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MARTA EUGENIA GARCÍA UGARTE. Investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México y docente en la misma universidad. Es especialista en historia de Querétaro, de la Iglesia católica en México y en temas agrarios.

SECCIÓN DE OBRAS DE HISTORIA

Fideicomiso Historia de las Américas

Serie
HISTORIAS BREVES

Dirección académica editorial: ALICIA HERNÁNDEZ CHÁVEZ

Coordinación editorial: YOVANA CELAYA NÁNDEZ

QUERÉTARO

MARTA EUGENIA GARCÍA UGARTE
 
 

Querétaro

HISTORIA BREVE

Fondo de Cultura Económica

EL COLEGIO DE MÉXICO
FIDEICOMISO HISTORIA DE LAS AMÉRICAS
FONDO  DE  CULTURA  ECONÓMICA

Primera edición, 1999
Segunda edición, 2010
Tercera edición, 2011
Primera edición electrónica, 2016

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contraportada

PREÁMBULO

LAS HISTORIAS BREVES de la República Mexicana representan un esfuerzo colectivo de colegas y amigos. Hace unos años nos propusimos exponer, por orden temático y cronológico, los grandes momentos de la historia de cada entidad; explicar su geografía y su historia: el mundo prehispánico, el colonial, los siglos XIX y XX y aun el primer decenio del siglo XXI. Se realizó una investigación iconográfica amplia —que acompaña cada libro— y se hizo hincapié en destacar los rasgos que identifican a los distintos territorios que componen la actual República. Pero ¿cómo explicar el hecho de que a través del tiempo se mantuviera unido lo que fue Mesoamérica, el reino de la Nueva España y el actual México como república soberana?

El elemento esencial que caracteriza a las 31 entidades federativas es el cimiento mesoamericano, una trama en la que destacan ciertos elementos, por ejemplo, una particular capacidad para ordenar los territorios y las sociedades, o el papel de las ciudades como goznes del mundo mesoamericano. Teotihuacan fue sin duda el centro gravitacional, sin que esto signifique que restemos importancia al papel y a la autonomía de ciudades tan extremas como Paquimé, al norte; Tikal y Calakmul, al sureste; Cacaxtla y Tajín, en el oriente, y el reino purépecha michoacano en el occidente: ciudades extremas que se interconectan con otras intermedias igualmente importantes. Ciencia, religión, conocimientos, bienes de intercambio fluyeron a lo largo y ancho de Mesoamérica mediante redes de ciudades.

Cuando los conquistadores españoles llegaron, la trama social y política india era vigorosa; sólo así se explica el establecimiento de alianzas entre algunos señores indios y los invasores. Estas alianzas y los derechos que esos señoríos indios obtuvieron de la Corona española dieron vida a una de las experiencias históricas más complejas: un Nuevo Mundo, ni español ni indio, sino propiamente mexicano. El matrimonio entre indios, españoles, criollos y africanos generó un México con modulaciones interétnicas regionales, que perduran hasta hoy y que se fortalecen y expanden de México a Estados Unidos y aun hasta Alaska.

Usos y costumbres indios se entreveran con tres siglos de Colonia, diferenciados según los territorios; todo ello le da características específicas a cada región mexicana. Hasta el día de hoy pervive una cultura mestiza compuesta por ritos, cultura, alimentos, santoral, música, instrumentos, vestimenta, habitación, concepciones y modos de ser que son el resultado de la mezcla de dos culturas totalmente diferentes. Las modalidades de lo mexicano, sus variantes, ocurren en buena medida por las distancias y formas sociales que se adecuan y adaptan a las condiciones y necesidades de cada región.

Las ciudades, tanto en el periodo prehispánico y colonial como en el presente mexicano, son los nodos organizadores de la vida social, y entre ellas destaca de manera primordial, por haber desempeñado siempre una centralidad particular nunca cedida, la primigenia Tenochtitlan, la noble y soberana Ciudad de México, cabeza de ciudades. Esta centralidad explica en gran parte el que fuera reconocida por todas las cabeceras regionales como la capital del naciente Estado soberano en 1821. Conocer cómo se desenvolvieron las provincias es fundamental para comprender cómo se superaron retos y desafíos y convergieron 31 entidades para conformar el Estado federal de 1824.

El éxito de mantener unidas las antiguas provincias de la Nueva España fue un logro mayor, y se obtuvo gracias a que la representación política de cada territorio aceptó y respetó la diversidad regional al unirse bajo una forma nueva de organización: la federal, que exigió ajustes y reformas hasta su triunfo durante la República Restaurada, en 1867.

La segunda mitad del siglo XIX marca la nueva relación entre la federación y los estados, que se afirma mediante la Constitución de 1857 y políticas manifiestas en una gran obra pública y social, con una especial atención a la educación y a la extensión de la justicia federal a lo largo del territorio nacional. Durante los siglos XIX y XX se da una gran interacción entre los estados y la federación; se interiorizan las experiencias vividas, la idea de nación mexicana, de defensa de su soberanía, de la universalidad de los derechos políticos y, con la Constitución de 1917, la extensión de los derechos sociales a todos los habitantes de la República.

