Rafael Figueroa Sánchez, Luis Bernardo Peña Borrero, Guillermo Gaviria León, Omayra Parra de Marroquín, Bernardo Gaitán Mahecha, Edelmira Pérez Correa, Susana Fiorentino Gómez, Carlos Eduardo Vasco Uribe y Luis Hernán Santacruz Oleas.

Reflexiones que configuran la vida y el pensamiento educativo de los profesores universitarios

Para invitar a la lectura del libro, a continuación se presentan algunas de las reflexiones que inspiran el quehacer docente de los distintos entrevistados. No se pretende hacer una presentación completa, y menos aún exhaustiva de las maneras como han llegado a ser profesores ni de sus experiencias concretas en la enseñanza de las disciplinas; solo se quiere aludir a algunos aspectos que consideramos fundamentales y significativos para avanzar en una reflexión sobre las trayectorias docentes, su dimensión humana y su valiosa e innegable contribución a la construcción de universidad.

Influencias significativas en su historia personal

Se ha querido acceder a aquellas personas o acontecimientos que tuvieron una influencia importante en la vida de los profesores entrevistados y que, de alguna manera, incidieron en sus motivaciones para incursionar en la docencia y en los campos de conocimiento en que se especializaron. Los primeros acercamientos a la docencia tienen su origen en la niñez y la juventud; ubicándose, en algunos de ellos, en la familia: padres, abuelos y hermanos, los maestros naturales más cercanos a la génesis de intereses y al descubrimiento de los propios talentos.

Al mismo tiempo, como profesores han aprendido observando y escuchando, y estando muy cerca de maestros memorables. Cuando relatan las experiencias vividas con esas personas, sobresalen una serie de virtudes y vínculos que dan cuenta del conocimiento profundo y la sensibilidad moral de aquellos a quienes consideran influencias definitivas en su historia personal. En las narraciones manifiestan este tipo de afirmaciones:

Marcó todo mi camino.

Hizo que me decidiera por trabajar en ciencia.

Me marcó profundamente, tanto desde el punto de vista filosófico como teológico.

Lo que da cuenta de la influencia perdurable que maestros memorables ejercen sobre grupos de estudiantes y la forma como estas experiencias pasadas impactan hoy en la reconstrucción y resignificación de las propias prácticas.

Dado que la relación educativa está mediada por el conocimiento, se resalta en aquellos maestros que los marcaron una capacidad profunda de comunicar lo que sabían, su dominio del contenido y su capacidad para favorecer la comprensión. Al respecto expresan lo siguiente:

Su pensamiento es [...] sumamente rico y aplicable a varios campos y actividades del ser humano.

Entre los muchos aprendizajes que se obtienen en el contacto con maestros memorables, uno de estos tiene que ver con la existencia de una relación educativa que trasciende la transmisión de conocimientos y se da en el plano de la sensibilidad moral. Se trata de cualidades que van más allá del conocimiento y la experticia, como se puede observar no se limitan al campo de saber:

Muy cercano a los estudiantes y trabajador incansable.

Generoso con el conocimiento.

Persona amorosa, que me impulsaba y acompañaba en mi interés por regresar al país para que aplicara lo que estaba aprendiendo allá.

Su calidad de alma hacía que uno pudiera recibir acalorados regaños en medio de seminarios y discusiones y después despedirse con su inolvidable sonrisa y un beso cariñoso.

Esa cualidad suya, su lealtad irrestricta, fue muy especial para mí.

La recuperación de estas evocaciones permite reconocer la dimensión moral de la enseñanza, así como su sentido epistemológico tal como lo planteó originalmente Gary Fenstermacher1. Desde una perspectiva moral, se trata de actitudes y rasgos humanos admirables de aquellos maestros que perviven en la memoria de los profesores entrevistados.

