Cubierta

Edición de Jon Kabat-Zinn
y Richard J. Davidson

con la colaboración de Zara Houshmand

El poder curativo
de la meditación

Diálogos científicos con el Dalái Lama

Traducción del inglés al castellano de David González

Editorial Kairós

Título original: The Mind’s Own Physician by Jon Kabat-Zinn

Primera edición: Marzo 2013

Primera edición digital: Abril 2013

ISBN-13: 978-84-9988-236-9

ISBN epub: 978-84-9988-274-1

ISBN kindle: 978-84-9988-275-8

ISBN Google: 978-84-9988-276-5

D. Legal digital: B 5.790-2013

Composición digital: Pablo Barrio

Sumario

Introducción Una confluencia de corrientes y un florecimiento

Primera sesión Intervenciones clínicas basadas en la meditación:ciencia, práctica e implementación

Ajahn Amaro ¿De qué modo puede la práctica budista de la meditación ayudarnos a entender el dolor y el sufrimiento, el potencial curativo, la liberación de sufrimiento y la naturaleza subyacente de la mente y del cuerpo humano?

Jon Kabat-Zinn Algunas aplicaciones clínicas del mindfulness a los campos de la medicina y la psiquiatría. El caso de la reducción del estrés basada en la atención plena (REBAP)

Richard Davidson Interacción entre la mente, el cerebro y el cuerpo y la meditación

Primera sesión Diálogo

Segunda sesión Posibles sustratos biológicos de la meditación

Wolf Singer La sincronización de los ritmos cerebrales como posible mecanismo de unificaciónde procesos mentales dispersos

Robert Sapolsky La neurobiología de los rasgos adaptativos y nocivos del estrés

Segunda sesión Diálogo

Tercera sesión Investigación clínica 1: la meditación y la salud mental

Zindel Segal La terapia cognitiva basada en el mindfulness y la prevención de la recaída en la depresión recurrente

Helen Mayberg Caminos de recuperación: el sustrato neuronal de las intervenciones cognitivas basadas en el mindfulness para el tratamiento de la depresión

Tercera sesión Diálogo

Interludio previo a la cuarta sesión

Alan Wallace La ciencia budista del desarrollo humano

Diálogo del interludio

Cuarta sesión Investigación clínica 2: La meditación y la salud física

David Sheps La reducción del estrés basada en el mindfulness y la enfermedad cardiovascular

John Sheridan Interacción neuroinmunitaria

Cuarta sesión Diálogo

Quinta sesión Integración y reflexiones finales

Ralph Snyderman La meditación y el futuro de la atención sanitaria

Wolf Singer Algunas reflexiones sobre la evolución y la naturaleza de la mente y el yo y sus implicaciones para la humanidad

Quinta sesión Diálogo

Epílogo

Agradecimientos

Notas

Participantes

Sobre el Mind and Life Institute

INTRODUCCIÓN Una confluencia de corrientes y un florecimiento de posibilidades

Nuestra época está asistiendo a una extraordinaria confluencia de epistemologías, es decir, de diferentes modalidades de adquisición de conocimiento. No hace mucho que el poeta, ensayista y naturalista Gary Snyder apeló, para referirse a esta misma situación, a la imagen de glaciares que, de un modo tan lento como inexorable, se fusionaban manteniendo, en sus vetas, evidencias de su origen: «Estamos en la morrena lateral del glaciar que pusieron en marcha Newton y Descartes. Desde nuestro remoto pasado pagano baja, por otro valle, el glaciar de la diosa Gaia que converge con otro brazo de hielo procedente de otro ángulo, la visión práctica de la meditación budista y su énfasis, en un universo vacío, en la compasión y la comprensión». [1]

Hoy en día, dos décadas después, sabemos, de un modo tanto metafórico como literal, que los glaciares están encaminándose rápidamente hacia el deshielo. Quizás esta metáfora esté condenada, dado el ritmo sin precedentes de los cambios que la humanidad está provocando en nuestra Tierra y a cuyas consecuencias estamos empezando a despertar. Quizás fuese más adecuado hablar, en este preciso momento histórico, de una confluencia, de consecuencias impredecibles, entre epistemologías, culturas y corrientes diferentes. Esta metáfora más líquida y turbulenta expresa el encuentro de tradiciones, disciplinas, perspectivas y tecnologías diferentes que cada vez se hallan más próximas. El tiempo, a fin de cuentas, lo dirá… y, dado el ritmo al que los acontecimientos están desplegándose, no parece que tengamos que esperar mucho para conocer la respuesta.