En el curso de estos dos últimos siglos nos hemos sentido mexicanos, y hemos preservado igualmente nuestra identidad estatal; ésta nos ha permitido defendernos y moderar las arbitrariedades del excesivo poder que eventualmente pudiera ejercer el gobierno federal.

Mi agradecimiento a la Secretaría de Educación Pública, por el apoyo recibido para la realización de esta obra. A Joaquín Díez-Canedo, Consuelo Sáizar, Miguel de la Madrid y a todo el equipo de esa gran editorial que es el Fondo de Cultura Económica. Quiero agradecer y reconocer también la valiosa ayuda en materia iconográfica de Rosa Casanova y, en particular, el incesante y entusiasta apoyo de Yovana Celaya, Laura Villanueva, Miriam Teodoro González y Alejandra García. Mi institución, El Colegio de México, y su presidente, Javier Garciadiego, han sido soportes fundamentales.

Sólo falta la aceptación del público lector, en quien espero infundir una mayor comprensión del México que hoy vivimos, para que pueda apreciar los logros alcanzados en más de cinco siglos de historia.

ALICIA HERNÁNDEZ CHÁVEZ

Presidenta y fundadora del
Fideicomiso Historia de las Américas

 

INTRODUCCIÓN

DURANTE EL IMPERIO TENOCHCA el estado de Querétaro de Arteaga formaba parte de la gran chichimeca, la tierra de las tribus nómadas que no habían sido sometidas por los aztecas, los tarascos ni los otomíes situados en sus fronteras. Más tarde, la amplia zona que abarcaba de Jilotepec a Michoacán y Nueva Galicia se pobló de ranchos ganaderos, indígenas industriosos y religiosos de San Francisco y San Agustín.

Esas avanzadas colonizadoras, religiosas y militares se incrementaron con el descubrimiento de yacimientos de oro y plata en la cercanía de Guadalajara y, en particular, cuando Juan de Tolosa localizó los yacimientos de plata en el Cerro de la Bufa, en Zacatecas. El tráfico de mercancías y viajeros en el camino México-Zacatecas aumentó la importancia de los pueblos situados en los puntos intermedios; entre ellos, los de San Juan del Río y Querétaro —que se había trasladado al lugar que ahora ocupa la ciudad capital— y San Miguel el Grande (ahora de Allende), en Guanajuato. Por eso abundaron las mercedes para establecer ventas u hospederías a lo largo del camino.

Por su privilegiada situación geográfica, Querétaro era garganta de tierra adentro y paso obligado para la colonización del norte y el oeste mexicanos. La fertilidad del suelo y lo benigno del clima, templado subtropical, muy pronto le dio fama de ser uno de los lugares más lindos y pródigos de la Nueva España.

La belleza de los paisajes queretanos, extraños, caprichosos, singulares, desde la sierra hasta sus valles; la fama de sus recursos mineros, ganaderos y agrícolas; la valentía de sus primeros pobladores, los pames, que estaban en posesión del territorio al momento de la Conquista, o de los otomíes, que colonizaron y pacificaron la región de los valles de 1530 a 1589, y el espíritu de empresa de los españoles, criollos, mestizos e indígenas de los siglos XVII, XVIII y XIX, se desarrollaron en un territorio de 11 769 km2 que comprende tres provincias fisiográficas: la nororiental, que corresponde a la Sierra Madre Oriental, se distingue por el eje orográfico que atraviesa la Mesa Central del macizo de la Sierra Gorda, que es una continuación de la Sierra de Guanajuato. Esta majestuosa serranía se introduce al estado por el oeste, donde se localizan las escarpas septentrionales, que penetran hacia el este en los estados de San Luis Potosí e Hidalgo. El centro-sur de la entidad, formado por cañadas y llanuras de gran fertilidad, corresponde al Eje Neovolcánico Transmexicano. El centro-occidente, la porción más pequeña del territorio, se ubica en la Mesa del Centro.

Las características fisiográficas del suelo queretano abarcan cinco microrregiones naturales de belleza impactante, a saber: la Sierra Gorda al norte, y su Río Jalpan, cuyo caudal se une al del Santa María y sirve para marcar el límite con San Luis Potosí; el semidesierto y los valles centrales en el centro, con sus ríos Totimán y Tierra Blanca, afluentes del Extoraz, el cual corre de poniente a oriente hasta unirse al Río Moctezuma, en el noreste del estado, sirviendo de límite con Hidalgo; el Bajío en el oriente y el Río San Juan, afluente del Extoraz, que riega el Plan de San Juan del Río, famoso desde el siglo XVII por la alta productividad de sus haciendas; en el sur de la entidad, la Sierra de Amealco, asiento por excelencia de la población otomí, y, finalmente, la Sierra Madre, que colinda con San Luis Potosí.