Enseñanza, vocación y amistad

En una de sus conferencias magistrales, Alfonso Borrero Cabal, S. J., planteaba la diferencia sustancial entre el profesor y el maestro: "el profesor transmite la información de una disciplina científica de manera limpia y puntual y el maestro enseña lo que sabe y va más allá de la pedagogía y hace de su ser un discurso formativo"2. Los entrevistados recrean estos sentidos desde su propia vida en la universidad y su contacto amplio y prolongado por varios años con la enseñanza, los estudiantes y el medio universitario.

Según los testimonios, la enseñanza universitaria tiene que ver con la vocación para enseñar más allá de los diplomas que la acrediten y, en especial, con una "vocación educativa", que no se manifiesta en la acumulación de conocimientos, en erudición o técnicas, sino a través de la persona misma:

Una vocación de comunicar lo que sabe, pero sobre todo lo que uno mismo es.

Es querer a los estudiantes, dándoles con afecto [...] lo mejor que uno tiene como persona, como intelectual, como científico.

La enseñanza implica, igualmente, una vocación universitaria a la que subyace una idea de formación humana. Esta idea, que inspira y dota de sentido transformador a la práctica docente, se manifiesta en el rechazo a toda educación bancaria y deshumanizante:

Educar es humanizar y personalizar [...]. Hasta que el educando no lea sus contextos será siempre un oprimido, comenzando por la opresión del textualismo que arroja por resultado una pura y simple educación distractora, bancaria como la llamó Freire.

Se trata de vivir en la cotidianidad esa idea de que la formación es un espacio en el que, discutiendo y conversando con otros, se van aclarando ideas y se va configurando la autonomía personal y pública.

Si bien la enseñanza universitaria se despliega especialmente en relaciones con el conocimiento, en una vocación por la búsqueda de la verdad, tiene que ver ante todo con el encuentro con el otro; emerge como una relación de alteridad que se enfoca, a su vez, en el acto de compartir, y ahí es donde se crean lazos de amistad académica y de afecto:

Tiene que ver con la pasión por el saber, pero también con esa pasión por el encuentro con el otro.

[Es una] forma de compartir con otros, más que unos cuantos conocimientos, mi pasión por aprender.

El estudiante aprovecha y aprende verdaderamente en la medida en que se establece con él una relación de tipo interpersonal, ojalá de amistad, en la cual estudiante y profesor van creciendo juntos.

El sentido de mi existencia está [...] en el contacto con los jóvenes.

Se trata de orientar, de mostrar caminos posibles y de compartir.

La enseñanza universitaria contiene en sí misma diversos estímulos para seguir aprendiendo, por ello constituye una práctica reflexiva y abierta al descubrimiento; para algunos profesores el estímulo más prominente está en contar con los jóvenes en cuanto interlocutores como actores fundamentales en la búsqueda del conocimiento y como "estímulo excepcional para el acontecimiento del pensar". Conlleva a tener presente la amistad en medio del diálogo, del disenso y la problematización sobre cosmovisiones que plantean contradicciones y tensiones.

El encuentro con el otro supone, además, una postura ética, ya que la reflexión sobre sí mismo nunca excluye al otro, sino que necesariamente conlleva el hecho de hacerse responsable de las mediaciones y el lenguaje que tejen las relaciones con los estudiantes. Por ello, ser maestro es asumir un compromiso con los otros, crear vínculos de confianza y propiciar relaciones basadas en la construcción de autonomía intelectual de manera generosa. Ser generoso constituye, a la vez, un valor y una actitud moral, "un verdadero maestro es generoso con sus referencias, con su tiempo, con su clase".

Como rasgos de carácter esencial del profesor universitario se destacan el contagio de la pasión por el conocimiento, la investigación y la escritura de sus hallazgos, así como la producción intelectual, preferiblemente en una relación de proximidad con los estudiantes. Dicha relación no se reduce a un encuentro asimétrico, sino que deviene en diversas formas de acompañamiento que propician el espíritu crítico y la investigación:

Los muchachos no pueden llevarse a la casa un cuaderno de apuntes con conceptos que se tienen que aprender; se deben llevar estructuras de pensamiento críticas y analíticas que les permitan afrontar situaciones diversas y buscar soluciones en el ejercicio diario de su profesión.

