Cubierta

Charles T. Tart

EL FIN DEL
MATERIALISMO

Parapsicología, ciencia y espiritualidad

Traducción del inglés
de David González y Fernando Mora

Editorial Kairós

SUMARIO

Figuras y tablas

Prólogo

Agradecimientos

Introducción

1. La búsqueda espiritual en un mundo que cree que todo carece de sentido

2. ¿Cómo sabemos que lo espiritual es real?

3. Las formas del no conocimiento: las distorsiones de la ciencia y de la inteligencia

4. Partiendo del mundo natural, ¿un golpe psíquico de Estado?

5. Los aspectos extendidos de la mente: “los cinco grandes”

6. Telepatía

7. Clarividencia o visión remota

8. Precognición

9. Psicoquinesis

10. Curación psíquica: ¿PQ en los sistemas biológicos?

11. Postcognición y aspectos extendidos de la mente: “los muchos quizás”

12. Experiencias extracorporales

13. Experiencias cercanas a la muerte

14. Supervivencia post mortem: Comunicaciones desde el más allá

15. Mediumnidad: Aproximación experimental a la supervivencia post mortem

16. Reencarnación

17. ¿Qué hemos aprendido?

18. Si creyera en el Credo Occidental

19. Volver a empezar: reflexiones personales

20. Volviendo a la experiencia mística

Apéndice 1. Lecturas recomendadas de parapsicología

Apéndice 2. Fuentes en línea de información científica sobre parapsicología

Apéndice 3. Los archivos de las experiencias trascendentes de los científicos (Taste)

Apéndice 4. Psicología transpersonal

Bibliografía

Sobre el Instituto de Ciencias Noéticas (IONS)

Notas

Figuras y Tablas

FIGURAS

TABLAS

PRÓLOGO

Charles Tart dedica gran parte de este interesante y absorbente libro a tratar de demostrar su título –es decir, que el materialismo ha tocado a su fin y ha llegado ya, en consecuencia, el momento de dejarlo atrás–, de modo que creo que este prólogo servirá más adecuadamente al lector si, invirtiendo el orden habitual, dejamos que sea el libro mismo el que cuente las intenciones de su autor.

Frente a la idea de que el libre albedrío es una falacia y de que nuestros pensamientos más nobles no son sino el fruto de eventos eléctricos y químicos que se producen en el tejido cerebral, Tart aspira a restablecer la dignidad y libertad de la mente humana. El cuerpo y la mente, desde su punto de vista, se hallan conectados por una vía de doble sentido. El materialismo (llamado también reduccionismo) y el cientificismo se aferran a la idea de que, en última instancia, todo puede ser explicado en términos de corrientes eléctricas, reacciones químicas o leyes físicas que todavía están por descubrir. La mente y el espíritu no son, desde esa perspectiva, más que meros epifenómenos.

La ciencia empieza en aquellos puntos en que nuestra experiencia no concuerda con lo que sabemos o creemos saber. Desde ahí, esboza una teoría explicativa partiendo de hipótesis que, bajo condiciones controladas, pueden ser verificadas. Aunque el materialismo ha demostrado ser muy fecundo en el campo de las ciencias físicas, su éxito en ese dominio ha acabado cristalizando en una creencia dogmática que domina gran parte de nuestra cultura. Pero no se trata de una teoría que explique la totalidad de la experiencia humana, ya que nada dice, por ejemplo, acerca del efecto curativo de las relaciones amorosas y compasivas. Es precisamente en este tipo de relaciones donde se dan los fenómenos psi espontáneos. Aunque las pruebas científicas de los fenómenos psi no deben limitarse a la mera narración personal, sino que requieren rigurosos controles de laboratorio.

Para acallar a quienes insisten en que debe haberse soslayado alguna variable física, Tart describe con mucho detenimiento los experimentos realizados tratando de determinar la realidad del fenómeno psi. Y se toma muy en serio, en este sentido, los comentarios de los escépticos bien informados. Cuando alguien sugirió, por ejemplo, que las ondas electromagnéticas podían actuar como portadoras de la información de un determinado experimento de telepatía o clarividencia, por ejemplo, los colegas de Tart consultaron a físicos y, al enterarse de la imposibilidad, a 150 metros bajo la superficie del mar, de tal eventualidad, no dudaron en replicar el experimento en el interior de un submarino ¡obteniendo por cierto, a pesar de ello, el mismo resultado!