De acuerdo con la especificidad cultural de los grupos humanos que se asentaron en este territorio desde el periodo prehispánico, es válido considerar que el estado se encuentra dividido en dos microrregiones culturales que, delimitadas por el semidesierto queretano, están claramente diferenciadas a lo largo de la historia: la Sierra Gorda y los Valles.

Las relaciones sociales, los movimientos políticos, las expresiones culturales, el desarrollo económico y la forma como los queretanos se integraron al paisaje y a la vida regional y nacional pueden distinguirse de forma clara y nítida según la microrregión de que se trate. La singularidad histórica de las dos microrregiones estatales fue fuente originaria de todo tipo de conflictos. Los indómitos serranos y los laboriosos habitantes de los valles se extrañaban y desconocían entre sí como partes integrantes de mundos o naciones diferentes.

El antagonismo entre la Sierra y los Valles sembró las tendencias separatistas de los serranos hasta 1940. Éstos se identificaron con la cultura y las formas de vida de sus vecinos de las sierras de Hidalgo y San Luis Potosí. En cambio, para los industriosos pobladores de los valles, la Sierra Gorda y sus productos minerales y ganaderos, sus plantaciones de café, plátano o aguacate y la riqueza turística de sus misiones barrocas son parte de su intransferible paisaje natural y humano. Esa conciencia condujo a la defensa del territorio por todos los vientos sin importar las diferencias culturales que los separaban.

La situación productiva y social empezó a cambiar en la década de los cincuenta del siglo XX bajo la sombra del desarrollo industrial, aceterado durante los sesenta y setenta y continuado, según un proyecto integrado, en los noventa. En los albores del siglo XXI, pese al desarrollo económico marginal que caracteriza a la Sierra Gorda, los queretanos han asumido sus diferencias como elementos significativos de su riqueza y de su ser propio. Esa historia, rica y compleja, es la que contamos en este libro.

Finalmente, quiero agradecer a Alicia Hernández Chávez y Manuel Miño la invitación a colaborar en este proyecto. Tanto a ellos como a David A. Brading, Enrique Florescano, Andrés Lira, Rafael Loyola y Manuel Olimón, les agradezco la lectura del manuscrito y sus atinados comentarios y sugerencias.

MARTA EUGENIA GARCÍA UGARTE

 

MAPA I.1. División geocultural del estado de Querétaro

FUENTE: Rolando Palacios, IIS-UNAM, 1997.

I. LA GEOGRAFÍA QUERETANA

YOVANA CELAYA NÁNDEZ

EL ESTADO DE QUERÉTARO tiene una posición central en la geografía nacional; su localización lo hizo y lo hace punto de referencia obligado hacia las tierras del Septentrión y de éste al Altiplano Central. Es decir, en la frontera entre Aridoamérica y Mesoamérica. Teniendo límites con los estados mexicanos de Michoacán, Guanajuato, San Luis Potosí, Hidalgo y el Estado de México, Querétaro se encuentra en el centro del país. Es uno de los estados más pequeños de la República; tiene una extensión territorial de 11 769 km2. Su ubicación central lo hace tener un importante papel dentro de la historia de México. Posee tres ríos como límites naturales: al norte, el Santa María de Acapulco; al este, el Moctezuma, y al sur, el Lerma. Querétaro es uno de los principales estados de México. Coloridas fiestas atraen de muchas partes del país a numerosos visitantes, en especial a mitad de septiembre por el aniversario de la independencia de México. Su ubicación geográfica se encuentra entre los paralelos 20° y 21° de latitud norte y los meridianos 99° y 100° de longitud oeste, y política y administrativamente se encuentra dividido en 18 municipios.

EL TERRITORIO

El estado de Querétaro participa simultáneamente de las provincias fisiográficas de la Mesa del Centro, Sierra Madre Oriental y Eje Neovolcánico Transmexicano. El territorio estatal es montañoso, notablemente en la Sierra Gorda y la Sierra Queretana, parte de la Sierra Madre Oriental. El área entre las dos sierras (los valles y el semidesierto) está compuesta por numerosos valles y usualmente cerros pequeños. Querétaro está cruzado por el parteaguas continental. La vertiente del Pacífico se inicia en los arroyos provenientes del Pinal Zamorano, que forman diferentes riachuelos que desembocan en el Río Querétaro, y éste a su vez en el de La Laja, en Guanajuato, que después se integra a la gran cuenca Santiago-Lerma. La vertiente del Golfo de México surge de los cerros El Moro y El Mexicano. En esta cuenca sobresale el Río Colón, proveniente de El Moro; éste a su vez es origen del Río Tolimán, que es afluente del Extoraz y se une al Moctezuma y al Pánuco. Los principales cuerpos de agua son presas, entre las que destacan las de Zimapán, Constitución de 1917, San Ildefonso, Centenario, Santa Catarina, La Llave, Jalpan y La Soledad.

Se distinguen tres áreas climáticas bien definidas: la porción Sur, que comprende parte de la provincia fisiográfica del Eje Neovolcánico, donde los climas son templados. La región Centro abarca áreas del Eje Neovolcánico Transmexicano, la Sierra Madre Oriental y la Mesa del Centro.

