La colección Emaús ofrece libros de lectura

asequible para ayudar a vivir el camino cristiano

en el momento actual.

Por eso lleva el nombre de aquella aldea hacia

la que se dirigían dos discípulos desesperanzados

cuando se encontraron con Jesús,

que se puso a caminar junto a ellos,

y les hizo entender y vivir

la novedad de su Evangelio.

300 mensajes del papa Francisco

Selección: Luis Benavides

Colección Emaús 137

Centre de Pastoral Litúrgica

Director de la colección Emaús: Josep Lligadas

Diseño de la cubierta: Mercè Solé

© Edita: CENTRE DE PASTORAL LITÚRGICA

Nàpols 346, 1 – 08025 Barcelona

Tel. (+34) 933 022 235 – Fax (+34) 933 184 218

cpl@cpl.es – www.cpl.es

Edición digital enero de 2017

ISBN: 978-84-9805-957-1

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

Presentación

Durante sus tres primeros años de pontificado, el papa Francisco ha ofrecido múltiples mensajes que constituyen un material valioso de reflexión y estímulo para todo cristiano.

Aquí, en este libro, seleccionados por Luis Benavides, ofrecemos 300 de estos mensajes, divididos en tres partes de 100 mensajes cada una, que llevan los siguientes títulos:

Sin duda, una gran aportación al servicio de todos aquellos que queremos seguir a Jesucristo en la Iglesia.

Primera parte: El Evangelio de la misericordia

Introducción a la primera parte

El papa Francisco, desde el comienzo de su pontificado, se ha caracterizado por un lenguaje profundo, sencillo y asequible a la vez. Muchos tenemos la sensación de que nos habla a cada uno personalmente y que, como un párroco solícito, llega al corazón de la gente con sus palabras valientes y comprometidas.

Por otra parte, el papa Francisco, sostiene con su vida lo que predica; cuestión que hace que sus palabras tomen la fuerza de un testimonio veraz y auténtico, tanto para creyentes como no creyentes. No en vano es reconocido como uno de los líderes mundiales con más predicamento en el mundo actual; hecho cimentado en su grandeza moral, su coherencia y su valentía en denunciar lo que es contrario a los valores evangélicos.

Nos pareció oportuno compilar en primer lugar los 100 mensajes que nos han parecido más significativos de su magisterio en torno a un tema central: la misericordia. Los que tuvimos la gracia de trabajar pastoralmente junto a él, por muchos años, cuando Bergoglio fuera arzobispo de Buenos Aires, conocimos cuáles eran sus prioridades y líneas de acción pastoral. Con esos criterios, refrendados durante su pontificado, nos animamos a realizar esta selección.

Los mensajes están agrupados por temas que consideramos centrales y que Francisco ha venido enfatizando desde el inicio. Los temas aglutinadores son: Misericordiosos como el Padre, Recomenzar desde Cristo, Una Iglesia en salida, Pastoral de la ternura y la cercanía, Salir a las periferias, Ecología integral o el Cuidado de la casa común, La familia, Los jóvenes, Discípulos Misioneros y La Virgen María.

Ahí van los textos. Están para ser rumiados, tanto en el ámbito personal como en el comunitario. Cada uno de ellos da para seguir reflexionando y profundizando; pero, sobre todo, como le gusta decir al papa Francisco, para llevarlos a la práctica, para ponerlos al servicio de los hermanos y así convertirnos en auténticos discípulos-misioneros.

Recemos por nuestro papa Francisco y para que toda la Iglesia pueda hacer que ha hecho Jesús: abrir de par en par su corazón a la miseria del hombre. Y como suele repetir el Papa: «Desde que el Verbo se hizo carne es, por lo tanto, posible ver el cielo abierto... Y es posible también para cada uno de nosotros, si nos dejamos invadir por el amor de Dios, que nos es donado por primera vez en el Bautismo. ¡Dejémonos invadir por el amor de Dios! ¡Éste es el gran tiempo de la misericordia! No lo olvidéis: ¡éste es el gran tiempo de la misericordia!».

Luis Benavides

www.luis-benavides.com

Misericordiosos como el Padre

1. ¿Qué significa Misericordia?

