Serie


Cuba: La Naturaleza y el Hombre Antonio Núñez Jiménez


VOLUMEN 1 EL ARCHIPIÉLAGO CUBANO

VOLUMEN 2 LAS REGIONES

VOLUMEN 3 LITORALES Y MARES

VOLUMEN 4 LAS PROVINCIAS OCCIDENTALES

VOLUMEN 5 LAS PROVINCIAS CENTRALES

VOLUMEN 6 LAS PROVINCIAS CENTRO-ORIENTALES

VOLUMEN 7 LAS PROVINCIAS ORIENTALES

VOLUMEN 8 LA ISLA DE LA JUVENTUD

VOLUMEN 9 LA HABANA, CAPITAL DE CUBA

VOLUMEN 10 GEOLOGÍA

VOLUMEN 11 EL ORIGEN DE CUBA

VOLUMEN 12 CLIMATOLOGÍA

VOLUMEN 13 LAS AGUAS

VOLUMEN 14 ECONOMÍA Y RECURSOS NATURALES

VOLUMEN 15 CUBA CALCÁREA

VOLUMEN 16 LA SIERRA DE LOS ÓRGANOS

VOLUMEN 17 LA CUENCA DEL TOA

VOLUMEN 18 CUBA SUBTERRÁNEA

VOLUMEN 19 LAS CUEVAS DE CUBA.

Clasificación Genética

 

VOLUMEN 20 LA GRAN CAVERNA DE SANTO TOMÁS

VOLUMEN 21 LA CUEVA DE BELLAMAR

VOLUMEN 22 LAS CUEVAS DE CAGUANES

VOLUMEN 23 ARTE RUPESTRE

VOLUMEN 24 ARQUEOLOGÍA DE PUNTA DEL ESTE

VOLUMEN 25 GEOTRANSFORMACIÓN DE CUBA

En colaboración con la Lic. Liliana Núñez Velis

VOLUMEN 26 HACIA UNA CULTURA DE LA NATURALEZA

VOLUMEN 27 GEOGRAFÍA DE LA HISTORIA

VOLUMEN 28 HISTORIA DE LA CARTOGRAFÍA

VOLUMEN 29 EL ALMIRANTE EN LA TIERRA MÁS HERMOSA

VOLUMEN 30 CULTURA, ESTADO Y REVOLUCIÓN

VOLUMEN 31 EL PUEBLO CUBANO

VOLUMEN 32 LOS ESCLAVOS NEGROS

VOLUMEN 33 EL PUEBLO CUENTA SU HISTORIA

VOLUMEN 34 LA ABUELA

VOLUMEN 35 WIFREDO LAM

VOLUMEN 36 VIDA Y OBRA DE TRANQUILINO SANDALIO DE NODA

VOLUMEN 37 LA COMIDA EN EL MONTE.

Cimarrones, mambises y rebeldes

En colaboración con la Lic. Liliana Núñez Velis

VOLUMEN 38 BOJEO DE CUBA

VOLUMEN 39 CON LA MOCHILA AL HOMBRO

VOLUMEN 40 EL LIBRO DEL TURQUINO

VOLUMEN 41 LA PENÍNSULA DE GUANAHACABIBES

VOLUMEN 42 JOSÉ MARTÍ: LA NATURALEZA Y EL HOMBRE

VOLUMEN 43 POR LA RUTA DE MARTÍ Y GÓMEZ

VOLUMEN 44 GEOPOÉTICA DE CUBA

VOLUMEN 45 LA PALMA REAL

VOLUMEN 46 EN MARCHA CON FIDEL. 1959

VOLUMEN 47 EN MARCHA CON FIDEL. 1960

VOLUMEN 48 EN MARCHA CON FIDEL. 1961

VOLUMEN 49 EN MARCHA CON FIDEL. 1962

VOLUMEN 50 EL CHE EN COMBATE.

Campaña guerrillera en Cuba central 



Edición: Lic. Rosario Esteva Morales

Cubierta, diseño interior y composición: Lic. Carlos Alberto Talavera Coronel

Emplane e-book: Amarelis González La O




Primera edición, 1990

Segunda edición, 2016

 


Cubierta: Boca de la Cueva del Abono. Al fondo, el Gran Mogote de la Tuna o La Cazuela.

Valle de Quemado. Foto del autor.

Fotos interiores: Antonio Núñez Jiménez



 

© Herederos de Antonio Núñez Jiménez, 2016

© Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre, 2016

© Sobre la presente edición:

Editorial Científico-Técnica, 2017





ISBN 978-959-230-001-9 Obra Completa

ISBN 978-959-230-097-2 Volumen 20

ISBN 978-959-05-0996-4  




 

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público.

 

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A Los Malagones,

primeros milicianos

de la Revolución Cubana.

 

AGRADECIMIENTOS


A Nicasio Viña Bayés, Carlos Aldana Vilas y Ángel Graña González, por la revisión de los manuscritos de esta obra, así como por su colaboración en las exploraciones y estudios de la Gran Caverna de Santo Tomás. Viña colaboró con el autor en la redacción del capítulo sobre la fauna, mientras que Aldana lo hizo en relación con los capítulos, dedicados a los experimentos con trazadores y el Sistema Subterráneo de Quemado.


A Luis E. Díaz Carcassés, Luisa Fernández, Mercedes Sánchez, Virginia Tur Betancourt y Roxana Villalba Rojas por sus trabajos mecanográficos y de computación.