Entre los recursos con que cuenta el estado tienen especial lugar la riqueza forestal y la minería. Así, en lo que se refiere al recurso forestal, la entidad aprovecha las especies de pino, encino, cedro, oyamel, enebro, mezquite, eucalipto y otras de menor importancia, principalmente ubicadas en la Sierra Gorda. Ésta tiene aproximadamente 70 000 ha potencialmente productivas. Por su parte, la explotación minera es una actividad muy antigua en el estado, y de ello se cuenta con múltiples registros arqueológicos. Existen 10 distritos mineros de metales en la Sierra Gorda, con producción de plomo, plata, cinc, cobre, oro, mercurio y antimonio. Se encuentran, además, otras siete zonas de explotación de minerales no metálicos: de mármol, de sillar y caolín, de cantera, de ópalo, de sillar y pómez, y de caleras.

Como resultado de la estructura orográfica, los tipos de clima y la vegetación, en el estado existen cuatro tipos de suelos: el que se presenta en los valles de San Juan del Río, Querétaro, Pedro Escobedo, Corregidora y El Marqués se denomina negro o chernozem, que se ha formado con materiales de origen residual, aluvial y coluvial, y contiene abundante materia orgánica. Es profundo, de tres a seis metros; se da en terrenos planos o con poca pendiente y es de fertilidad adecuada para la producción agrícola intensiva, con climas templados y lluvias o humedad regular.

En la parte central del estado se cuenta con suelos castaños o chestnut con regosoles y feozems, de capas delgadas de 50 cm de profundidad, de bajo contenido de materia orgánica, limitados por un sustrato calizo, rocoso o por tepetate, con climas secos y baja o mínima precipitación pluvial. En la región de Jalpan, en el norte de la entidad y en Amealco, en el extremo sur, los suelos se han derivado de rocas sedimentarias fundamentalmente calizas. Los suelos se denominan complejos de montaña o litosoles cuando se encuentran en pendientes mayores de 35°, y se llaman feozem y vertisol cuando son de fertilidad baja a mediana. En menores pendientes dominan los suelos café forestalpozólicos, con razonable cantidad de materia orgánica, que subsisten en lugares con clima de templado a frío y con lluvias abundantes. También en esta región, concretamente en el municipio de Landa de Matamoros, se localizan los suelos llamados rendzinas, con luvisoles y cambisoles; son someros, de textura fina y subyacen a una capa calcárea de roca o tepetat se; se localizan en laderas y en climas cálidos con abundantes lluvias. El resultado es 28.24% del suelo dedicado a la agricultura; 1.07% al pastizal, 24.22% de bosque, 3.95% de selva y 40.62% de matorral.

REGIONES

En función de características climáticas, geográficas y económicas, el territorio queretano se ha dividido en cinco regiones: Amealco, Cadereyta, Jalpan, San Juan del Río y Querétaro. La región de Amealco está localizada en el Eje Neovolcánico Transmexicano; aquí se encuentran las partes más elevadas del estado; por ejemplo, el Cerro del Gallo, con 3 000 metros de altitud, o el Cerro La Cruz de Chitejé, con 2 910. Es una zona de cumbres boscosas surcada de múltiples arroyos que alimentan la presa Constitución de 1917. La región comprende los municipios de Amealco y Huimilapan, y las actividades que se desarrollan en esta zona son agricultura, ganadería y fruticultura, así como agroindustrias. Recientemente se han instalado pequeñas maquiladoras textiles. El porcentaje de población respecto al del estado es de 6.07%. Según el censo de 2000, la región presenta un alto índice de marginación.

La región de Cadereyta de Montes está integrada por cuatro municipios: Colón, Peñamiller, Tolimán y el que le da nombre a la región, y representa 29% del área del estado. Durante el periodo colonial alcanzó un elevado desarrollo económico debido a la minería; se explotan ópalo, oro, plata, mercurio y diversas canteras. Su población se dedica principalmente a la agricultura de temporal y a la ganadería caprina. La explotación de las minas resultaría una buena fuente de ingresos, aunque la región carece de estímulos económicos para su desarrollo. Al igual que en la región de Amealco, las pequeñas maquiladoras de textiles y recicladoras de plástico se han convertido en una fuente de empleo. Es una región de fuerte rasgo rural en la que persisten problemas de analfabetismo, así como bajos niveles nutricionales y de higiene. Los registros del INEGI señalan que tres de sus municipios presentan un índice de marginación en descenso, pues el registro de 1995 los colocaba en medio, mientras que el registro del año 2000 indicaba una alta marginación. El caso más alarmante de involución del desarrollo en esta región es el municipio de Colón, que en registros previos no estaba incluido en estos índices y en 2000 presentaba muy alta marginación. Las condiciones económicas de la región la convierten en una zona expulsora de población.