Todo vuestro servicio cobra sentido y forma de esta palabra latina: «misericordia», cuyo significado etimológico es «miseris cor dare», «dar el corazón a los míseros», a los que tienen necesidad, a los que sufren... Es lo que ha hecho Jesús: ha abierto de par en par su corazón a la miseria del hombre. El Evangelio es rico en episodios que presentan la misericordia de Jesús, la gratuidad de su amor a los que sufren y a los débiles…

A la Confederación Nacional de las Misericordias de Italia

Plaza de San Pedro, 14 de junio de 2014

2. Éste es el gran tiempo de la misericordia

Hoy es la fiesta del Bautismo del Señor... Y en el día del bautismo de Cristo contemplamos aún el cielo abierto... Con el nacimiento de Jesús, el cielo se abre. Dios nos da en Cristo la garantía de un amor indestructible. Desde que el Verbo se hizo carne es, por lo tanto, posible ver el cielo abierto... Y es posible también para cada uno de nosotros, si nos dejamos invadir por el amor de Dios, que nos es donado por primera vez en el Bautismo. ¡Dejémonos invadir por el amor de Dios! ¡Éste es el gran tiempo de la misericordia! No lo olvidéis: ¡éste es el gran tiempo de la misericordia!

Ángelus

Plaza de San Pedro, 12 de enero de 2014

3. Nunca se canse la Iglesia de ofrecer misericordia

La Iglesia siente la urgencia de anunciar la misericordia de Dios. Su vida es auténtica y creíble cuando con convicción hace de la misericordia su anuncio... La Iglesia está llamada a ser el primer testigo veraz de la misericordia, profesándola y viviéndola como el centro de la revelación de Jesucristo… Nunca se canse la Iglesia de ofrecer misericordia y sea siempre paciente en el confortar y perdonar.

Misericordiae Vultus, 25

4. La misericordia es la mayor de todas las virtudes

Santo Tomás de Aquino enseñaba que en el mensaje moral de la Iglesia también hay una jerarquía, en las virtudes y en los actos que de ellas proceden… Por ello explica que, en cuanto al obrar exterior, la misericordia es la mayor de todas las virtudes: «En sí misma la misericordia es la más grande de las virtudes, ya que a ella pertenece volcarse en otros y, más aún, socorrer sus deficiencias».

Evangelii Gaudium, 37

5. Contemplar el misterio de la misericordia

Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, de serenidad y de paz. Es condición para nuestra salvación. Misericordia: es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad. Misericordia: es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados no obstante el límite de nuestro pecado.

Misericordiae Vultus, 2

6. Dios tiene un corazón misericordioso y nos espera siempre

He aquí la experiencia de la misericordia, del perdón de Dios en Jesucristo: ésta es la Buena Noticia, el Evangelio que Pedro y Pablo experimentaron en ellos mismos y por el cual dieron la vida. ¡Misericordia, perdón! El Señor siempre nos perdona, el Señor tiene misericordia, es misericordioso, tiene un corazón misericordioso y nos espera siempre.

Ángelus

Solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo

Plaza de San Pedro, 29 de junio de 2013

7. Dios manifiesta su omnipotencia en su misericordia

«Es propio de Dios usar misericordia y especialmente en esto se manifiesta su omnipotencia». Las palabras de santo Tomás de Aquino muestran cuánto la misericordia divina no sea en absoluto un signo de debilidad, sino más bien la cualidad de la omnipotencia de Dios… «Paciente y misericordioso» es el binomio que a menudo aparece en el Antiguo Testamento para describir la naturaleza de Dios… Así pues, la misericordia de Dios no es una idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual él revela su amor… Proviene desde lo más íntimo como un sentimiento profundo, natural, hecho de ternura y compasión, de indulgencia y de perdón.

Misericordiae Vultus, 6

8. Dios no se cansa nunca de perdonar

Insisto una vez más: Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia. Aquel que nos invitó a perdonar «setenta veces siete» (Mt 18,22) nos da ejemplo: él perdona setenta veces siete. Nos vuelve a cargar sobre sus hombros una y otra vez… Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría. No huyamos de la resurrección de Jesús, nunca nos declaremos muertos, pase lo que pase. ¡Que nada pueda más que su vida que nos lanza hacia adelante!