Uno puede aprender por cuenta propia —y más hoy en día— todo lo que se quiera, pero los oficios que enseñan los maestros, como el oficio de la investigación, solo lo enseñan ellos, no lo enseñan los libros.

Finalmente, algo que caracteriza a la docencia, según los relatos de los profesores, es la conciencia de las limitaciones y las frustraciones que se experimentan en el escenario de la enseñanza, pero también de lo posible y probable que se abre en los nuevos proyectos; por ejemplo, al "tratar siempre de empezar nuevas aventuras intelectuales" para mantenerse espiritual e intelectualmente activos. Por eso se considera que, "enseñar es muy difícil, hasta a los grandes maestros los ve uno cometer grandes errores".

En cuanto a las frustraciones, estas están asociadas con el compromiso que ellos tienen con las posibilidades de incidir en la vida de los estudiantes, con el futuro de la enseñanza y la ética de las profesiones:

Creo que las frustraciones que experimento van ligadas a aquello que todo maestro ha sufrido: la sensación de arar en el mar y edificar en el viento.

Me frustro cuando no percibo que he llegado a tocar la fibra crítica de los estudiantes.

Uno no ve el efecto de esto en sus maneras de ver la vida o de comprometerse con la literatura.

Ver que muchos estudiantes y egresados que pasaron por las universidades en las que he sido profesor se han visto implicados en una cantidad de líos, cometiendo delitos y metidos en la política... ha sido frustrante.

Esta dimensión existencial y afectiva lleva a comprender cómo el pensamiento pedagógico de los profesores entrevistados se generó autoimponiéndose desafíos, experimentando dudas y desazón, siendo conscientes de las búsquedas y de las incertidumbres; pero, sobre todo, de las convicciones. Como se señala en los testimonios: "nuestras convicciones han de tener una fundamentación profunda, y es a eso a lo que son llamados los miembros de una comunidad universitaria".

La relación con nuevas generaciones de estudiantes

La educación se puede definir como un encuentro entre generaciones caracterizado por la diferenciación de roles y trayectorias vitales. Para los profesores, los jóvenes que arriban a la universidad someten a prueba los repertorios docentes y desafían su práctica pedagógica de formas inesperadas pero siempre en un sentido constructivo:

La experiencia docente con muchas generaciones es de las cosas más importantes en el crecimiento de uno como profesor.

En la medida en que los estudiantes demandan otras estrategias pedagógicas, los profesores tenemos que ir descentrando o descanonizando nuestro propio saber.

En cuanto a algunos cambios percibidos, se observa que los estudiantes llegan cada vez más jóvenes a la academia (en algunos casos con menos de 18 años); tienen una relación empática con las tecnologías que sus docentes no han alcanzado y, en general, están siendo afectados por las formas de vida globalizada:

Serán competentes para manejar un computador con una fluidez que yo nunca tendré, lo reconozco.

Los estudiantes que nos llegan hoy vienen con el clic no solamente de los medios, de internet, del mundo virtual, de los efectos del conocimiento globalizado, sino que nos enseñan nuevos caminos.

Los jóvenes nos llevan años luz en el manejo de tecnologías y dispositivos que son cada vez más sofisticados, autosuficientes y veloces. Los jóvenes son tremendamente rápidos, y a todos nos pasa (por lo menos a los de mi generación) que nos volvemos alumnos de nuestros hijos cuando ellos tienen paciencia de enseñarnos. [...] Pero percibo a los jóvenes tan conectados y dependientes, que es un desafío de la educación poder definir qué y cómo aportar en su proceso de crecimiento humano y profesional.