La tercera región es Jalpan de Serra, integrada por los municipios de Arroyo Seco, Pinal de Amoles, Jalpan de Serra, Landa de Matamoros y San Joaquín. Ubicada en la zona norte del estado, forma parte de la Huasteca. En esta zona se desarrollan actividades ganaderas, agrícolas, forestales, mineras, turísticas y agroindustriales. Su actividad agrícola se desarrolla en 3% de la superficie de la región, por lo que prácticamente es de autoconsumo. En cuanto a la actividad frutícola, Jalpan de Serra cuenta con producción de cítricos, mango, café, durazno y manzana, mientras que la actividad pecuaria tiene amplias perspectivas en vista de las grandes extensiones de agostadero de las que dispone la región. No obstante ello, cuatro de sus municipios presentan índices de marginación altos de acuerdo con el registro del año 2000, mientras que uno, Pinal de Amoles, tiene un índice de marginación muy alto. Esto se refleja en el proceso de expulsión de población a otras regiones o a Estados Unidos y en los altos índices de analfabetismo.

La región de San Juan del Río es donde se establecen en la primera mitad del siglo XVI las primeras poblaciones españolas. Está situada en el Altiplano, sobre los llanos de San Juan del Río. En esta zona caen unos 600 mm de lluvia al año; en Tequisquiapan baja la precipitación a 510 mm, mientras que en Cadereyta sólo llega a 470 mm. Esta región ocupa el primer lugar en aprovechamiento agrícola del estado; buena parte es de riego y los principales cultivos son sorgo, trigo, cebada, alfalfa, avena y, en menor grado, hortalizas, maíz y frijol. La actividad pecuaria dispone de extensas superficies de pastizales, bordos y un importante inventario ganadero. La región también produce uva de diversas cepas que se aprovecha en la elaboración de vinos de mesa. La producción agrícola se ve favorecida por la abundancia de recursos hidrológicos; las presas Constitución, Paso de Tablas y La Llave y un sistema regional de bordos, como el San Juan y el Moctezuma, surten al campo. En materia industrial es la segunda del estado. Las industrias son variadas en cuanto a su actividad, desde papeleras hasta procesadoras de alimentos. Los principales parques industriales se encuentran en el perímetro de la ciudad de San Juan del Río. No obstante el beneficio económico que genera la industria, también ha propiciado problemas de contaminación del agua y abatimiento de los niveles freáticos, por lo que en la actualidad se busca que las empresas cuenten con sistemas anticontaminantes y de tratamiento de desechos y aguas residuales. En vista de la alta concentración de población y del alto nivel de generación de empleos, los servicios básicos de salud y educación deben incrementarse constantemente.

La última región es la de Querétaro, geográfica y culturalmente perteneciente al Bajío. La integran los municipios de Corregidora, Querétaro y El Marqués. Las actividades que se desarrollan son la ganadería, la agricultura, el turismo y la industria. Esta última siempre ha tenido importancia, desde los primeros obrajes textiles que se instalaron en la época de la Colonia, hasta el desarrollo industrial entre los años cuarenta y sesenta del siglo XX. Esta región representa 15% de la superficie del estado y ocupa el segundo lugar en aprovechamiento agrícola de riego. Sus condiciones geográficas son del todo favorables, pues se caracterizan por amplios valles, lomeríos suaves y algunos cerros. Los principales cultivos intensivos son sorgo, trigo, cebada, alfalfa, avena y, en menor grado, hortalizas, maíz y frijol. La actividad pecuaria dispone de extensas superficies de pastizales, bordos y un importante inventario ganadero. Esta región y la de San Juan del Río constituyen la cuenca lechera bovina más importante del estado, con una producción diaria de 380 000 a 435 000 litros; también cuenta con una producción lechera caprina tecnificada de buenas razas. La producción porcina y la avícola están altamente tecnificadas, con altos niveles de producción de carne y derivados. En la región se localiza un poco más de la mitad de las plantas industriales del estado, que absorben un considerable volumen de mano de obra industrial. Los ramos preponderantes son autopartes, productos metálicos, electrodomésticos, cables, productos químicos, ropa y aparatos eléctricos. La zona concentra 54.8% del total de la población. En materia de educación, todos los niveles educativos están ampliamente cubiertos, desde el preescolar hasta el nivel superior, y presenta un bajo nivel de analfabetismo.