Evangelii Gaudium, 3

9. La misericordia cambia la historia de la personas

La misericordia cambia la historia de las personas e, incluso, de los pueblos. Como dice el apóstol Santiago: «La misericordia triunfa sobre el juicio» (St 2, 13). La invitación que se le hizo a Jonás, hoy se os dirige a vosotros. Y esto es importante. Cada generación está llamada a ser misionera... Salir significa superar la tentación de hablar entre nosotros, olvidando a las numerosas personas que esperan de nosotros una palabra de misericordia, de consuelo, de esperanza.

Discurso a los participantes en el IV Congreso Misionero Nacional de Italia

Aula Pablo VI, 22 de noviembre de 2014

10. La misericordia es el modo como perdona Dios

«La misericordia es algo difícil de comprender: no borra los pecados», porque para borrar los pecados está el perdón de Dios. Pero la misericordia es el modo como perdona Dios. Porque Jesús podía decir: yo te perdono, anda. Como dijo al paralítico: tus pecados están perdonados. En esta situación (Jn 8, 1-11) Jesús va más allá y aconseja a la mujer que no peque más. Y aquí se ve la actitud misericordiosa de Jesús: defiende al pecador de los enemigos, defiende al pecador de una condena justa.

Homilía de la misa matutina

Casa Santa Marta, 7 de abril de 2014

Recomenzar desde Cristo

11. Jesucristo en el centro

Cristo es el centro. Cristo centro de la creación, del pueblo y de la historia. El apóstol Pablo, en la segunda lectura, tomada de la carta a los Colosenses, nos ofrece una visión muy profunda de la centralidad de Jesús. Nos lo presenta como el Primogénito de toda la creación: en él, por medio de él y en vista de él fueron creadas todas las cosas. Él es el centro de todo, es el principio: Jesucristo, el Señor. Dios le ha dado la plenitud, la totalidad, para que en él todas las cosas sean reconciliadas (cf. 1,12-20). Señor de la creación, Señor de la reconciliación.

Homilía de la misa de clausura del Año de la Fe

Solemnidad de Cristo Rey

Plaza de San Pedro, 24 de noviembre de 2013

12. Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre

El misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en la misericordia. Ella se ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret. El Padre, «rico de misericordia» (Ef 2,4), después de haber revelado su nombre a Moisés como «Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira, y pródigo en amor y fidelidad» (Ex 34,6) no ha cesado de dar a conocer en varios modos y en tantos momentos de la historia su naturaleza divina... Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona revela la misericordia de Dios.

Misericordiae Vultus, 1

13. Jesús es el Amor hecho carne

La gracia que ha aparecido en el mundo es Jesús, nacido de María Virgen, Dios y hombre verdadero. Ha venido a nuestra historia, ha compartido nuestro camino. Ha venido para librarnos de las tinieblas y darnos la luz. En él ha aparecido la gracia, la misericordia, la ternura del Padre: Jesús es el Amor hecho carne… El Señor nos dice una vez más: «No teman» (Lc 2,10). Como dijeron los ángeles a los pastores: «No teman». Y también yo les repito a todos: «No teman». Nuestro Padre tiene paciencia con nosotros, nos ama, nos da a Jesús como guía en el camino a la tierra prometida. Él es la luz que disipa las tinieblas. Él es la misericordia. Nuestro Padre nos perdona siempre. Y él es nuestra paz. Amén.

Homilía de la misa de Nochebuena

Basílica Vaticana, 24 de diciembre de 2013

14. Jesucristo, el inicio del gran tiempo de la misericordia

La manifestación del Hijo de Dios en la tierra marca el inicio del gran tiempo de la misericordia, después de que el pecado había cerrado el cielo, elevando como una barrera entre el ser humano y su Creador. Con el nacimiento de Jesús, el cielo se abre. Dios nos da en Cristo la garantía de un amor indestructible… Desde que el Verbo se hizo carne es, por lo tanto, posible ver el cielo abierto. ¡Dejémonos invadir por el amor de Dios! ¡Éste es el gran tiempo de la misericordia! No lo olvidéis: ¡éste es el gran tiempo de la misericordia!