Por otro lado, algo que se percibe en los nuevos estudiantes es que adolecen de fallas en su formación preuniversitaria, especialmente en sus conocimientos de la historia de Colombia y en sus hábitos de lectura y escritura académica:

La historia de Colombia fue proscrita de los pénsums de estudio de bachillerato hace más de 25 años, ya no se enseña historia de Colombia, me parece que eso tiene un efecto lesivo indudable.

La mayor dificultad para los maestros es que la cultura de la lectura y la escritura ha decaído tremendamente, encontramos que a los estudiantes que llegan hay que enseñarles el abecé de la expresión con sentido en su propia lengua y se gasta mucho tiempo en ello.

De igual manera, se percibe que algunos estudiantes están guiados por un enfoque inmediatista y utilitarista del aprendizaje, que pone en tensión permanente a las prácticas de búsqueda y apertura a lo nuevo:

Hoy la construcción del conocimiento, basada en la búsqueda libre y en la incertidumbre, no se admite tan fácilmente. Los estudiantes necesitan con relación a cualquier conocimiento que se comparta, que les digas cuál les sirve, para qué, en dónde y punto. Es una lástima, porque se invierte una buena cantidad de tiempo tratando de quitarles la idea de inmediatez y por liberarlos del activismo y utilitarismo.

Hoy en día los estudiantes están mucho más interesados en el resultado inmediato de lo que están recibiendo en el aula.

Pero, ante estos cambios percibidos en su relación con las nuevas generaciones, el estudiante es caracterizado por su curiosidad y talento natural, aunque con un capital cultural enmarcado en nuevas prácticas comunicativas y exceso de información, de modo que se plantea que "los saberes de los estudiantes tienen que ser aprovechados para afinarlos, recontextualizarlos o fortalecerlos según cada caso". Este entrecruce de generaciones implica, por ello mismo, incursionar en procesos de construcción colectiva y de divergencia, ya que "la riqueza cultural que traen a la universidad [los estudiantes es] muy diferente y muy diversa de la del profesor".

En este nuevo espacio pedagógico, se retoman algunas apuestas necesarias: por un lado, la sinceridad del profesor ante dinámicas y preguntas que no puede resolver en el aula de clase; así mismo, el impulso a la construcción colectiva del conocimiento mediante el contraste de distintas fuentes de información para construir soluciones a las problemáticas planteadas y, finalmente, la formación integral traducida en la vida diaria, de modo que se propicien interacciones en las que se enseña a trabajar juntos y se promueva que "el estudiante no está para competir con su vecino y rechazarlo", sino para aprender y construir conocimiento juntos, con el objetivo de que las experiencias formativas redunden en la construcción de país, desde una noción de convivencia y cuidado del otro.

Esta mirada a los jóvenes no implica, en realidad, una crítica a su nueva subjetividad, sino a las deficiencias de los sistemas educativos y sus experiencias formativas previas, dado que no educan en las nuevas formas de aprendizaje basadas en la incertidumbre y en la creación de mundos posibles, o no contribuyen a formar ciudadanos con conciencia de la propia historia. Hoy más que nunca se comprende que la juventud tiene una sensibilidad especial para captar y resignificar las demandas de los cambios de su tiempo, al igual que para manifestar resistencias inéditas y creativas.

Compartir lo que se investiga y enseña: el diálogo con otros saberes

Pensar la enseñanza y la investigación a la luz de la formación en la educación superior resulta ser un tema de interés para la pedagogía universitaria, en la medida en que se tematizan una serie de relaciones con el conocimiento y con la idea de formación integral. De las actividades propias del profesor universitario se destaca la de pensar la formación en clave de comunidad educativa: en una relación pedagógica que pone en su centro a la persona que conoce, al conocimiento y al contexto en que se produce.