Los sectores económicos de las tres regiones forman parte de las tres grandes ramas de la economía, pero con grandes diferencias. El sector primario, el campo, se ha visto favorecido gracias a la abundante precipitación pluvial y a los apoyos gubernamentales; asimismo, el financiamiento ha sido un aspecto crucial para que el campo queretano sea una actividad productiva y rentable. En este tenor, recientemente se estableció el Centro de Negocios Agropecuarios, adonde acuden los agentes financieros acreditados en el estado para apoyar al sector. Desde su inicio, se incubaron proyectos como la agricultura por contrato, los cultivos alternos y la reconversión productiva pecuaria. El sector secundario actualmente es la prioridad del gobierno estatal por su alto impacto en la generación de empleos. Por último, el sector terciario, la actividad comercial, es una rama económica en crecimiento. Un sector que se debe considerar, por su dinámica de importante crecimiento, es el turismo, en el que Querétaro se consolida como destino en escala nacional e internacional debido a su creciente infraestructura hotelera y amplia disponibilidad de servicios. Las estrategias de promoción se ven reflejadas en el incremento de turistas: en 2006, el estado recibió más de 7.4 millones de visitantes nacionales y extranjeros, lo que generó una derrama económica superior a los 10 400 millones de dólares. Querétaro es un estado rico en bellezas naturales y monumentos coloniales, que están principalmente concentrados en la Sierra Gorda: cascadas, grutas, campamentos ecoturísticos y templos misionales, edificados por fray Junípero Serra y otros frailes y declarados por la UNESCO patrimonio de la humanidad desde 2003. Uno de los objetivos es preservar y promover las festividades de la entidad, entre las que destacan la de Ezequiel Montes, el Concurso Nacional de Huapango en San Joaquín, la Feria Nacional del Queso y el Vino en Tequisquiapan, y el equinoccio de primavera en Bernal. Además, desde 2003 se han apoyado proyectos comunitarios para aprovechar el turismo.

No obstante el desarrollo de los tres principales sectores económicos, el estado acusa grandes rezagos en materia educativa, poblacional y de salud. A continuación algunos indicadores.

POBLACIÓN, MARGINACIÓN, EDUCACIÓN Y SALUD

Los indicadores permiten dar cuenta de las condiciones de la población queretana en materia de servicios básicos, las discrepancias entre área rural y urbana y los temas pendientes. Según el censo de 2005, la población del estado era de 1’598 139 habitantes, lo que representaba 1.5% del total nacional; 825 380 habilantes eran mujeres y 772 759 hombres. Esa población era casi siete veces mayor a la que habitaba en la entidad hace poco más de medio siglo; 70% de ella se concentraba en áreas urbanas y 30% en áreas rurales. El municipio con mayor porcentaje de habitantes es Querétaro con 45.9%, seguido de San Juan del Río con 13.0% y de Corregidora con 6.5%, todos del área urbana.

 

GRÁFICA I.1. Crecimiento de la población de Querétaro, 1900-2005

La gráfica I.1 nos muestra que durante las primeras cinco décadas del siglo pasado, de 1900 a 1950, la población se mantuvo entre 200 000 y 300 000 habitantes, notándose un acelerado crecimiento a partir de 1960. En términos generales, la misma dinámica de acelerado crecimiento demográfico se observa en el país y en el mundo, derivada principalmente de una alta fecundidad, así como condiciones favorables de avance y desarrollo en el campo de la medicina y la salud, aunados a un rápido desarrollo tecnológico e industrial. En Querétaro, esta dinámica alcanzó su punto culminante entre las décadas de 1970 y 1980.

El crecimiento registrado en los municipios de la entidad en el periodo 2000-2005 presenta importantes contrastes, que van desde altas tasas de crecimiento promedio anual, como en Corregidora, cuyo incremento poblacional contrasta con el crecimiento negativo que se observa en Pinal de Amoles, Jalpan de Serra, Landa de Matamoros, Arroyo Seco y San Joaquín. Por arriba del promedio estatal se encuentran otros dos municipios: Corregidora (6.8%), el cual forma parte de la zona conurbada de la ciudad de Querétaro y por consiguiente ha absorbido gran parte del crecimiento de su mancha urbana, y Ezequiel Montes (4.14%), municipio con una reciente vocación turística, en el que se presenta un incremento considerable en dos de sus localidades: la cabecera municipal y Bernal.

Otra manera de ver la distribución porcentual de la población de Querétaro es mediante la agrupación de municipios. En tan sólo dos municipios viven seis de cada 10 queretanos; en el siguiente grupo de ocho municipios residen tres de cada 10, y en el grupo restante de ocho municipios radica sólo uno de cada 10 habitantes de la entidad. De estos últimos destacan San Joaquín y Arroyo, situación que no ha variado en el último quinquenio. La tendencia que presenta la población del estado a residir o concentrarse en mayores núcleos de población se hace evidente en el hecho de que de 2000 a 2005 la mayoría de los municipios aumentaron su porcentaje de población residente en localidades con 2 500 y más habitantes, lo que podría estar relacionado con la expectativa de acceder a las ventajas en infraestructura social y material que ofrecen las localidades urbanas en rubros como salud, educación, actividad económica, disponibilidad de agua potable, electrificación, drenaje, etcétera.

Para entender la dinámica de la población queretana es importante detenerse en su movilidad, hacia el interior del estado, a estados vecinos y hacia Estados Unidos. En este capítulo sólo nos detendremos en los datos globales de la movilidad poblacional en el país, pues nos basamos en los datos publicados por el INEGI. Lo que atañe a la movilidad internacional será tema del último capítulo de esta obra, en vista de que se necesita la consulta de otras fuentes para su explicación. Según diversas investigaciones, en general la migración interna se asocia a la situación social y económica prevaleciente en el lugar de origen de las personas, así como a la disponibilidad de fuentes de empleo y de servicios. El fenómeno migratorio en Querétaro debe verse en sus dos polos: como expulsor pero también como receptor. Sin embargo, ambos polos dependen de la región a la que nos estemos refiriendo, de tal manera que el sector industrial-urbano cuenta con una amplia tradición receptora de mano de obra que se inició en la década de 1970, frente a la tradición expulsora de los municipios de la Sierra Gorda.