Ángelus

Plaza de San Pedro, 12 de enero de 2014

15. La misericordia en la cruz de Jesús

Dios puso en la Cruz de Jesús todo el peso de nuestros pecados, todas las injusticias perpetradas por cada Caín contra su hermano, toda la amargura de la traición de Judas y de Pedro, toda la vanidad de los prepotentes, toda la arrogancia de los falsos amigos. Era una Cruz pesada... sin embargo, es también una Cruz gloriosa… porque representa en todo el amor de Dios que es más grande que nuestras iniquidades y nuestras traiciones. En la Cruz vemos la monstruosidad del hombre, cuando se deja guiar por el mal; pero vemos también la inmensidad de la misericordia de Dios que no nos trata según nuestros pecados, sino según su misericordia.

Homilía en el Vía Crucis

Coliseo Palatino, Viernes Santo, 18 de abril de 2014

16. A las llagas de Jesús las encuentro haciendo obras de misericordia

Es necesario salir de nosotros mismos e ir por el camino del hombre para descubrir que las llagas de Jesús son todavía hoy visibles en el cuerpo de los hermanos que tienen hambre, sed, que están desnudos, humillados, esclavizados, que se encuentran en la cárcel y en el hospital. Tocando estas llagas, acariciándolas, es posible adorar al Dios vivo en medio de nosotros, al ejemplo de santo Tomás... Pero para adorar, para encontrar a Dios, al Hijo de Dios, tuvo que meter el dedo en las llagas, meter la mano en el costado. Este es el camino. Y me preguntó: ¿Cómo puedo hoy encontrar las llagas de Jesús? Yo no las puedo ver como las vio Tomás. A las llagas de Jesús las encuentro haciendo obras de misericordia. Esas son las llagas de Jesús hoy.

Homilía de la misa matutina

Casa Santa Marta, 3 de julio de 2013

17. La actitud de Jesús es siempre la del perdón

El pecador se arrepiente pero no puede salir de esto; es débil. Es la debilidad del pecado original. Está la buena voluntad, pero está también la debilidad y el Señor perdona. La única condición es ir a él y decir: «He pecado, perdóname. Quisiera no hacerlo más, pero soy débil». Éste es el pecador. Y la actitud de Jesús es siempre la del perdón.

Homilía de la misa matutina

Casa Santa Marta, 11 de noviembre de 2013

18. Por las llagas de Jesús nuestros pecados son perdonados

El Espíritu Santo nos trae el perdón de Dios pasando a través de las llagas de Jesús. También en este momento él, en el cielo, muestra al Padre las llagas con las cuales nos rescató. Por la fuerza de estas llagas, nuestros pecados son perdonados: así Jesús dio su vida para nuestra paz, para nuestra alegría, para el don de la gracia en nuestra alma, para el perdón de nuestros pecados. Es muy bello contemplar a Jesús de este modo.

Audiencia general

Plaza de San Pedro, 20 de noviembre de 2013

19. Jesús es el centro de la creación

Jesús es el centro de la creación; y así la actitud que se pide al creyente, que quiere ser tal, es la de reconocer y acoger en la vida esta centralidad de Jesucristo, en los pensamientos, las palabras y las obras. Y así nuestros pensamientos serán pensamientos cristianos, pensamientos de Cristo. Nuestras obras serán obras cristianas, obras de Cristo, nuestras palabras serán palabras cristianas, palabras de Cristo.

Homilía de la misa de clausura del Año de la Fe

Solemnidad de Cristo Rey

Plaza de San Pedro, 24 de noviembre de 2013

20. Jesucristo es centro del pueblo de Dios y de la humanidad

Además de ser centro de la creación y centro de la reconciliación, Cristo es centro del pueblo de Dios. Y precisamente hoy está aquí, en el centro. Ahora está aquí en la Palabra, y estará aquí en el altar, vivo, presente, en medio de nosotros, su pueblo… Y, por último, Cristo es el centro de la historia de la humanidad, y también el centro de la historia de todo hombre. A él podemos referir las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias que entretejen nuestra vida. Cuando Jesús es el centro, incluso los momentos más oscuros de nuestra existencia se iluminan, y nos da esperanza, como le sucedió al buen ladrón en el evangelio de hoy.

Homilía de la misa de clausura del Año de la Fe

Solemnidad de Cristo Rey

Plaza de San Pedro, 24 de noviembre de 2013