La convergencia a la que aquí nos referimos, explícitamente muerta en la reflexión de Snyder, es la de la ciencia y las tradiciones contemplativas (y, más en particular, las tradiciones meditativas). Existen, de hecho, diferentes epistemologías, es decir, diferentes formas de investigar, explicar y, en última instancia, dar forma a la experiencia humana y a la relación que mantengamos con el mundo en el que estamos inmersos. Como pone de relieve este y todos los libros que recogen los diálogos patrocinados por el Mind and Life Institute, o Instituto Mente y Vida, la ciencia moderna y las tradiciones contemplativas nunca habían estado tan cerca. Ambas son tradiciones antiguas y venerables. Ambas proceden de linajes reconocidos y encierran comprensiones notables que iluminan con precisión y cierto grado de autoridad los descubrimientos difícilmente logrados por la investigación sistemática y disciplinada de la realidad llevada a cabo por personas interesadas en entender y que documentaron, en beneficio de otros, con la mayor precisión y rigor posible, su experiencia y descubrimientos, ateniéndose a metodologías e hipótesis concretas alentadas por motivaciones poderosas no muy ajenas, en última instancia, al amor.

La ciencia se ha ocupado fundamentalmente, hasta el momento, de la realidad exterior: preocupada por la naturaleza de la naturaleza y el lugar que, en ella, ocupamos, por la esencia de la realidad y las leyes que gobiernan los fenómenos y más dirigida hacia la comprensión de lo observado que del observador. Y, para ello, ha desarrollado y sigue desarrollando métodos e instrumentos destinados a demostrar exactamente la naturaleza de la materia y de la energía; sus manifestaciones, desde las partículas elementales hasta las agrupaciones materiales más complejas del universo conocido (es decir, el ser humano) y la innegable sensibilidad que misteriosamente aflora en los sistemas vivos complejos y, muy especialmente, en nuestra especie (Homo sapiens sapiens), configurando nuestras sociedades y nuestras culturas.

En el caso de las tradiciones contemplativas, el vector de la indagación y la investigación se ha dirigido fundamentalmente, hasta el momento, hacia el interior, es decir, hacia el dominio de la mente. Hasta hace muy poco, la experiencia interna se veía desdeñada, en algunos círculos académicos, como algo meramente “subjetivo” (como opuesto a “objetivo”). Hoy en día, sin embargo, está reconsiderándose su importancia como una dimensión fenomenológica esencial de la experiencia y el conocimiento humano. Esta visión más equilibrada, reconfigurada como experiencia en primera persona, se debe, en gran medida, a Francisco Varela. Como nada en la ciencia explica realmente, hasta la fecha, la naturaleza de nuestra experiencia interna, [2] parece prudente contemplar la posibilidad de que una investigación sistemática de la experiencia interna desde una perspectiva de primera persona tenga, como epistemología, sus propios parámetros válidos y la capacidad (especialmente asociada a las metodologías de tercera persona) de contribuir profundamente a una investigación equilibrada y colaboradora de lo que llamamos mente y experiencia humana, incluidas las cuestiones del sufrimiento, la codicia, la agresividad, el engaño y la ignorancia, la tiranía de los peligros inherentes a lo que Sócrates denominaba «la vida no examinada», es decir, la mente que, contrariamente al apelativo de Homo sapiens sapiens, se desconoce a sí misma. Este es un terreno mucho más vivo y relevante de las tradiciones contemplativas, al que podríamos llamar “su dominio de laboratorio”.

Obviamente, sería una presunción heurística y una burda generalización referirse a la ciencia como algo dirigido hacia fuera y referirse a las tradiciones meditativas como algo dirigido hacia dentro. Son muchos los campos de la ciencia preocupados por el estudio de la naturaleza de los fenómenos mentales y las tradiciones contemplativas no establecen diferencia alguna entre interior y exterior, reconociendo que son aspectos distintos de la misma totalidad no dual más profunda y que la realización última de cualquier proceso introspectivo se manifiesta en el modo en que uno vive. Pero es cierto que ha habido, por parte de la ciencia, la apariencia de una actitud mental y de una modalidad de investigación fundamentalmente dirigida hacia el exterior y de una investigación dirigida hacia el interior por parte de las grandes tradiciones. Los diálogos propiciados por el Instituto Mente y Vida están contribuyendo al cuestionamiento y ruptura de esas categorías y a una interfertilización de las modalidades de conocimiento e investigación viables en la interfase entre esas grandes tendencias. [3]