Otros colegas que ayudaron al autor son mencionados a lo largo de toda la obra con toda nuestra gratitud.


INTRODUCCIÓN




La exploración y estudio de la Gran Caverna de Santo Tomás constituye una parte importante de la historia de la Sociedad Espeleológica de Cuba. El año 1954, 14 años después de su f+undación, marcó el inicio de las investigaciones subterráneas a la Sierra de Quemado. Nadie podía prever que sus espeluncas serían admiradas después como las más importantes de Cuba, no solo por su magnitud de 46,2 kilómetros, sino por los tesoros científicos que encierran, por sus fósiles pleistocénicos y las bellezas indescriptibles que las adornan, nombradas por nosotros Gran Caverna de Santo Tomás, porque a lo largo de nuestras exploraciones pudimos comprobar que la intrincada red de galerías subterráneas había sido originada por antiguos ríos, en la actualidad representados por el Arroyo de Santo Tomás y sus afluentes, tributarios al Río La Caoba, que a su vez confluye al Cuyaguateje.

Las cuevas abiertas en la Sierra de Quemado eran solo conocidas hasta entonces por los campesinos de la región en algunas de sus bocas y galerías iniciales. Desde el siglo pasado, los habitantes del Valle de Quemado visitaban la Cueva del Salón, así denominada porque en sus primeros compartimientos celebraban ocasionalmente sus romerías y bailes. De otras de aquellas espeluncas, los campesinos extraían guano de murciélago para fertilizar sus campos tabacaleros y utilizar aguas de sus pocetas cuando sobrevenían sequías extraordinarias y el Arroyo de Santo Tomás prácticamente agotaba su caudal.

Igualmente, ciertas cuevas de la serranía mogótica de Quemado fueron conocidas por los indios precolombinos, quienes dejaron en ella manifestaciones de su Arte Rupestre. También las utilizaron como viviendas los negros cimarrones, fugados de las antiguas haciendas vueltabajeras.

Esta Gran Caverna de Santo Tomás, la princesa de las espeluncas cubanas, por su importancia concentra en sí una historia que va desde los indios primitivos hasta la Revolución Socialista. Recordemos que, a mediados del 1959, en la amplia entrada de la Cueva de Mesa, y por orientación del Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, nos reunimos con los campesinos de la zona para constituir una de las primeras cooperativas de la Revolución, la del Moncada.

Días después, Fidel funda allí la primera milicia campesina de Cuba: Los Malagones. En 1984, por orientaciones del General de Ejército, Raúl Castro Ruz se constituye en aquella caverna la Escuela Nacional de Espeleología, la cual contribuyó notablemente a la formación de casi 3 000 espeleólogos de todo el país. En 1995, se constituye la Escuela Internacional de Espeleología.

La exploración y estudio de la Gran Caverna de Santo Tomás se ha realizado en cuatro etapas: la primera, se inició en el citado año 1954 hasta el triunfo revolucionario en enero de 1959; la segunda, desde ese año hasta la fundación de la Escuela Nacional de Espeleología, en 1984; la tercera etapa se desarrolló hasta 1993 en que comenzamos la cuarta y actual etapa en la que, aunque no consideramos concluida, realizamos un cierre preliminar de sus resultados hasta diciembre de 1997, con motivo de la nueva edición de este libro.

Durante la cuarta etapa, comenzamos el estudio de la Sierra de Quemado como Sistema Subterráneo, de acuerdo con el concepto aprobado en el Simposium XXX Aniversario de la Sociedad Espeleológica de Cuba que dice: "Cuando se trate de las cavidades abiertas a veces sin comunicación subterránea en una región cársica que posee unidad geológica y geomorfológica". Como resultado hemos estudiado un número todavía pequeño de cavidades en la Sierra de Quemado, las que no se encuentran directamente conectadas a la Gran Caverna de Santo Tomás, a lo cual hemos nombrado Sistema Subterráneo de Quemado. La suma preliminar de sus galerías es de 5 199 metros.

Es nuestro propósito no limitarnos a describir las exploraciones de la Gran Caverna y el Sistema Subterráneo de Quemado, sino también referirnos a los habitantes de la región, tanto de los años pre-revolucionarios como después del Triunfo de la causa de Fidel Castro, así como la descripción de su primitiva economía campesina bajo la explotación capitalista con algunos rasgos feudales, sus costumbres, su folclore y sus leyendas, además del aporte cultural, científico, económico y en el orden humano que ha significado la presencia de los espeleólogos en estos paisajes cubanos durante más de 40 años de arduo quehacer. De toda esta historia trata la presente obra, publicada como parte de nuestra cruzada "Hacia una Cultura de la Naturaleza" y con motivo del Aniversario 58 de la Sociedad Espeleológica de Cuba.


El autor


EXPLORACIÓN
DE LA GRAN CAVERNA

 

PRIMERA PARTE

SIERRA DEQUEMADO





Portadilla



CAPÍTULO I



CAP1.1_fmt

Mapa de ubicación geográfica del Parque Nacional Viñales. 
En el extremo Suroeste se encuentra la Sierra de Quemado. Mapa de Hermes Farfán González.