Aunque la ciencia no sea una respuesta, sino una empresa abierta, en nuestra naturaleza está buscar explicaciones. El materialismo no posee todas las respuestas, algunas de las cuales pueden ser encontradas en las grandes tradiciones religiosas que, aunque utilicen terminologías diferentes, afirman que el “ser”, la “mente” o el “espíritu”, es mayor que la mente humana –mayor, en suma, que lo que podemos someter a una investigación de laboratorio–. A pesar de ello, sin embargo, Tart está dispuesto a poner a prueba sus reflexiones sobre las grandes enseñanzas espirituales y su propia práctica espiritual.

No es extraño que me acuerde [Huston] de algunos de mis alumnos del MIT [Massachusetts Institute of Technology], entre ellos Tart, que posee un sólido conocimiento científico y tecnológico. Recuerdo haberme enterado, un buen día, de que algunos alumnos interesados en la rabdomancia estaban tratando de ver si podían determinar, empleando una varilla de zahorí, el lugar por el que pasaban, por debajo de la biblioteca de la universidad, las cañerías de agua. También experimentaron con la psicoquinesis utilizando, para ello, agujas untadas en mantequilla que dejaban flotar sobre el agua y sobre las que trataban de influir a través de la concentración mental. Se trataba, para ellos, de un sencillo juego y no tenían el menor empacho en admitir la pobreza de sus diseños experimentales. Cuando expresé mi sorpresa por el hecho de que los estudiantes de ciencias duras se divirtieran con ese tipo de juegos, uno de ellos respondió: «¡Yo conozco la ciencia! A los cinco años tuve mi primer laboratorio. Me dedico a la ciencia. Solo quiero saber si ahí fuera hay algo más». Esos muchachos eran como Aldous Huxley que, en cierta ocasión, dijo estar interesado en los intersticios que separan las diferentes casillas del conocimiento, esas grandes cuestiones para las que todavía no tenemos ecuaciones ni, mucho menos todavía, teorías. Este es un libro, en suma, con cuya lectura disfrutará cualquier persona curiosa y con la mente abierta y a la que le gusten los desafíos intelectuales.


El fin del materialismo es la obra de un ser humano completo dispuesto a compartir la amplitud de sus intereses, especulaciones y experiencias como científico. El autor contempla, con una seriedad despojada de toda rigidez, una disciplina tan controvertida como pobremente financiada. Aunque hoy en día nadie es quemado en la hoguera por cuestionar la “verdad” convencional, las publicaciones profesionales son muy cautelosas a la hora de publicar artículos de investigación que sostengan la existencia de los fenómenos psi o los consideren tema legítimo de investigación científica. Pero Charles Tart sigue con las mismas ganas de descubrir «si ahí fuera hay algo más», y con la misma capacidad de amar y reír que siempre.

HUSTON SMITH y KENDRA SMITH

AGRADECIMIENTOS

Este libro es la culminación de una carrera de más de cincuenta años de trabajo sobre la naturaleza de la consciencia, especialmente en los campos de los estados alterados de consciencia, la parapsicología y la psicología transpersonal. ¡Son muchas, pues, las personas a las que debo agradecer su apoyo y guía! Por ello, solo mencionaré aquí a las más evidentes: mi esposa Judy que, durante tantos años, me ha brindado su amoroso apoyo y estímulo; Palyne Gaenir, mi webmaster y guía en el mundo de la informática; la difunta Irene Segrest, mi devota secretaria durante una década, y los alumnos del curso de Introducción a la Parapsicología del Institute of Transpersonal Psychology del invierno de 2007, Jamal Granick, Maureen Harrahy, Josh Maddox, Daniela Mafia, Laurel McCormick, Matthew Metzger, Sean Saiter, Heather Schwenn, Goolrukh Vakil, Alison Wattles y David Wilson, que tan generoso feedback me proporcionaron durante la elaboración del primer borrador de este libro.

Son muchas las instituciones que, a lo largo de los años, han apoyado mi trabajo, entre las cuales quiero destacar, por orden alfabético, a la Fetzer Family Foundation, el Institute of Noetic Sciences, el Institute of Transpersonal Psychology, el National Institute of Mental Health, la Parapsychology Foundation, Inc y la Universidad de California, Davis.

También son muchos los maestros psicológicos y espirituales que, a lo largo de los años, me han ayudado a convertirme en una persona más comprensiva y madura. Quiero agradecer, en este sentido, también en orden alfabético, a los más importantes y con los que he mantenido un contacto personal: Ernest Hilgard, Henry Korman, Claudio Naranjo, Jacob Needleman, Sogyal Rinpoche, Tsoknyi Rinpoche, Kathleen Riordan Speeth, Tarthang Tulku y Shinzen Young.