Una breve historia

La convergencia de la ciencia y de las tradiciones contemplativas se ve representada en este libro por un encuentro, cuya amplitud y magnitud hubiera sido impensable hace tan solo diez o quince años, entre conocidos y experimentados representantes de ambos mundos para conversar en torno al tema «La ciencia y las aplicaciones clínicas de la meditación». Pero todo empezó en 2005, a partir de un encuentro público igualmente temprano que tuvo lugar en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) [4] y de una serie de pequeños encuentros que, bajo el patrocinio del Instituto Mente y Vida y los auspicios del interés y el compromiso entusiástico de Su Santidad el Dalái Lama, empezaron en 1987.

Es bien conocida la pasión que durante toda su vida ha mostrado el Dalái Lama por la ciencia y sus posibilidades, pese a todas sus limitaciones, y por su contribución a la comprensión más profunda de los fenómenos naturales y a la elucidación de la naturaleza de las cosas. Ese interés explica el compromiso que le ha mantenido, tanto pública como privadamente, cerca de los científicos. Los primeros encuentros del Instituto Mente y Vida tuvieron lugar en privado, habitualmente en la residencia del Dalái Lama en Dharamsala (India). Se trataba de encuentros concebidos para que Su Santidad se familiarizase con aquellos dominios de la ciencia que, pese a estar interesado, jamás había tenido la oportunidad de estudiar como parte de su educación tradicional como monje budista, especialmente dada su situación única como encarnación reconocida, desde los dos años, del anterior Dalái Lama y líder luego de todos los budistas tibetanos y también del pueblo tibetano. Desde el primer encuentro quedó meridianamente claro que la comprensión de Su Santidad de los conceptos y experimentos descritos era la de un científico natural. Esa comprensión le llevaba, con mucha frecuencia, por delante de las explicaciones, formulando preguntas interesantes y anticipando los siguientes experimentos. Pronto resultó evidente que los científicos implicados se sentían tan profundamente influidos por este modesto monje budista como él lo estaba por ellos.

Así fue como los diálogos organizados por el Instituto Mente y Vida acabaron convirtiéndose en una indagación conjunta de algunas de las cuestiones más profundas a las que la humanidad se enfrentaba en términos de ciencia, ética y moral, como la naturaleza de la mente, la naturaleza del universo y el lugar que ocupamos en él, la naturaleza de la realidad y la capacidad de curar y transformar las emociones aflictivas en estados mentales más positivos, conducentes a una mayor salud, armonía, felicidad y paz, tanto interna como externa. En estos diálogos han participado, a lo largo de los años, psicólogos, neurocientíficos, médicos, filósofos, físicos, biólogos moleculares y educadores y también monjes y contemplativos procedentes de diferentes linajes budistas y otras tradiciones espirituales. Es interesante constatar que, como resultado de los esfuerzos de Su Santidad por alentar una mayor exposición de la comunidad monástica a la moderna visión científica del mundo, cada vez son más los monjes y monjas tibetanos que, en calidad de observadores o alumnos, se han incorporado a estos diálogos. Cada encuentro ha desembocado en la publicación de un libro describiendo el protocolo seguido y capturando, cada uno a su modo, la excitación y el poder de mentes abiertas en un diálogo verdadero, explorando juntos cuestiones fundamentales de importancia muy profunda para el mundo moderno.*

En el encuentro celebrado en el año 2000 y descrito en el libro Emociones destructivas, [5] Su Santidad invitó a los participantes a descubrir el efecto de las prácticas meditativas en la gestión de emociones difíciles más accesibles en contextos totalmente seculares, dado que su esencia está arraigada en aspectos universales de la mente y del corazón humano y sus beneficios no se limitan a las personas interesadas en el budismo. Esa visión universalizada de los beneficios potenciales de la práctica meditativa no solo es importante, sino también urgente, dada la incidencia de la depresión, la ansiedad y el trastorno de estrés postraumático y los elevados niveles de estrés y violencia característicos de nuestro tiempo.

En torno a esa misma época, el Dalái Lama urgió también a los líderes del Instituto Mente y Vida a organizar, además de los encuentros privados de cinco días que habían sido el formato tradicionalmente utilizado en Dharamsala, otros encuentros más cortos y abiertos a los que pudieran asistir más estudiantes, científicos y eruditos. La idea era que esos encuentros permitiesen la participación directa de más personas, a través de su presencia física y que esas indagaciones y diálogos colectivos pudiesen inspirar quizás nuevas líneas de investigación y nuevas aplicaciones sociales.