 


Cueva


LÍMITES Y EXTENSIÓN


La Sierra de Quemado es uno de los bloques orográficos en que se divide la gran Sierra de los Órganos, sector occidental de la Coordillera de Guaniguanico, en el Occidente de Cuba.

Esta serranía es un notable ejemplo de carso mogótico, cónico o cupular. Limita por el Norte con la Sierra de Celadas, perteneciente a la Sierra de Viñales-Pan de Azúcar, mientras que hacia el Sur está limitada por el Valle de Isabel María; por el Oeste, lo hace con el Valle de Quemado y por el Este, con el Valle de Santo Tomás y las Alturas de Pizarras del Sur.

El macizo cársico de la Sierra de Quemado, orientado de Nornoreste-Sursuroeste, se extiende a lo largo de 8,5 kilómetros con un ancho máximo de 2,5 kilómetros. Su altitud mayor, alcanzada en el Mogote de los Álvarez, es de 457 metros.


GEOMORFOLOGÍA


Vista desde el aire, esta serranía se presenta en general como un murallón de superficie muy irregular, formado por mogotes y dolinas u hoyos cársicos, alineados a lo largo de su eje longitudinal, la mayoría de ellos separados por tabiques calcáreos de paredes muy verticales. Hacia el Sur, la Sierra se abre longitudinalmente a lo largo de casi 3 kilómetros y deja entre ambos una ensenada, según la terminología de los campesinos. Esta ensenada, conocida por Rodríguez, tiene una anchura de 700 metros y es una prolongación más abierta de las dolinas mencionadas.

A lo largo de la serranía, se observan alturas mogóticas cupulares muy prominentes como Los Cerritos, una de las cuales posee 405 metros de altitud; punto culminante del brazo orográfico oriental de la Sierra.

En el brazo occidental se alza el cono cársico de los Álvarez, que presenta la singularidad de constituir un mogote-hoyo, de acuerdo con la clasificación del autor.

Una morfología especial en la Sierra de Quemado es la que se extiende a lo largo de 2,5 kilómetros en el sector suroccidental, de aspecto amesetado, con un promedio de casi 300 metros de altitud; hacia el extremo Suroeste vuelve a adquirir morfología mogótica, zona conocida con el nombre de Juan Alonso. La parte amesetada, presenta laderas más suaves, generadas por una gruesa capa de cobertura de una formación de areniscas, conocida como Manacas (Pica-Pica), donde afloran estratos muy finos de caliza de la Formación Pons; la mencionada capa de cobertura imprime características hidrológicas particulares a esta región amesetada, que la diferencia del resto de la zona de resolladeros en la ladera occidental de la Sierra de Quemado.

De acuerdo con la clasificación popular de los campesinos de la región, la morfología de la Sierra de Quemado y sus valles colindantes está constituida por conos cársicos y otras elevaciones calizas que reciben el nombre de mogotes; a las dolinas o formas negativas del paisaje cársico les llaman hoyos, mientras que a los valles más amplios, originados entre los mogotes y las elevaciones más suaves, reciben ese nombre: valles. Las elevaciones de pizarras son sabiamente llamadas lomas por los campesinos; los recodos de los valles, abiertos dentro de la serranía mogótica, son denominados ensenadas; finalmente tenemos las costaneras, depresiones abiertas en forma estrecha entre los mogotes y las lomas.


GEOLOGÍA


A los factores expuestos, debemos agregar la estructura y composición geológica de la Sierra de Quemado. Este macizo se compone de rocas calizas de diferentes tipos y edades de las formaciones Guasasa, Miembro San Vicente, Jurásico Superior Oxfordiano-Tithoniano; también se encuentra el Miembro Infierno del Jurásico Superior, Tithoniano-Cretácico y Superior Turoniano y Jagua, Jurásico Superior, según el Mapa Geológico de Cuba, a escala 1/250 000 de 1985. La Formación Jagua forma, al pie de la Sierra de Quemado, una rampa sobre la que se yerguen los paredones verticales constituidos por la Formación Guasasa con morfología mogótica, esta última con estratos que presentan generalmente buzamientos entre 30°y 73° al Este y el Sureste.


ESPELEOLOGÍA


La particularidad más destacada de la Sierra de Quemado la constituyen sus redes de cuevas, las más extraordinarias de Cuba, no solo por sus magnitudes espeleométricas, sino también por sus bellezas naturales, su interés paleontológico, arqueológico y otros muchos factores.

La principal manifestación espeleológica de esta serranía es la Gran Caverna de Santo Tomás, de 46 250 metros explorados y cartografiados hasta el presente (1997); se abre diagonalmente a la Sierra de Quemado y sus galerías han sido originadas por los arroyos que fluyen desde las formaciones impermeables de las Alturas de Pizarras de la Formación San Cayetano (Jurásico Inferior), hasta penetrar en las calizas agrietadas y estratificadas de la serranía. Las pequeñas cuencas formadas por los arroyos De Santo Tomás, De Peñate, Del Bolo, De La Tierra y De los Cerritos fluyen hacia la serranía y forman una compleja red activa de galerías subterráneas que aprovechan los patrones de carsificación y se organizan en el interior de este macizo, para luego verter sus aguas hacia el Valle de Quemado, principalmente por el Resolladero del Arroyo de Santo Tomás, aunque la zona de manantiales y surgencias asociada a la Gran Caverna se extiende a lo largo de la ladera occidental por una distancia de 2,8 kilómetros al Sur del citado resolladero, lo cual es sumamente beneficioso para el riego de los cultivos y la supervivencia de los campesinos del Valle de Quemado.

