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Portada

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Nota del editor

Historia de un mendigo (por Ezequiel Fernández Moores)

Cerrado por fútbol

Por qué escribo

El parto

Maradona

El gol del siglo

La magia imperdonable

Leo

Cóndores

Mano de obra

El lector

El sombrerero

Y otro

Los cuentos cuentan/1

Los derechos civiles en el fútbol

Exorcismo

Yo confieso

Maracaná

Una ceremonia de exorcismo

Mi querido enemigo

Obdulio

El atleta ejemplar

Coronación

Agradezco el milagro

El Más Allá

El encapuchado

El arquero

Verano del 42

Días y noches de amor y de guerra/1

Días y noches de amor y de guerra/2

Días y noches de amor y de guerra/3

La garra charrúa

La primera jueza

Atletos y atletas

Campeonas

La guerra contra las guerras

Revolución en el fútbol

Sírvame otra Copa, por favor

El ídolo descalzo

La pelota como instrumento

Papá va al estadio

Los cuentos cuentan/2

Los cuentos cuentan/3

Show business

El juego de pelota

Fundación del samba

Rendición de París

Última voluntad

Insolencia

Pelé/1

Pelé/2

Garrincha

Pelé y los suburbios de Pelé

Fotos: El escorpión

Fotos: Puños alzados al cielo

Alí

Otro caso de amnesia

Peligro en las calles

Solo de él

Todos somos tú

La consagración del goleador

El baúl de los perdedores

Día de los desaparecidos

¡Milagro!

El partido más triste de la historia

Se prohíbe el juego de los indios de Chile

El fútbol

Polvo de arroz

Esopo

Che/1

Che/2

La última cabriola del aviador Barrientos

Dos turbulentos partidos

La llamada “guerra del fútbol”

Ocho

Nombres

Precios

Patas arriba

La cancha global

En fútbol, como en política, el miedo no paga

Se venden piernas

De fútbol somos

El Mundial del 98

El Mundial 2002

La guerra o la fiesta

El Mundial 2006

El Mundial de Zidane

El Mundial 2010

El Mundial 2014

El fútbol, la única religión sin ateos

El fútbol es el espejo del mundo

El fútbol y los intelectuales de izquierda

Por Manolo y por el placer de jugar

El fútbol, entre la pasión y el negocio

Créditos de los textos

Eduardo Galeano

CERRADO POR FÚTBOL

© Fideicomiso Eduardo Galeano

© 2017, Siglo XXI de España Editores, S.A.

Nota del editor

Trabajar en un nuevo libro de Eduardo Galeano sin él presente es una tarea compleja y hasta extraña, ya que era un apasionado de la artesanía de la edición y pensaba cada detalle de sus obras, desde el título hasta el texto de contratapa, pasando por el diseño de interiores, con viñetas y recuadros elegidos página a página.

Por ello se hace doblemente necesario explicitar los criterios editoriales que se adoptaron. Primero, por qué este libro. Es público y notorio que el fútbol era una de las grandes pasiones de Galeano y eso lo llevó a escribir, desde muy joven y hasta su muerte, sobre el tema. En 1995, luego de años de lectura sistemática, acumulación de historias e investigación, publicó ese volumen maravilloso que es El fútbol a sol y sombra. Pero antes y después produjo una cantidad enorme de textos que hablaban del fútbol y que en buena medida fueron publicados en sus distintos libros o que, dispersos en viejos diarios y revistas, son prácticamente inhallables. Como paso inicial, releímos su obra atentos a ese material y descubrimos un corpus sólido, por momentos conmovedor y siempre entretenido, que refleja bien la mirada y la relación que Galeano tenía con el fútbol. El hecho de que esos textos estuvieran intercalados en sus libros u olvidados en publicaciones periódicas impedía que sus lectores “futboleros” pudieran acceder a ellos, de modo que el primer motor de este volumen fue llegar a ellos con escritos, en buena medida, “desconocidos”.

A la hora de tomar decisiones editoriales optamos, siempre que fue posible, por respetar el estilo de trabajo de Galeano, eludiendo recursos que le eran ajenos (como las notas al pie o las frases solemnes) y recuperando expresiones y modismos muy suyos. Así, el título del volumen (Cerrado por fútbol), el de las secciones internas o el de algún texto sin titular en su versión original reproducen palabras del propio Galeano, que muchos lectores reconocerán. El título del libro, por ejemplo, refiere a una situación entrañable: al comienzo de cada Mundial y durante todo el mes, él colgaba en la puerta de su casa un cartelito con esa advertencia, hecho a mano y recubierto con plástico transparente para protegerlo de la lluvia. Como siempre le gustó incorporar viñetas, en vez de encargar nuevos diseños replicamos algunos de los originales que él había seleccionado para El fútbol a sol y sombra.