El primer diálogo público, el Mente y Vida XI, celebrado los días 13 y 14 de septiembre de 2003 en el MIT, se vio patrocinado por el Instituto McGovern de Investigación Cerebral del MIT. Se tituló «La investigación de la mente: intercambios entre el budismo y la ciencia bioconductual» y congregó a un amplio abanico de neurocientíficos, psicólogos y eruditos. Se vio documentado en el libro The Dalai Lama in the MIT, editado por Anne Harrington y Arthur Zajonc. [6] El hecho de que el encuentro tuviese lugar en el MIT fue, en sí mismo, histórico como primer reconocimiento público de la confluencia de formas muy diferentes de investigar la mente y el mundo. El nivel de compromiso en el diálogo y las reflexiones de los participantes un año después proporcionan al lector interesado un rico y duradero tapiz de información, actitudes y comprensiones de todos los que formaron parte sobre el valor y las limitaciones –y también las frustraciones– del intento de entenderse y colaborar de culturas y visiones del mundo separadas, hasta no hace mucho, por un abismo infranqueable.

El contexto del encuentro de 2005: Mente y Vida XIII

Después del encuentro que tuvo lugar en el MIT, fundamentalmente centrado en las cuestiones básicas de investigación de las disciplinas concretas de la atención y el control cognitivo, la emoción y la imagen mental y el modo en que estas actividades se ven expresadas y reguladas en el cerebro, se tomó la decisión de dedicar el siguiente encuentro público (Mente y Vida XIII, que iba a celebrarse en 2005) a las aplicaciones clínicas de la meditación en los campos de la medicina y la psicología occidental y en la ciencia clínica y básica en la que se asentaban estos desarrollos. La junta directiva del Instituto Mente y Vida, que incluía a los editores del presente volumen, tomaron esa decisión basándose parcialmente en la predominancia, entre las preguntas formuladas por la audiencia del MIT, de cuestiones relativas a las aplicaciones prácticas de la meditación para el tratamiento de los problemas personales y, de un modo más general, de cuestiones relacionadas con la salud. Lamentablemente, los presentadores no pudieron responder a esas preguntas porque, en el encuentro de 2003, no estaban familiarizados con ellas. Pero la gran cantidad de preguntas de ese tipo puso de relieve el gran interés que despertaban las aplicaciones de la práctica meditativa tanto en el campo de la medicina como en la vida personal, alentándonos a tomar nota y responder.

Este libro ilustra el segundo e igualmente histórico y revolucionario encuentro público entre Su Santidad y científicos: Mente y Vida XIII: «La ciencia y las aplicaciones clínicas de la meditación». Su mismo título, El poder curativo de la meditación, refleja la naturaleza autocurativa del organismo humano y la capacidad del adiestramiento mental sistemático para optimizar el equilibrio dinámico de lo que, tanto a nivel cognitivo como emocional, visceral, somático, relacional y trascendente, se entiende como «salud». En este encuentro se presentó la mayor parte de la evidencia que apoya esa posibilidad.

FIGURA 1. Resultados de una búsqueda del término «meditación» entre los resúmenes y palabras clave de la base de datos ISI Web of Knowledge llevada a cabo el 5 de febrero de 2011. La búsqueda se vio limitada a publicaciones que incluían resúmenes en inglés. Figura elaborada por David S. Black, Instituto de Investigación de la Prevención, Escuela de Medicina Keck, Universidad del Sur de California

La figura 1 muestra el aumento del número de artículos sobre meditación publicados entre 1970 y 2010 en la literatura médica y científica. Pero esta curva y la curva exclusivamente ligada al mindfulness [7] parecen estar aumentando exponencialmente. Este fenómeno ya se hallaba en marcha en la época del Mente y Vida XIII, celebrado en 2005. Se trata de una evidencia clara de la velocidad a la que la ciencia moderna está acercándose a las prácticas meditativas de las tradiciones contemplativas, por el momento fundamentalmente budistas. (Más recientemente, el Mente y Vida XXII, celebrado en Nueva Delhi [India] en noviembre de 2010, ampliaba este diálogo para incluir el yoga y las prácticas meditativas de otras tradiciones.)