La Gran Caverna de Santo Tomás posee siete niveles superpuestos, ubicados entre las altitudes de 113 metros en el Resolladero del Santo Tomás y la Cueva Inalcanzada, a una altitud de 202 metros, para un desnivel total de 89 metros.

Otras cuevas se abren también en el macizo cársico de la Sierra de Quemado, las cuales hasta el presente no se encuentran conectadas a la Gran Caverna.

Hemos dado el nombre de Sistema Subterráneo de Quemado al conjunto total de las grutas, cuevas, cavernas y ríos subterráneos que perforan las calizas de esta serranía y que poseen unidad geológica, geomorfológica e hidrológica.


VEGETACIÓN


En las lomas de pizarras que colindan con la Sierra de Quemado, especialmente por la ladera oriental, existen suelos derivados de pizarras, y arenas silíceas, donde predominan los pinares, representados principalmente por dos especies, el pino macho o Pinus caribaea y el pino hembra o Pinus tropicalis, especies acompañadas por la encina o Quercus oleoides, el peralejo de sabana o Byrsonima coassifolia, el bomitey o Rondeletia correifolia, el vacabuey o Curatella americana y el cerezo del pinar o Eugenia punicifolia. En el piso herbáceo de los pinares, predominan las gramíneas de los géneros Sorghastrum, Andropogon, Aristidia y otros.

Si realizamos un perfil transversal de la serranía, observamos muy próximo a las laderas calizas, cuando la agricultura y la ganadería no han cambiado el paisaje original, el predominio del bosque semideciduo, donde existen árboles como la caoba o Swietenia mahagoni, el cedro o Cedrela odorata, el almácigo o Bursera simaruba, la ceiba o Ceiba pentandra, el caimitillo o Chyssophyllum oliviforme, el ateje o Cordia collococca, el sabicú o Lysiloma sabicú, el soplillo o Lysiloma latisiqua, la guásima o Guazuma tomentosa y otros.

A medida que ascendemos por los derrumbes de las laderas, hasta la base de los altos farallones observamos un bosque semideciduo arbustivo que crece en suelos de poca profundidad. Ya en los farallones verticales y en general en las elevaciones mogóticas de esta sierra encontramos la vegetación típica del mogote, caracterizada por árboles y palmas enraizadas en las fisuras (casmofitismo), como, por ejemplo, el ceibón o drago, científicamente conocido por Bombacopsis cubensis, con su tronco en forma de botella y corteza amarillo verdosa, el roble caimán o Ekmanianthes actinophylla con la corteza surcada y el protocán o Spathelia brittonii. Otras especies típicas del mogote son: la palma de sierra o Gaussia princeps, endémica, y la palmita o Thrinax morrisii; abundan además los magueyes del género Agave, el lirio o Plumieria obtusa, los cactus trepadores y otros.

En las paredes a veces se presentan cortinas de macusey hembra o Philodendron krebsii, el bejuco de lombrices o Anthurim venosum y muchas otras especies, de las cuales un buen número son endémicas.

Como resultado de las exploraciones a la Sierra de Quemado, tanto en sus laderas occidental y oriental, como en los hoyos o dolinas interiores se han descubierto importantes colonias de centenares de miembros de la palma corcho o Microcycas calocoma, lo cual ha aumentando con ello sensiblemente las localidades de esta especie, considerada Monumento Nacional, exclusiva de la Sierra de los Órganos.


VALLES CÁRSICOS INTRAMONTANOS


Alrededor de la Sierra de Quemado se abren valles cársicos intramontanos muy hermosos; en sus superficies se alzan pintorescos mogotes solitarios, lo que los asemeja al tipo geomorfológico correspondiente al Valle de Viñales; son los valles de Quemado, Isabel María y Santo Tomás.


VALLE DE QUEMADO


Entre las sierras de Quemado, Celadas, las Lomas de Pizarras del Norte y la Sierra de Cabezas, se abre el Valle de Quemado, que de Norte a Sur tiene una longitud de 7 kilómetros y de Este a Oeste un promedio de 3,5 kilómetros de anchura. En su centro, se alza el prominente Gran Mogote de la Tuna, también conocido como La Lata o La Cazuela de 278 metros de altitud. El sector Oeste del valle se sitúa a una altitud promedio de 150 metros, el que desciende suavemente en la medida en que nos aproximamos a la ladera occidental de la Sierra de Quemado, donde posee altitudes de 113 metros. El fondo del Valle de Quemado está formado geológicamente por una cubierta pleistocénica, así como por pizarras, lentes de calizas y un afloramiento de serpentinitas.

Paralelo a la ladera mogótica, fluye en dirección Suroeste el Arroyo de la Caoba, el cual después de captar las aguas que provienen de los niveles fluviales activos del Sistema Subterráneo de Quemado, confluye al Cuyaguateje, principal río de la provincia pinareña.

El Valle de Quemado está atravesado por las carreteras de Viñales al pequeño pueblo de Pons y de este a Cabezas, en el extremo Oeste del Valle de Isabel María.