Sobre el contenido, incluimos todos los textos que se ocupan del tema publicados en sus libros; también sumamos las adendas que escribía después de cada Mundial y que se integraban a las nuevas ediciones de El fútbol a sol y sombra, ya que consideramos que sólo los lectores que compraron este libro después de 2015 pudieron acceder a ellas. Guiados por la convicción que Galeano tenía de que el “fútbol es el espejo del mundo y de la realidad”, nos permitimos la licencia de incorporar algunas historias donde éste aparece más como metáfora que como protagonista; lo mismo vale para varias historias que hablan del deporte en general o de alguna disciplina específica.

Sobre la organización del volumen, optamos por disponer dos partes: la primera comprende el grueso de las historias sobre personajes y acontecimientos del fútbol, públicos o íntimos; la segunda, más breve, incluye textos en primera persona (una entrevista, algunos discursos en ocasión de recibir reconocimientos) en los cuales Galeano expone su visión del deporte que más amó, en lo que constituye de algún modo una sistematización de su mirada, tan crítica como apasionada.

Sobre el equipo: a la hora de emprender cualquier tipo de proyecto, Galeano siempre se rodeaba de amigos y gente de mucha confianza. Y en este aspecto también quisimos honrar su memoria. Helena Villagra, su compañera durante cuarenta años, fue la primera que siguió y apoyó este proyecto. Asistió a las distintas etapas y su intervención fue indispensable y decisiva al momento de pensar la estructura interna, la mejor forma de resolver las dudas que se nos presentaban y la ubicación de cada uno de los textos, ya que los libros de Galeano siempre tienen una lógica interna no necesariamente evidente para el lector.

Ezequiel Fernández Moores, un amigo con quien Eduardo compartió su mirada sobre el fútbol y sobre la política del fútbol, pero también proyectos y entusiasmos, fue fundamental a la hora de hacer una primera lectura del material en bruto; sus comentarios resultaron valiosísimos, pero más lo fue el hallazgo de un discurso de Galeano que tenía guardado en un cajón. Él se lo había mandado hacía más de veinte años para que lo leyera y le diera su opinión y, afortunadamente, Ezequiel tuvo el buen tino de guardarlo ya que, de otro modo, se hubiera perdido para siempre. Estuvo en sus manos, además, escribir la presentación con que abre el volumen, en la que traza un perfil genial del Galeano futbolero, convocando sus propios recuerdos y también testimonios especiales de amigos de Eduardo, como Chico Buarque, Joan Manuel Serrat, Jorge Valdano o Ángel Ruocco.

Daniel Weinberg, viejo amigo de Galeano, gran lector y hombre con alma de editor, colaboró en distintas instancias y nos reveló la existencia de la entrevista imperdible que le hizo la revista El Gráfico, cuyos responsables tuvieron la enorme amabilidad de autorizarnos para que la incluyéramos aquí. Un joven mexicano de apellido Cortázar, Román Cortázar, ha dedicado muchos años de su vida a investigar la obra de Galeano y ha realizado un trabajo de archivo fenomenal. Gracias a él, el lector encontrará algunos artículos publicados en Brecha, de otra manera inaccesibles. Página/12, desde su creación, fue el diario de Eduardo, y el lugar donde publicó algunas crónicas que, escritas al calor de los mundiales, integran también este volumen. Miguel Rep, desde su tira diaria en la contratapa, es parte indisoluble del mismo universo. Le propusimos ilustrar la tapa y aceptó sin dudar un minuto. A los pocos días ya teníamos listo el hermoso dibujo de cubierta. Tengo la fortuna de trabajar desde hace diez años con una brillante colega, Ana Galdeano. Juntos nos sumergimos en este complejo proyecto y sin ella nada hubiera sido lo mismo.

Por último, un agradecimiento especial al doctor Eduardo de Freitas, que es la persona encargada de administrar todo lo relativo a la obra de Galeano. Apenas vimos que teníamos un libro entre manos, le escribimos para contarle y pedirle su opinión. De inmediato nos respondió que la idea le parecía magnífica y que avanzáramos con el trabajo. Va un agradecimiento especial para él por la confianza que deposita en nosotros.

Carlos E. Díaz