El aumento de la investigación sobre la meditación que está teniendo lugar en las últimas décadas quizá sea la mera expresión de una investigación más amplia, distribuida, colaboradora y deliberada, y desde muchas perspectivas complementarias, de la naturaleza de nuestra mente, de nuestro cuerpo y de nuestro cerebro y del modo en que su interacción afecta a la salud y la enfermedad, el bienestar y el sufrimiento, la felicidad y la depresión y, en última instancia, a nuestra humanidad básica. Su promesa e importancia parece descansar en el examen y comprensión de nuestra capacidad para desarrollarnos como seres conscientes y compasivos –es decir, de nuestra capacidad para desarrollar lo más profundo y mejor en nosotros tanto a nivel individual como de especie–, lo que quizás nos permita evitar alguno de los desastres a los que actualmente nos enfrentamos como resultado de ser una especie precoz en un mundo frágil y limitado.

La expresión latina Homo sapiens sapiens significa, literalmente hablando, la especie que sabe y que sabe que sabe. Se trata, pues, de una expresión que captura nuestra capacidad esencial de ser conscientes y hasta conscientes de ser conscientes. Quizás haya llegado ya el momento de que nuestra especie desarrolle esa capacidad antes de que sea demasiado tarde. Y, como la meditación tiene mucho que ver con la conciencia y la atención y con su perfeccionamiento a través de la práctica, tal vez la humanidad pueda servirse de todas las tradiciones y metodologías de sabiduría, incluidas la ciencia y las tradiciones contemplativas.

El encuentro de 2003 del MIT se celebró en el Auditorio Kresge, que vio lleno su aforo de algo más de 1.200 personas. Dado el extraordinario interés despertado por las aplicaciones clínicas de la meditación, nos pareció importante celebrar el segundo encuentro público en un escenario todavía mayor para que más gente pudiese participar a través de su presencia, su escucha profunda y las conversaciones espontáneas que, en audiencias tan nutridas, suelen tener lugar fuera de las sesiones formales. Quizás sea esta precisamente una de las funciones más importantes y creativas de cualquier congreso: proporcionar oportunidades informales y no estructuradas para la comunicación, lo que da lugar a un ambiente creativo adecuado que, en ocasiones, permite catalizar la siguiente generación de ideas y colaboraciones.

Originalmente se esperaba que el Instituto Nacional de Salud (NIH, en sus siglas en inglés) contribuyese a patrocinar el encuentro y lo albergase en su campus de Bethesda, debido especialmente a que ya habíamos celebrado con gran éxito de asistencia un encuentro de un día en marzo de 2004, que había despertado por cierto mucho entusiasmo, sobre el tema «La meditación mindfulness y la salud». Pero las cosas, por razones muy diversas, se complicaron y el encuentro acabó celebrándose entre los días 8 y 10 de noviembre de 2005 en Constitution Hall, ubicado en el centro de Washington D.C., que albergaba a unas 3.000 personas, un encuentro patrocinado por la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins y el Centro Médico de la Universidad Georgetown.

El mismo hecho de que el MIT primero y las Universidades Johns Hopkins y Georgetown después accediesen a acoger y dialogar con un líder espiritual mundialmente conocido de la talla del Dalái Lama es en sí mismo un acontecimiento extraordinario y un claro indicador de la convergencia de corrientes y visiones del mundo. En el encuentro celebrado en el MIT, Eric Lander señaló que quizás el MIT y el Instituto McGovern de Investigación Cerebral se hallaban lo suficientemente convencidos de su reputación científica como para “expandir los límites”, sin miedo a los riesgos, reales o imaginarios, de emprender este tipo de diálogo intercultural. [8] Esta es, para nosotros, una clara evidencia de que el mundo está cambiando y empezando a admitir que, si realmente queremos desarrollar todo nuestro potencial, probablemente debamos empezar entendiendo a nuestra especie desde muchas perspectivas diferentes. El hecho de que, poco antes del diálogo Mente y Vida de 2005 que tuvo lugar en el Constitution Hall, la Sociedad para la Neurociencia invitase al Dalái Lama a pronunciar unas palabras en el encuentro anual que esa misma semana se celebró en Washington y al que asistieron cerca de 25.000 neurocientíficos constituye un evento sin precedentes en un congreso de esas características.