La población campesina del Valle de Quemado se agrupa en la cooperativa situada a 6 kilómetros al Este del poblado de Pons. Se dedica principalmente al cultivo del tabaco; muy próximo a las laderas de la Sierra de Quemado, las superficies pertenecientes a los planos de inundación de los manantiales y del Río La Caoba son aprovechados para el cultivo del arroz, debido a la permanente humedad del suelo.


VALLE DE ISABEL MARÍA


Al Sur, y rodeado por el extremo meridional de la Sierra de Quemado, se encuentran las sierras de Cabezas y Sumidero y por el Sureste, entre la serranía y las Lomas de Pizarras del Sur, se abre el bellísimo Valle de Isabel María, también con mogotes solitarios, como el Del Cementerio, de 183 metros de altitud, alzado sobre la superficie del valle, situada a 100 metros aproximadamente sobre el nivel del mar, por donde fluye el Río Isabel María que a su vez confluye al Cuyaguateje.

La población más importante de este valle es el caserío de Cabezas, dedicada al cultivo del tabaco, arroz y viandas, aunque en la Ensenada de Rodríguez se explotan los suelos como pastos para el desarrollo de la ganadería.


VALLE DE SANTO TOMÁS


Finalmente, tenemos el Valle de Santo Tomás, de 4 kilómetros de largo con una anchura mayor que apenas alcanza 1 kilómetro. En su superficie, se alzan mogotes solitarios, elevados hasta 30 metros sobre el piso del Valle, situado a 136 metros de altitud en su parte central y 125 en el Sumidero del Arroyo de Santo Tomás en la Sierra de Quemado. En este Valle se asienta la comunidad campesina de El Moncada, una de las primeras fundadas después del triunfo de la Revolución.

La Sierra y Valle de Quemado originalmente recibían el antiguo nombre de Los Quemados de Pineda, debido a que en aquellos paisajes su propietario, de apellido Pineda, practicaba la quema del monte con el objetivo de abrir espacio a la agricultura y la ganadería. Posteriormente, el plural Quemados se transformó por el uso popular en Quemado.


 

CAP1.2
Sierra de Quemado vista desde el Norte. Se distingue la alineación de hoyos y dolinas. A1 fondo, la Ensenada de Rodríguez y el Valle de Isabel Marta; a la derecha, se observa la ladera occidental por el Valle de Quemado. Foto del autor.


Se inicia la exploración

 

Portadilla

CAPÍTULO II





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El autor cartografiando la Cueva del Salón, en septiembre de 1954. Archivo FANJ.



Cueva


El 18 de septiembre de 1954, la Sociedad Espeleológica de Cuba inicia la exploración sistemática de las cuevas abiertas en la Sierra de Quemado.

Para llegar hasta la Cueva del Salón, viajamos por la Carretera Central desde La Habana hasta la ciudad de Pinar del Río y de ahí al caserío de Cabezas; después continuamos a pie por un pésimo camino, casi paralelo a la Sierra de Quemado, hasta Pons, formado por unas diez casas, ubicadas a pocos pasos del extremo meridional de la Sierra de Celadas, donde crecen las raras palmas de corcho (Microcycas calocoma). Este caserío está situado a unos 4,5 kilómetros de la falda noroccidental de la Sierra de Quemado. En aquel entonces no existía la carretera que construyó el Gobierno Revolucionario 5 años después del viaje que describimos.

A medida que avanzamos entre vegas tabacaleras, la Sierra de Quemado con sus abruptas y casi verticales laderas, semeja el lomo oscuro de un colosal paquidermo.

El Valle de Quemado por el que avanzamos, ya descrito, se iguala geomorfo-lógicamente al famosísimo Valle de Viñales, prototipo de las tan características poljas abiertas entre las calizas y el lomerío pizarroso. Al acercarnos a la serranía de Quemado, observamos cómo en el valle se alzan grupos de mogotes pequeños, semejantes a cúpulas y pagodas, muy taladrados por grutas y pasadizos.

Llegados casi al pie de la cordillera, vemos la casa más cercana, frente a la alta boca de la Cueva del Salón. Aquí conocemos a la familia de los Camacho. Cabeza de la familia, la campesina Aurelia Camacho, nos brinda su casa como campamento, ofrecimiento que rehusamos para instalarnos en el primer compartimiento de la Cueva del Salón, elevada a 12 metros sobre el nivel del valle y a 125 metros de altitud.

Encaminamos nuestros pasos hacia la cueva, en parte enmascarada por la vegetación que arraiga en las abruptas laderas mogóticas. En el corto camino, contemplamos la enorme boca de otra cueva más alta, llamada Del Abono, y hacia la derecha el Resolladero del Arroyo de Santo Tomás, abierto al nivel más bajo del piso del valle a 113 metros sobre el nivel del mar.

Tras subir parte de la ladera casi vertical de la Sierra de Quemado, llegamos a la Cueva del Salón. Hasta aquí nos ha acompañado Aurelia, conocida en todo el vecindario por La Vieja y que con gran naturalidad se dispone a ayudarnos a instalar nuestro campamento en unión de sus hijos, a quienes llama El Viejo (Hipólito), Nano (Conrado), El Niño (Cruz), Li, La Niña y su nieta, La Niñita.

A la vista de numerosos vecinos del valle, atamos nuestras hamacas de las estalactitas y rocas del primer salón de la espelunca y después de encender los faroles, nos disponemos a penetrarla. El vecindario queda en la boca de la cueva, observándonos con la curiosidad natural de quienes no están acostumbrados a la visita de forasteros.