Ser profesor universitario implica desarrollar en todo su sentido y amplitud el logos; es decir, el discurso reflexionado, razonado y fundamentado. De acuerdo con algunos testimonios, en el contexto de la Universidad Javeriana, el seminario como dispositivo para poner en común el conocimiento ha sido uno de los escenarios privilegiados para formar y formarse:

Una de las preocupaciones que teníamos era lograr compartir de alguna manera lo que estábamos investigando y enseñando. Creo que eso se logró bastante, especialmente a través del Seminario de Profesores. Este seminario fue una innovación y algo muy valioso.

En mi Facultad había una cosa que tristemente no hace mucho se perdió y que nos formó a todos: el Seminario de Profesores de Filosofía. Eso fue una institución.

De igual manera, el seminario alemán ha constituido una de las mediaciones más exquisitas de la formación en las ciencias sociales y básicas, por ello se señala que "si alguien en posgrado no ha hecho seminarios teóricos con la metodología estricta del seminario alemán, se ha perdido de mucho", puesto que sigue siendo la mejor manera de aprender, y constituye un verdadero reto intelectual que involucra, entre otras cosas, preparar profundamente la lectura de textos, presentarla, hacer preguntas y entrar en una discusión razonada para llegar a nuevas inferencias y cuestionamientos.

Una de las prácticas que relatan los profesores entrevistados es la de poner en común los diversos programas que se desarrollan para ofrecer una formación más consistente y bien planteada a los estudiantes:

La investigación tiene que estar articulada a la docencia, como parte de la difusión de resultados, pero especialmente como fuente de retroalimentación de los contenidos docentes.

Uno no puede ser docente si no está generando conocimiento, porque ir a repetir un libro o quedarnos en el tablero no es interesante ni constructivo.

No concibo un profesor universitario si no está al mismo tiempo investigando, escribiendo y enseñando, siempre con estudiantes a su lado, con estudiantes que quieran aprender más y más y que tengan madera para crear escuela.

Algunos de los profesores entrevistados aluden a que lo importante en la práctica docente es enseñar a aprender y a investigar y se distancian de modelos en los que el currículo se centra en contenidos disciplinares sin promover sensibilidad social y ciudadana:

Si quisiera resumir entonces mi papel como educador, podría decir que yo no les enseño conceptos, les enseño a aprender. Los estudiantes tienen el deber de ser responsables de su propia formación y ejercer esa responsabilidad siguiendo de manera crítica el espíritu investigativo de sus profesores. La investigación no es deber únicamente del profesor universitario, sino también del estudiante.

Me parece muy importante en la formación de cualquier persona que se abra al acervo cultural global para adquirir perspectiva cosmopolita. Considero que las artes y las humanidades son el dispositivo de una formación genuina para la ciudadanía.

En el modelo de universidad humboldtiana, la docencia y la investigación van de la mano en un diálogo natural, la formación implica la constitución de sujetos críticos y reflexivos formados mediante la ciencia. Como se sabe, la importancia de la actividad investigativa como apoyo a la enseñanza radica en que el profesor no solo debe manejar un saber para comunicarlo a sus estudiantes, sino que se ha de enfrentar a exigencias de validación de lo investigado y al juicio de pares; este dispositivo favorece, ciertamente, que su práctica docente sea una experiencia más cualificada:

Son mejores profesores los investigadores, casi siempre, casi siempre porque la generación de nuevo conocimiento retroalimenta permanentemente la cátedra. Cuando no hay nuevo conocimiento, el conocimiento se vuelve repetitivo, entonces se traslada el conocimiento de todos los demás —y se puede ser muy buen transmisor de conocimientos—, pero enseñar y enseñar a investigar solo se hace con investigadores.

Investigación que no se publica no existe [...] es una publicación científica evaluada por pares, lo demás es el comité de aplausos mutuos. Considero que conocimiento que no se asocia con publicaciones no existe, es un conocimiento para los anaqueles. El conocimiento es para socializarlo y la socialización se hace fundamentalmente a través de publicaciones de distinta índole.

