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Sobre el autor

Massimo Teodorani es astrofísico, laureado en astronomía con una tesis teórico-matemática sobre la evolución de un residuo de supernova. Consiguió el doctorado en física estelar con una tesis sobre las estrellas binarias de gran masa. Ha trabajado en los observatorios de Bolonia y Nápoles y en el radiotelescopia de Medicina, Italia. Paralelamente a sus trabajos astrofísicos ha realizado investigaciones sobre los plasmas atmosféricos, especialmente sobre el "fenómeno luminoso de Hessdalen". Su especialidad son los fenómenos luminosos anómalos. Al margen de sus trabajos científicos, ha publicado numerosos libros de divulgación, entre ellos Sincronicidad, también editado en español por esta misma editorial.

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www.editorialsirio.com

Título original: Tesla. Lampo di Genio

Traducido del italiano por Editorial Sirio S.A.

Diseño de portada: Editorial Sirio S.A.

Composición ePub por Editorial Sirio S.A.

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Introduccción

Esta monografía tiene la intención de ofrecer al lector una idea completa y clara sobre una de las figuras más destacadas de la ciencia de todos los tiempos, una notable personalidad de la física del electromagnetismo y de las tecnologías que de ella derivan: Nikola Tesla. En la primera parte del libro, se presentarán sus obras junto a los momentos cruciales de su vida, ilustrando los eventos esenciales que caracterizaron la evolución de sus capacidades creativas, desde su juventud hasta su tardía vejez. En la segunda parte, se debatirán algunos aspectos importantes de su carácter y la manera en la que su mente creativa se relacionaba con el mundo exterior. En este mismo sentido, se intentará buscar una clave de lectura con respecto a las controversias que caracterizaron a este personaje en la segunda mitad de su vida; controversias que, por varias razones, lo pusieron en antagonismo con la ciencia más tradicionalista y con la organización político–económica de su tiempo. En la tercera parte de la obra se mostrará cómo el proceder de Tesla ha originado muchos inventos e ideas revolucionarias, comprendidas y no comprendidas. Han sido tantas como para crear una multitud de seguidores que, en sus laboratorios, y con la ayuda de sus ordenadores, aún siguen intentando desentrañar los conceptos innovadores de la ciencia que él no tuvo la oportunidad de explicar, a causa del obstruccionismo bajo el cual estuvo sujeto en su época. Este libro quiere ser un homenaje al gran científico que fue Nikola Tesla y un estímulo para los más atrevidos estudiosos de la época moderna y futura; para que centren con valor sus objetivos, apuntando la mirada hacia el cielo y hacia ellos mismos de una manera contemporánea, apoyando los pies firmemente en el suelo, y apartando sus pasos del limo resbaladizo que encontrarán durante su recorrido.

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Foto de Nikola Tesla de joven

«El gran espectáculo de la naturaleza
adquiere un gran significado solo con relación al espíritu que lo contempla.»

Edwin Schrödinger

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Conclusiones

En todo el trabajo que Nikola Tesla efectuó durante la segunda parte de su vida, es muy fácil encontrar un procedimiento repetitivo. Desde el principio, los expertos de aquel tiempo declararon que las afirmaciones de Tesla tenían su base en la locura. Más tarde, al pasar las décadas, resultó que sus afirmaciones se revelaron parcial o totalmente correctas. Fue considerado como loco aún cuando usando sus propios artilugios, descubrió las frecuencias de resonancia de la Tierra; cincuenta años después, Schumann afirmó que Tesla tenía razón. Fue definido hasta como mago, cuando guió un barco a control remoto mediante un mando vocal —algunos individuos de dudoso cociente intelectual, pensaban que lo pilotaba con el pensamiento—; cuarenta años después, los alemanes fueron los primeros que empezaron a hundir barcos ingleses con misiles guiados por control remoto, y actualmente se utilizan las smart bombs, guiadas por láser y GPS. Ejemplos de este tipo podemos encontrar muchos en el modo de operar de Tesla y las reacciones de sus opositores, sin embargo, nadie de las altas esferas ha tenido la humildad de reconocer, con el paso de los tiempos, las previsiones de Nikola Tesla, previsiones que, a diferencia de las mencionadas por Julio Verne, que tenían su base en la ciencia ficción, estaban fundamentadas en experimentos y en el razonamiento basado en objetos concretos.

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Nikola Tesla en edad avanzada

Un presunto «escepticismo» dirigido por el sistema político–económico que se esconde tras las estructuras científicas del sistema, es igualmente desarrollado por simples razones humanas, especialmente cuando el hombre se encuentra ante personajes que, precisamente porque no están entre los que tienen un pensamiento corriente, provocan una enorme inquietud. Los mismos sociólogos saben que este comportamiento puede ser explicado por la ciencia. Cuando una persona ridiculiza a otra, el burlador, aun cuando percibe que se ha equivocado, encuentra extremadamente difícil, por no decir imposible, retirar públicamente su burla. Seguramente los burladores están convencidos de haberlo hecho bien. Cuando por el contrario, resulta evidente que era su víctima la que tenía razón; esto demuestra que no solo los burladores —o difamadores— estaban equivocados, sino que también eran ignorantes arrogantes cuyo comportamiento surgía de su pura y simple ignorancia. Al final, aunque a menudo demasiado tarde, se descubre que la víctima estaba de parte del bien, mientras que el burlador lo estaba de parte del mal.

El gran físico cuántico Max Planck, que antes de imponer sus modelos teóricos tuvo que hacer frente a muchas contrariedades, considerando el ambiente secularizado de la física de su tiempo, con respecto a esta clase de locura, dijo:

Una nueva verdad científica no triunfa por haber convencido a sus opositores o por haberles enseñado la luz, sino porque estos opositores finalmente mueren y una nueva generación, familiarizada con esta nueva verdad, comienza a crecer.

El mismo concepto aparece en algunas frases del escritor y lógico Conan Doyle, cuando hizo decir a su Sherlock Holmes:

Es un gran error teorizar antes de tener los datos en las manos. Imperceptiblemente se empiezan entonces a alterar los hechos para que encajen con las teorías, en lugar de poner de acuerdo las teorías con los hechos.

Desafortunadamente, el hombre es holgazán, es reacio a abandonar sus tranquilizadoras costumbres y a dejar de apoltronarse en su sillón. Poquísimas personas consiguen llegar a la cumbre de una peligrosa montaña, y aún menos son los capaces de divisar a estas personas, situadas a una altura demasiado elevada, puede que incluso escondidas detrás de las nubes, y en definitiva, lo suficientemente lejos para que nadie quiera verlas. Con otras palabras, los que viajan más allá que los demás, tienen que resignarse a cargar una cruz durante toda su vida, una cruz de soledad y de insultos, fruto de la ignorancia de quienes les rodean, pero también una cruz de felicidad que les empuja a llegar, como privilegiados, a la mente de Dios. Nikola Tesla era uno de estos, otros le precedieron y muchos otros le seguirán.