EL PRIMER SALÓN


El primer salón tiene 24 metros de largo, con un ancho máximo de 9 metros, y se dirige en dirección al Nordeste. Al finalizar se estrecha en forma de pasadizo de solo 0,30 metro de ancho, por donde apenas cabe el cuerpo del explorador. Sentimos una corriente de aire producida precisamente por tal estrechamiento rocoso.


SALÓN DE LA QUILLA


Las paredes son de roca estructural, caliza oscura, con intercalaciones o estratos de sílice. Después, la cueva vuelve a ampliarse en otro salón de 33 metros de largo y 10 de ancho con una salida alta al Valle de Quemado. Bautizamos este salón con el nombre de La Quilla, debido a que el techo estructural semeja la parte inferior de un gran barco. Dos diaclasas o grietas paralelas permitieron que las aguas aciduladas modelaran esta curiosa morfología.

El próximo salón se adorna con bellísimas estalactitas, estalagmitas, fuentes y paletas, estas, llamadas así, por su parecido con la tablilla de los pintores. Se destaca una columna rematada con una paleta a modo de capitel, no adosada ni al techo ni a las paredes de la cueva, planteándonos el problema de cómo se originó esta formación secundaria. Más adelante, observamos otra paleta horizontal en forma de disco, adherida por uno de sus bordes a la pared, de cuyo plano interior penden muy blancas estalactitas. Otra paleta se presenta horizontal, mientras algunas adoptan la forma de erectas orejas de burro.

A partir de aquí, la cueva vuelve a tener un rumbo entre el Norte y el Este generalmente mantenido hasta su final, disposición generada por la diaclasa central que permitió la apertura de esta cueva y sirvió de guía a las aguas subterráneas para su génesis.


LA GRAN COLUMNA


Pasamos al Salón de la Gran Columna, así nombrado porque en su centro se levanta una altísima estalactostalagmita. La cueva continúa por una larga galería con tramos rectilíneos de más de 100 metros de largo. En su piso, tapizado por carbonato de cal, se levantan numerosas formaciones secundarias con irregularidades que a veces nos hacen descender bruscamente.

Después nos adentramos en la espaciosa y bellísima caverna. A cada paso descubrimos pequeñísimos lagos de aguas tan cristalinas en las que uno puede caer porque el líquido resulta invisible y donde hallamos redondeadas perlas de cuevas.


LCUEVA DE LA VELA Y CUEVA ALTA


Un enorme y antiguo derrumbe en la pared de la izquierda, formado por grandes clastos y bloques calizos desprendidos de la alta bóveda, situada a unos 20 metros de altura sobre el piso de la Cueva del Salón, deja visible dos altos boquetes de una caverna superior aún desconocida y que luego conoceríamos con los nombres de Cueva de la Vela y Cueva Alta.


SALÓN DE LA LUNA


Pocos metros más adelante, llegamos al Salón de la Luna, donde contemplamos las más bellas y grandes estalagmitas de tope ahuecado del gran sistema subterráneo de Santo Tomás. En el fondo de un primitivo lago, ahora seco, se alzan esos bellísimos conos, algunos de un metro de elevación, con sus oscuros cráteres; el conjunto semeja un quieto paisaje lunar que solo las luces de nuestras linternas despojan de sus oscuridades perennes.

La mayor de esas estalagmitas huecas mide 1,50 metros de altura; su diámetro inferior es de 0,30 metro y la profundidad del cráter 0,40 metro. Al cortar por su base una de esas formaciones para su estudio, se observa la continuación del cráter, muchas veces tupido por las sales de calcita al igual que el interior de los volcanes, a menudo rellenos de lava.


EL GRAN CORTINAJE


Dejamos atrás el Salón de la Luna y continuamos la exploración a lo largo de la galería principal que mantiene su rumbo unas veces al Norte y otras, al Noroeste o al Nordeste. Así, llegamos al salón que denominamos El Gran Cortinaje, por la formación secundaria de puntiagudas estalactitas que embellece esta galería. El piso forma una placa constituida por carbonato de cal, posiblemente originada en el fondo de un lago. Atractivas formaciones del tipo gours o represas de pocos centímetros de alto con incontables y pequeños huecos circulares permiten ver, a través de ellos, cómo la mencionada placa forma a su vez el techo de una galería inferior. Ampliamos uno de aquellos huecos y descendemos a la gruta de abajo. Comprobamos que su piso está formado por fango. Resulta evidente que la cueva sirvió de galería a un río subterráneo que depositó sus sedimentos; sobre estos se concrecionó el citado piso de carbonato de cal y las formaciones de gours; posteriormente una reactivación fluvial o de aguas vadosas o de infiltración lavó parte de aquellos sedimentos y reabrió así la cueva inferior.


HALLAZGOS DE MEGALOCNUS


Hacia adelante, altísimas columnas de más de 20 metros de alto adornan la cueva y vemos enormes estalagmitas caídas y cementadas en el piso por el carbonato de cal. También comprobamos la existencia de furnias verticales. La galería continúa con el suelo tan plano que parece trabajado por expertos albañiles.

Unos pasos más y descubrimos, incrustados en el duro piso secundario, huesos de Megalocnus rodens y de la jutía Geocapromys, claro indicio de su contemporaneidad con la génesis de este piso secundario. Tales especímenes fósiles se localizan a 100 metros del que llamamos Pasadizo de la Salida.