En la actualidad, la investigación se relaciona con los estímulos a la producción intelectual y su respectiva publicación en las universidades; de acuerdo con algunos testimonios, no obstante, esto no siempre ha sido así. Para la docencia que se identificaba plenamente con la misión de enseñar, se publicaba para ampliar los horizontes de comprensión de los estudiantes y el acceso al nuevo conocimiento, a partir del trabajo sistemático de indagación de un profesor, por ejemplo en filosofía, mediante la traducción de autores antiguos. Las formas actuales de valoración de la publicación generan críticas frente a la manera en que la investigación es reconocida y avalada por puntajes.

Los maestros publicaban sobre sus temas de trabajo y, sobre todo, pensando en los estudiantes.

No puedo, como docente, hablar de nada en la universidad si no he investigado a fondo las temáticas tratadas, otra cosa es que por eso te den puntos.

En este contexto, una de las funciones sociales que debería desempeñar la universidad es contribuir a la discusión pública sobre producción intelectual, y así ampliar la transferencia de conocimiento a través de investigaciones que se lideran en los campos de formación de las profesiones. En uno de los testimonios en enfatiza justamente lo siguiente:

Buenas publicaciones reflejan un sistema de ciencia y tecnología sano y robusto, con resultados científicos o reflexiones sociales y académicas dignas de servir como documentos de consulta de los gobiernos para la toma de decisiones.

Finalmente, uno de los males ya ampliamente identificados que aqueja a la formación en la universidad es la estrechez que va sufriendo el currículo a partir de visiones marcadamente tecnocientíficas y empresariales; no obstante, los recurrentes debates sobre la interdisciplinariedad y la ciudadanía cosmopolita, como lo plantea Martha Nussbaum3, alertan acerca del distanciamiento y falta de entendimiento recíproco entre la cultura científica y la humanista, reflejados en la educación actual de nuevas generaciones.

Esa ruptura e inexistencia de puentes de comunicación entre las ciencias y las humanidades, junto con la escasa interdisciplinariedad, son consideradas en los debates contemporáneos como los principales inconvenientes para la resolución de los complejos problemas mundiales. Los profesores entrevistados no son indiferentes a estas discusiones y su relación con la academia. Son temas de coyuntura que la Universidad Javeriana ha venido analizando en distintos escenarios académicos y de planeación:

El trabajo interdisciplinario no es fácil, exige en las personas una conversión intelectual no solo de mente, sino también de corazón; y en la institución una verdadera reingeniería estructural.

La interdisciplinariedad es ante todo una actitud de apertura entusiasta frente al encuentro con la diferencia. En ese sentido tiene una vocación ética, es inclusión del otro.

La interdisciplinariedad y sus formas más contemporáneas se han transformado en mirada, en método y en actitud dialogante; me refiero, claro, al diálogo de saberes, de artes, de memorias, de epistemes y de tradiciones culturales.

Para algunos de los profesores entrevistados, los intereses propios de las ciencias naturales, de las humanidades y de las ciencias sociales, como campos autónomos de conocimiento, son insumos capitales para los procesos educativos, de ahí que puedan establecerse no solo las diferenciaciones entre unas y otras, sino las conexiones que hay entre ellas con el fin de construir plataformas más complejas para comprender los problemas, las realidades locales y los contextos globalizados.

De este modo, con el ánimo de comprender mejor las situaciones es posible acudir a humanistas, científicos sociales, estetas, comunicadores; pero también, desde una perspectiva ética e incluyente, al diálogo entre saberes académicos y saberes ancestrales con el fin de buscar los puntos comunes de encuentro y convergencia, pero también de complementariedad.

Sobre la universidad y la construcción de país

Los profesores entrevistados resaltan de distintas maneras la dimensión social de la universidad, ya sea desde los aportes o proyectos que realizan en sus disciplinas o reflexionando especialmente sobre cómo o en qué medida pueden o han podido contribuir a la construcción de país.

