El cuerpo humano es una máquina compleja en la que confluyen diversos aparatos y sistemas que interactúan entre ellos de forma coordinada.

El sistema circulatorio es el que se encarga de mover la sangre, los nutrientes, el oxígeno, el dióxido de carbono, alrededor del cuerpo humano. Sus principales órganos son el corazón, la sangre, los vasos sanguíneos, venas y arterias.

El sistema digestivo se encarga de descomponer los nutrientes y forman parte de él la boca, el esófago, el estómago, el intestino delgado y grueso, el recto y el ano. El hígado y el páncreas juegan un papel importante produciendo los jugos que ayudan en la descomposición de los alimentos.

El sistema endocrino está compuesto por una serie glándulas que secretan hormonas que viajan a los distintos tejidos regulando las funciones propias del metabolismo.

El sistema inmunológico supone la defensa del organismo contra virus, bacterias y otros patógenos que puedan ser perjudiciales. En este entramado defensivo juegan un papel fundamental los nodos linfáticos, el bazo, la médula ósea, los linfocitos, el timo, los leucocitos y los glóbulos blancos de la sangre.

El sistema linfático también juega un papel importante también en las defensas del cuerpo, ya que es el responsable de crear y mover la linfa, un fluido que contiene los glóbulos blancos que ayudan a luchar contra las infecciones.

Con el fin de controlar las acciones conscientes e inconscientes trabaja el sistema nervioso enviando señales a distintas partes del cuerpo. El sistema nervioso central está compuesto por el cerebro y la médula espinal, mientras que el sistema nervioso periférico está formado por los nervios que conectan cada parte del cuerpo con el sistema nervioso central.

El sistema reproductivo es el encargado de llevar a cabo la reproducción. Que, en el masculino, tiene en el pene y los testículos sus principales órganos, mientras que en el femenino está representado por la vagina, el útero y los ovarios.

El sistema esquelético está formado por una serie de huesos conectados mediante tendones, ligamentos y cartílagos. El esqueleto no sólo favorece el movimiento sino que también está involucrado en la producción de células sanguíneas y en el almacenamiento del calcio.

El sistema respiratorio permite captar oxígeno del exterior y expulsar el dióxido de carbono del cuerpo. Al tomar oxígeno el cuerpo puede respirar y por tanto la vida se hace presente en cada célula del organismo. Los principales órganos de este sistema son la tráquea, el diafragma y los pulmones.

Quien se ocupa de excretar la orina, el producto de deshecho que se forma en el cuerpo, es el sistema urinario. Está formado por los riñones, los uréteres, la vejiga, los esfínteres y la uretra. La orina se produce en los riñones y viaja a través de los uréteres para salir expulsada a través de la uretra.

El sistema muscular está formado básicamente por los músculos, que son los encargados de producir el movimiento. Hay tres tipos de músculo: el músculo esquelético, que está conectado al hueso y ayuda al movimiento voluntario; el músculo liso, que se encuentra dentro de los órganos y ayuda a mover las substancias a través de los mismos; y el músculo cardiaco, encontrado en el corazón, que ayuda a bombear la sangre.

El esqueleto y el aparato muscular

Los dos sistemas más importantes de la actividad deportiva son el esqueleto y el sistema muscular.

El sistema muscular permite que el esqueleto se mueva, mantenga su estabilidad y la forma del cuerpo. En los vertebrados se controla a través del sistema nervioso, aunque algunos músculos puedan funcionar de manera autónoma. El cuerpo humano tiene un 40% aproximado de masa muscular. El sistema muscular es responsable de:

Los huesos se hallan unidos en las articulaciones de distintas formas. Los ligamentos actúan como fuertes bandas elásticas que mantienen unidas las articulaciones.

La mayor parte de las articulaciones son esféricas o de tipo cóncavo convexo, como los hombros y la cadera. También las hay de tipo bisagra, como la rodilla. Otras articulaciones son deslizantes, como la muñeca y el tobillo, o de tipo pivote, como la primera vértebra cervical. Las vértebras se hallan amortiguadas y separadas por discos cartilaginosos que absorben los golpes que se producen en la columna vertebral. En las extremidades, la mayoría de superficies articulares se hallan protegidas por cartílagos y humores que forman las llamadas cápsulas sinoviales.

Todas las articulaciones poseen una amplitud activa de movimiento, gracias a los músculos que se contraen alrededor, y una amplitud pasiva de movimiento. Una amplitud activa de movimiento es hasta dónde se puede mover una articulación conscientemente mediante la contracción de los músculos. En cambio, una amplitud pasiva hace referencia al movimiento adicional que tiene lugar en una articulación y que no se puede controlar conscientemente. La manipulación y la movilización, practicadas por profesionales expertos, pueden conseguir la amplitud pasiva de movimiento en las articulaciones.

Las lesiones musculares suelen dar lugar a rigidez debido a la pérdida o la disminución de la amplitud pasiva de movimiento en las articulaciones subyacentes. Hasta que no se alcancen tanto la amplitud activa como la amplitud pasiva de movimiento se experimentará rigidez en las articulaciones y riesgo de lesiones.

Enfermedades y dolencias musculares

Algunas enfermedades y dolencias que afectan al sistema muscular son:

El tejido muscular

Los músculos representan la parte activa del aparato locomotor. Existen más de seiscientos músculos en el cuerpo humano y son de tres tipos: cardiacos, lisos (funcionan sin estímulo voluntario, como el estómago) y esqueléticos (los unidos a los huesos y que permiten el movimiento).

Los músculos esqueléticos o estriados son de carácter voluntario, lo que significa que puede ser controlado su movimiento. Suelen colaborar con los huesos para darle al cuerpo la fuerza y la potencia necesaria. En la mayoría de los casos, un músculo esquelético forma la parte externa del hueso al cual está unido mediante los tendones.

El tejido muscular posee las propiedades de excitación, contractilidad, extensibilidad y elasticidad.

La excitación se refiere a la capacidad que tiene el tejido muscular para recibir estímulos y responder a ellos.

La propiedad de la contractilidad se refiere a la capacidad que tienen los músculos para acortarse cuando reciben un estímulo de intensidad adecuada. La fibra muscular puede acortarse, en la mayoría de los casos, hasta la mitad de su longitud en reposo.

El músculo esquelético tiene la capacidad de distenderse y estirarse como una banda elástica: es lo que se conoce como extensibilidad. El músculo puede estar estirado hasta que adquiera una longitud que represente la mitad de su largo normal en reposo.

La elasticidad representa la habilidad del músculo para regresar a su longitud normal después de experimentar una contracción o extensión. Es una propiedad que también poseen los tendones.

Los músculos según su acción

Según sea la acción del músculo se clasifican en:

Cuando realizamos ejercicio es importante estirar y fortalecer todos los músculos en toda su amplitud, ya que las actividades cotidianas raramente desempeñan esta función, lo que puede dar lugar a atrofia debido a la adaptación de los músculos más profundos. Esta atrofia puede causar la rigidez típica que experimenta la persona que se va haciendo mayor. El stretching regular, el fortalecimiento de los músculos y la mejora de la forma física pueden paliar estos efectos.

Los principales músculos

En nuestro organismo se alojan aproximadamente unos 650 músculos, que suponen hasta el 45% del peso corporal.

Músculos de la cabeza

Músculos del cuello-hombros

Músculos del tórax

Músculos del abdomen

Músculos de la espalda

Músculos de los brazos