Según los datos del II Conteo de Población y Vivienda 2005, la distribución porcentual de las entidades a las que decidieron ir a radicar las personas que cinco años antes vivían en Querétaro es: Guanajuato, 15.4%; Estado de México, 14.4%; Distrito Federal, 12.4%; Hidalgo, 6.4%, y Jalisco, 6.1%. No obstante la movilidad de queretanos a estados vecinos, Querétaro se considera como un estado receptor, entre otras cosas por su actividad económica y por la cercanía con el Distrito Federal. El mayor número de inmigrantes proviene precisamente de esta entidad; le siguen el Estado de México, Guanajuato, Hidalgo y Michoacán con una proporción de 24.3%, 11.1 y 4.1%, respectivamente. La movilidad hacia el interior del estado muestra una clara tendencia hacia los municipios del centro-sur, lo que se conoce como el corredor industrial queretano: San Juan del Río, Pedro Escobedo, El Marqués, Querétaro y Corregidora. En lo que se refiere a las tendencias por sexo, se hacen dos distinciones: cuando el migrante se mueve a otro esstado, es población femenina, individual y no familiar; pero cuando es al interior del estado, inicialmente es masculina, y en este caso, con cierta regularidad; después de algunos años migra toda la familia en busca de mejores oportunidades.

 

GRÁFICA I.2. Migración nacional, 2000-2005

La disponibilidad de servicios en las viviendas pone en evidencia la calidad de vida de sus ocupantes. El suministro del agua es uno de los principales servicios. Entre 2000 y 2005, la proporción de viviendas que contaban con él pasó de 88.2 a 90%. Entre tanto, 96 de cada 100 viviendas cuentan con servicio de energía eléctrica, lo que representa un aumento de dos unidades respecto del año 2000. Por otra parte, donde se registra un mayor aumento de bienestar en las viviendas es en el servicio sanitario y en el de drenaje, con 8.3 y 11%, respectivamente.

La concentración de población trae como consecuencia mayor demanda de servicios, pero al mismo tiempo es más viable suministrarlos a un grupo grande de viviendas que a grupos medianos y pequeños, por lo cual la proporción de viviendas que cuenta con agua, drenaje y energía eléctrica es mayor en las localidades de 100 000 y más habitantes. En localidades con menos de 2 500 habitantes, 76 de cada 100 viviendas cuentan con agua, mientras que en las ciudades de 100 000 y más habitantes, la cobertura de este servicio es de casi 100%. En la actualidad, uno de los servicios a los que la población puede tener acceso más fácilmente es el de energía eléctrica: 96.3% de las viviendas particulares habitadas del estado cuenta con este servicio, mientras que en el ámbito nacional el indicador es de 96.6%. Los municipios de Quéretaro que presentan la mayor cobertura de este servicio son Corregidora y Querétaro, ambos con 98.2%; San Juan del Río con 98%, y con 97.9% Tequisquiapan; en el otro extremo se encuentran Pinal de Amoles y San Joaquín, con 74.5 y 74.1% de viviendas particulares con energía eléctrica, respectivamente.

La marginación, de acuerdo con el Consejo Estatal de Población, es un fenómeno estructural que se origina en el estilo o patrón histórico de desarrollo. En el proceso de crecimient o económico, la migración surge como expresión de la dificultad para propagar el progreso técnico en el conjunto de los sectores productivos, y socialmente se expresa como persistente desigualdad en la participación de ciudadanos y grupos sociales en el proceso de desarrollo y en el disfrute de sus beneficios. El Consejo Nacional de Población (Conapo) y la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) registran a 10 municipios del estado como los de mayor marginación; éstos son, en la Sierra Gorda queretana: San Joaquín, Arroyo Seco, Landa de Matamoros, Jalpan de Serra y Pinal de Amoles; en el semidesierto: Cadereyta de Montes, Tolimán y Peñamiller, y en el Sur: Huimilpan y Amealco de Bonfil. Cuando se habla de pobreza, marginación y exclusión en el estado de Querétaro, estamos refiriéndonos de manera primordial a municipios catalogados como rurales, los cuales carecen de los mínimos niveles de bienestar.

La disponibilidad de agua, drenaje y energía eléctrica conforma un conjunto de servicios que mejoran y facilitan la vida doméstica. En este esquema es evidente que las mayores variaciones responden a la delimitación asociada con la caracterización de lo urbano y lo rural. Los municipios de Querétaro, Corregidora, San Juan del Río y Tequisquiapan cuentan con la mayor cobertura en los tres servicios, y son municipios de carácter urbano, mientras que en Pinal de Amoles tan sólo 26 de cada 100 viviendas particulares cuentan con estos servicios. En los municipios de Peñamiller y Amealco de Bonfil, la proporción es de 43 de cada 100 viviendas. Sin duda, la división entre urbano y rural refleja en los indicadores antes descritos la disparidad existente entre población y servicios, y su distribución en el estado. Disminuir la brecha entre habitantes del ámbito rural y residentes del urbano es una tarea pendiente.