En esta reflexión extensa que hacen los profesores sobre la proyección social de su actividad universitaria, compartieron algunas de sus preocupaciones, dentro de las cuales destacamos aquellas relacionadas con el rumbo que han tomado las universidades, el aprendizaje significativo y superficial en la universidad y las dificultades que se encuentran al investigar, producir conocimiento pertinente y construir país.

El devenir de la universidad

Algunas de las preocupaciones narradas tienen que ver con el devenir de la universidad, en tanto se está configurando como una institución más preocupada por la evaluación externa que por lo que sucede en las aulas:

El rumbo que están tomando las universidades que se vuelven tan utilitarias y preocupadas por los rankings y las revistas indexadas y que le dan tan poco reconocimiento y valoración a lo que ocurre en las aulas. En las aulas sucede lo fundamental: el contacto directo, humano, creativo, flexible, el espacio donde todos estamos aprendiendo a ser ciudadanos y vamos construyendo sociedad.

En efecto, no se niega el lugar primordial de la investigación en la vida de las universidades, sino que se llama la atención acerca de la relación desigual entre docencia e investigación, particularmente, cuando se atribuye un énfasis radical a las valoraciones de las publicaciones indexadas que pocos leen y que están desconectadas de la práctica docente. Lo que se nota es que el habitus científico se ve, cada vez más, encajonado dentro de los parámetros de la indexación, en nuevas condiciones institucionales de la gestión para producir conocimiento.

Así mismo, se señala que, con ocasión de la crisis de universidad expresada en una suerte de burocracia y la exclusión de contenidos humanistas, la autonomía universitaria se debe preservar.

Yo diría que la universidad se ha convertido en una empresa, se rige por las leyes laborales, se ha burocratizado, hay mucha carga sobre la misión y mucho trámite. Creo que la universidad debería ser menos empresa y más humana; mucha cultura, academia, poesía, literatura... pero eso se ha perdido porque no hay tiempo, la burocracia no basta. De otro lado, es indispensable defender de modo total la autonomía universitaria, tal como se establece en la Constitución.

Se trata, en cierto modo, de distorsiones derivadas del olvido frecuente de la naturaleza de la universidad, que la involucran en acciones carentes de reflexión y crítica:

El problema es que se ha olvidado esa idea, y la educación, principalmente la educación superior, ha comenzado a concebirse como un negocio, no como una actividad al servicio de la verdad, algo semejante a lo que ha pasado con el servicio de la salud. Por eso es no solo necesario, sino urgente rescatar la auténtica idea de universidad.

La naturaleza misma de la idea de universidad exige que esta sea referente científico, cultural, político, ético y moral, por tanto —siguiendo a Karl Jaspers4—, es el escenario privilegiado donde se adquiere una conciencia crítica de la sociedad en la que se vive. Es así que una de las principales esperanzas que tenemos los profesores universitarios es que los estudiantes se desarrollen como mejores miembros de la sociedad.

El aprendizaje significativo y el superficial

En ese devenir de la universidad en la sociedad de la información y del conocimiento, esta se ha empezado a ver como un lugar para formar estudiantes para el trabajo e insertarse en el complejo mundo de las relaciones laborales competitivas, más que en un lugar de reflexión, autonomía intelectual y de construcción de capacidades humanas. No es posible ignorar el papel que la universidad cumple como mediadora entre el quehacer científico y la sociedad, lo cual la convierte, a su vez, en un espacio estratégico para la transmisión de creencias, valores, de formas de ser y estar en el mundo de la vida.

Algunas de las preocupaciones de los profesores entrevistados se conectan con las propias complejidades que el mundo globalizado trae a las prácticas docentes; y a las formas de aprender y enseñar, con dispositivos y redes de información:

Siento que vivimos en una cultura tremendamente solipsista, de individuos que se creen autosuficientes si cuentan con los dispositivos electrónicos adecuados.