Continuamos hacia delante después de estudiar aquellos huesos fósiles y atravesamos nuevos y pequeños lagos. Al iluminar el techo, observamos un curioso fenómeno: una alta formación de carbonato de cal presenta en su plano inferior, a varios metros sobre el suelo, incontables cantos rodados transportados hasta aquí originalmente por la primitiva corriente fluvial y sobre los cuales, en tiempo remotos, se sedimentó un piso calcáreo; posteriormente, la reactivación de la fluencia acuática arrastró la masa inferior de aquellos cantos rodados y dejó solo los cementados en la parte inferior del primitivo piso, de modo que ahora este se encuentra, como hemos dicho, como una pérgola a varios metros de altura sobre el nuevo suelo de la caverna.


EL HOYO DE FANÍA


El Pasadizo de la Salida, abierto en la pared derecha de la cueva, nos conduce hacia el Hoyo de Fanía, una dolina o pequeño valle cársico, abierto en la Sierra de Quemado, de fondo plano y paredes verticales, cubierto de vegetación. Junto a la salida cavernaria observamos una furnia de unos 10 metros de profundidad que conduce a una galería inferior llamada por nosotros Cueva de Dacal.

En una exploración inicial del Hoyo de Fanía, descubrimos varias entradas de cuevas, entre estas las que muy posteriormente bautizaríamos como Cueva de la Vela Dos y Tres.

Regresamos a la galería principal de la Cueva del Salón y continuamos hacia adelante. Luego de pasar un amplio lago de muy poca profundidad, la cueva se bifurca y el ramal de la derecha, con rumbo al Oeste y de unos 30 metros de largo, nos conduce de nuevo al Hoyo de Fanía.

A lo largo de la galería terminal de la Cueva del Salón, cercana al Hoyo de Fanía, podemos medir el buzamiento en dos lugares donde afloran estratos de sílice intercalados entre los calizos y el resultado es el siguiente: 25° al Sureste y 37° en igual rumbo.

Al terminar la cartografía de la Cueva del Salón, comprobamos que tiene 1 194 metros de largo. Evidentemente es uno de los sectores más bellos de la Gran Caverna de Santo Tomás.

De la anterior exploración, podemos confirmar que la Cueva del Salón constituyó hace miles de años el cauce de un río subterráneo, lo cual quedó probado por la presencia de numerosos cantos rodados, procedentes de las lomas pizarrosas por donde fluye el curso superior del Arroyo de Santo Tomás, que pacientemente fue labrando esta Gran Caverna.


CUEVA INFERIOR


En esta galería final de la Cueva del Salón, una furnia abierta en su piso, al ser descendida, nos conduce a otra espelunca que luego se cierra por su parte posterior y que tiene comunicación con el Hoyo de Fanía. Es bautizada Cueva Inferior, y su largo resulta ser de 68 metros.


CUEVA DE DACAL


La mencionada Cueva de Dacal tiene su boca, como ya dijimos, inmediatamente debajo del Pasadizo de la Salida de la Cueva del Salón que nos condujo al Hoyo de Fanía. Esa espelunca tiene un recorrido total de 108 metros. Su parte final sale al extremo Norte de la Del Salón. Debe destacarse su belleza, especialmente por sus formaciones parietales semejantes a cactáceas columnares.

El piso de esta cueva está cubierto por placas formadas de caracoles Zachrysia que han sido cementados por carbonato de calcio. Algunos de estos han servido como núcleo a perlas especiales de cuevas.



CAP2.2

La Cueva del Salón comunica el Valle de Quemado con el Hoyo de Fanía. Croquis del autor.

 

Por la Cueva de las Represas
al Hoyo de Fanía

 

Portadilla


CAPÍTULO III

CAP3.1.tif

La Cueva de las Represas funciona en época de lluvias como galería de inundación del Arroyo de Santo Tomás. Foto del autor.

 


Cueva



El mismo día, 18 de septiembre de 1954, después del recorrido inicial por la Cueva del Salón, bajamos al precipicio casi contiguo a la entrada de esa espelunca, donde hemos establecido nuestro campamento. Antes de descender, y desde la alta cueva donde estamos situados, contemplamos, de espaldas al Valle de Quemado, la colosal caverna abierta al final del abismo, unos 15 metros hacia abajo.


CUEVA DEL TÚNEL


Amarramos la soga a una estalagmita, la dejamos caer hacia el abismo y descendemos para situarnos en la galería inferior; comprobamos que esta continúa paralela a la Sierra de Quemado y a la cual damos el nombre de El Túnel. Tiene una longitud de 75 metros, y se une al Resolladero del Arroyo de Santo Tomás. El extremo Norte de El Túnel comunica con la espelunca, bautizada Cueva de las Represas, que ahora exploramos.


COMENZAMOS A EXPLORAR LA CUEVA DE LAS REPRESAS


Avanzamos con un rumbo inicial del Nordeste, o sea, semejante al de la Cueva del Salón, abierta, como hemos dicho, en un nivel superior.

Después de andar 31 metros en la dirección señalada, esta cueva hace un giro casi en ángulo recto hacia el Norte por espacio de 18 metros, donde sigue de nuevo el camino del Nordeste, es decir, la espelunca se presenta con meandros o zig zags. Su bóveda fluctúa entre 8 y 12 metros de alto y su anchura entre 4 y 8 metros.