Un último indicador, imprescindible para entender los avances y temas pendientes en materia de gobierno, es la educación. En el II Conteo de Población y Vivienda 2005 se muestran los datos de las características educativas de la población a través de la asistencia escolar, el nivel de escolaridad y el alfabetismo. La aptitud para leer y escribir en la población de seis a 14 años de edad es un indicador que permite una aproximación cuantitativa al alcance y la cobertura de los servicios educativos en este segmento de la población, que es estratégico, pues corresponde a la edad de inicio escolar y educación básica, y que en este sentido se considera la base de todo el sistema escolar de la población. Según los resultados de dicho conteo, en Querétaro el porcentaje de la población de seis a 14 años de edad que saber leer y escribir es casi similar al porcentaje nacional, pues en ambos casos 88 de cada 100 niños y niñas de esta edad saben leer y escribir.

Los diferentes factores que influyen en el acceso a la educación de la población escolar generalmente están determinados por las condiciones socioeconómicas del entorno familiar y del lugar donde se vive, las cuales pueden ser: la dificultad de asistir a una escuela por la lejanía, una situación familiar precaria o bien el desempeño de alguna actividad económica para contribuir al ingreso del hogar. En el estado, las localidades con 100 000 y más habitantes presentan el mayor porcentaje de población de seis a 14 años que sabe leer y escribir; en ellas, 91 de cada 100 de estas personas cuentan con dicha característica. El extremo opuesto se presenta nuevamente en localidades rurales y con alto grado de marginación: los municipios de Pinal de Amoles, San Joaquín, Landa de Matamoros y Arroyo Seco, con valores que van de 79 a 82% de personas de seis a 14 años de edad que saben leer y escribir, mientras que, en los mismos municipios, entre la población de 15 años y más, 76 y 77 personas son alfabetas.

En materia de asistencia escolar, el indicador permite también dar cuenta de las condiciones socioeconómicas de la población escolar. En Querétaro, la información de asistencia escolar para el año 2005 muestra que a partir de la edad de seis años el indicador tiende a subir, hasta llegar al punto más alto a la edad de nueve años, tanto para los hombres como para las mujeres. Sin embargo, en las edades subsecuentes el porcentaje desciende, de tal manera que el punto más bajo de asistencia se presenta a la edad de 14 años. Al comparar la asistencia escolar entre niños y niñas, se observa que sus porcentajes son similares hasta los 11 años, y que de los 12 a los 13 años este indicador desciende en las mujeres en mayor medida que en los hombres; para la edad de 14 años la disminución se presenta en los hombres con una diferencia de 1.2 puntos porcentuales por encima de las mujeres.

Al desglosar la información de la población de seis a 14 años que asiste a la escuela por tamaño de localidad, en las mayores de 100 000 habitantes se registra el valor más alto: 96.6% acuden a la escuela, dato mayor en 4.7% en relación con el registrado en localidades donde residen menos de 2 500 habitantes. De nueva cuenta, se observa que el grado de urbanización influye favorablemente en el porcentaje de la población que asiste a la escuela. Los datos del conteo de 2005 muestran que los mayores porcentajes de la población de 15 y más años de edad, según nivel de instrucción, se encuentran en la educación media básica, con 29.5% en hombres y 25.6% en mujeres. Por el contrario, los menores porcentajes se ubican en los extremos de la distribución, que en este caso corresponde al nivel de instrucción superior, con 16.1% en las personas de sexo masculino y 13.1% en las de femenino; así como a la población sin instrucción, en la que 7.4% son hombres y 10% son mujeres.

Al observar los totales y la distribución porcentual de la población de 15 y más años por tamaño de localidad y nivel de instrucción, se observa que cerca de 296 000 personas residen en localidades menores de 2 500 habitantes, lugares donde se registran los mayores porcentajes de población sin instrucción, con primaria incompleta y con primaria completa, con 17.1, 19.3 y 27%, respectivamente; y también los menores porcentajes de población con educación media básica (25.6%), media superior (6.8%) y educación superior (2.6 por ciento).

La diferencia es constante entre los indicadores para los municipios urbanos y rurales: en todos los casos el atraso se presenta en el mundo rural. El gran reto de la distribución territorial de la población es la búsqueda de una relación equilibrada entre las zonas de potencial, con recursos económicos y naturales, y la dinámica de la población, acorde con un desarrollo sustentable. Será necesario reorientar los flujos migratorios hacia las ciudades medias y pequeñas con potencial, controlar el crecimiento de las grandes urbes y satisfacer las demandas de su población, así como dotar de servicios básicos a las localidades pequeñas, dispersas y aisladas. Se trata de un reto en el que según el censo de 2005 se han registrado avances, pero no significativos, para revertir la disparidad entre los mundos rural y urbano.