GOURS O REPRESAS


Lo más importante de esta Cueva de las Represas son sus grandes e irregulares gours o represas que forman preciosas piscinas escalonadas, algunas de 3 metros de profundidad. Los muros de estas represas gigantescas se originan a medida que sube el nivel del agua, pues al fluir sobre sus bordes, dejan sedimentadas sales de carbonato de cal.

Caminamos con el agua hasta las rodillas y, en ocasiones, al aumentar la profundidad, nos vemos obligados a usar el bote de goma sobre el que cargamos el equipo explorador y nadamos detrás de él, por lo que lo impul-samos. Otros exploradores van montados sobre cámaras de neumáticos de automóviles y así avanzamos por estas entrañas de la Cordillera de Guaniguanico.

Cada metro hacia adelante es un paso de descubrimiento y de maravilla en este palacio de agua y cristal, con paredes azul oscuro, cuarteadas por numerosas vetas de calcita blanquecina. El color de las represas es ligeramente rosado, lo que contrasta con el blanco de las estalactitas y los mantos multicolores.

El techo está agrietado longitudinalmente. Esas diaclasas, como ya dijimos al describir la Cueva del Salón, fueron las que permitieron al Arroyo de Santo Tomás labrar las hermosas y descomunales cavernas ahora transitadas por nosotros.


LLEGAMOS A UN RÍO SUBTERRÁNEO


A centenares de metros de la entrada de la Cueva de las Represas, penetra por ella el Arroyo Subterráneo de Santo Tomás, que sigue hacia el Valle de Quemado por una vía ligeramente inferior y no por la mencionada cueva. Evidentemente, cuando el río crece, su caudal se vierte por esta espelunca. Pensamos en lo que sería una crecida del río y su trágico desenlace. Seguimos adelante.

A cada momento, es necesario llevar a cuestas el bote de goma y el equipo para subirlos por los paredones de las irregulares represas, las más notables y bellas de Cuba.

Más adelante, el bellísimo y limpio panorama cambia radicalmente. Las piscinas escalonadas, las brillantes estalactitas y los vistosos mantos dejan lugar a descomunales e imponentes derrumbes. Por debajo, en dirección contraria a nuestro avance, corren las aguas del Arroyo de Santo Tomás. Para trepar por los altos bloques derrumbados se hace necesario abandonar el bote, las cámaras y gran parte de nuestro equipo sobre la embarcación de goma, atracada a un improvisado muelle de roca.

Así, pasamos sobre abismos, derrumbes y grandes pocetas de oscuras aguas y podemos ver en la alta pared de la caverna, una boca por la cual penetra alguna luz.


OTRA VEZ EN EL HOYO DE FANÍA


Las aguas fluviales suben de nivel visiblemente y decidimos salir por la ventana de luz situada enfrente; arribamos por ella al Hoyo de Fanía donde llueve a cántaros, mientras el aire mueve las ramas de los arbustos. En este momento, Cuba está amenazada por el paso de un ciclón y temiendo una mayor creciente del río, regresamos y dejamos para más adelante la continuación de nuestro viaje subterráneo.

Rodeado por formidables farallones calizos, cubiertos de intrincada vegetación, el Hoyo de Fanía se extiende de Norte a Sur, por más de 200 metros en esa dirección y 100 metros de anchura. Su piso está cubierto por arrastres térreos entre los que sobresale el agudo diente de perro. Hacia su extremo meridional, el cauce del Arroyo de Santo Tomás. Al seguirlo, nos conduce aguas arriba a su resolladero por el hoyo, el cual riega a cielo descubierto para sumergirse de nuevo por el citado derrumbe de la Cueva de las Represas y salir después al Valle de Quemado.

Para explorar los farallones del Hoyo de Fanía, es necesario pasar entre su tupida vegetación. Confirmamos que presentan numerosas bocas de cuevas. Una de ellas, muy alta sobre el fondo del hoyo es conocida por nuestro guía, Leandro Malagón. Se trata de la Cueva del Tambor, antaño habitada por negros cimarrones.

Las lluvias, muy fuertes, nos obligan a tocar retirada hacia nuestro campamento.

Como resumen de la exploración de la Cueva de las Represas, diremos que es un cauce solo utilizado por el Arroyo de Santo de Tomás en ocasiones de excepcionales crecidas y que comunica el cauce fluvial vigente, desde el Hoyo de Fanía hasta el Valle de Quemado por debajo de la Cueva del Salón. El largo total de la Cueva de las Represas, así como de sus complejas galerías accesorias es de 809 metros.

Al sumar el largo de las cuevas Del Salón, Inferior, De Dacal, Del Túnel y De las Represas, la longitud total es de 3 254 metros.


CAP3.2


La Cueva de las Represas comunica el Valle de Quemado con el Arroyo Subterráneo de Santo Tomás. Es un cauce generalmente seco por el cual corren las aguas fluviales en época de inundación. Croquis del autor.

 

Las cuevas del Abono,
 de los Cristales y Cueva de René


Portadilla




CAPÍTULO IV

CAP4.1.tif

Estalactitas y helictitas en la Cueva de los Cristales. La formación del centro, una blanca aguja de calcita de aproximadamente 1 metro de largo. Foto del autor.