Los presentadores

Los presentadores, panelistas y moderadores de este evento han sido seleccionados en base a su experiencia y liderazgo en los ámbitos de la ciencia, la medicina y las tradiciones meditativas y su formación y experiencia en la interfase entre diferentes disciplinas y epistemologías. Richard Davidson y Jon Kabat-Zinn, los coorganizadores del encuentro, dirigieron la selección teniendo en cuenta las indicaciones procedentes de la junta directiva y miembros del Instituto Mente y Vida.

Los participantes desde la perspectiva contemplativa

Del lado contemplativo, Su Santidad el Dalái Lama fue el catalizador del encuentro y, exceptuando el interludio entre la tercera y cuarta sesión, un participante básico en todas las sesiones; actuaron como intérpretes los doctores en filosofía Thupten Jinpa y Alan Wallace. Durante el interludio del segundo día, Alan dio una charla a la hora de la comida en la que estableció el contexto amplio para entender el significado de la meditación desde la perspectiva contemplativa. Jinpa fue monje durante muchos años antes de regresar a la vida laica como marido, padre y traductor de textos tibetanos muy importantes a los idiomas modernos y, después de colgar los hábitos, se doctoró en estudios religiosos en la Universidad de Cambridge. Alan Wallace también fue monje durante muchos años y alumno de Su Santidad y de muchos otros maestros budistas tibetanos. Se ha formado en física y filosofía y ha escrito mucho sobre ciencia, budismo y prácticas meditativas budistas. Es doctor en estudios religiosos por la Universidad de Stanford.

El padre Thomas Keating contribuyó con su bondad, desde la experiencia y perspectiva como monje cisterciense cristiano y pionero en el desarrollo del moderno movimiento de la oración de centramiento. Ajahn Amaro representó, por su parte, a la tradición del budismo theravada thailandés del bosque y Matthieu Ricard (junto a Su Santidad y sus traductores) a la tradición monástica del budismo tibetano. Resulta interesante señalar que Ajahn Amaro es licenciado en psicología y fisiología por la Universidad de Londres y que Matthieu se doctoró en genética celular en el Instituto Pasteur bajo la tutela del Premio Nobel François Jacob.

Del lado contemplativo también se hallaban la doctora Sharon Salzberg, representante, en Occidente, de la tradición vipassana, que dirigió para todos los presentes una meditación sobre la bondad amorosa; Jan Chozen Bays, médica, maestra zen y pediatra especializada en el maltrato infantil y la adicción; la doctora Joan Halifax, maestra zen con amplia experiencia en antropología y psicología médica, y Jack Kornfield, ex monje de la tradición del bosque del budismo thailandés y actualmente maestro de vipassana y psicólogo.

Este resumen pone de manifiesto el origen diverso de los contemplativos. Bien podríamos considerar sus distintos compromisos y trayectoria como un claro reflejo de la confluencia de corrientes que caracterizó el encuentro. Todos se hallaban perfectamente equipados para emprender la indagación y el diálogo colectivo, presentar su versión de las cosas y considerar críticamente las evidencias y argumentos presentados por los científicos.

Los participantes desde la perspectiva científica

Del lado de la ciencia, invitamos a una serie de presentadores y panelistas que pudiesen ayudarnos a explorar las implicaciones de algunos de los más recientes descubrimientos realizados por la ciencia básica y proporcionarnos un marco de referencia para entender los mecanismos que pudieran ayudarnos a entender los efectos de la meditación. A ellos les pedimos que nos ayudasen a examinar los descubrimientos realizados por la investigación clínica sobre las aplicaciones de la meditación para el tratamiento de enfermedades físicas y psiquiátricas concretas.

Robert Sapolsky, doctor en filosofía, de la Universidad de Stanford, nos habló de su trabajo pionero sobre el estrés y la enfermedad en sus niveles neuronal y genético. Wolf Singer, doctor en medicina y en filosofía, del Instituto Max Planck de Investigación Cerebral de Frankfurt, presentó su trabajo sobre el procesamiento cortical distribuido de los perceptos y el fenómeno de sincronización de las ondas cerebrales gamma y su posible relación con las prácticas y estados mentales meditativos. El doctor en filosofía Zindel Segal, del Centro para las Adicciones y la Salud Mental de la Universidad de Toronto y uno de los fundadores de la terapia cognitiva basada en el mindfulness [TCBM], habló sobre la prevención de la recaída en personas con un historial de trastorno depresivo mayor. Helen Mayberg, doctora en medicina, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Emory, cuyo trabajo con neuroimagen ha contribuido a dilucidar los caminos neuronales que pueden desempeñar un papel en la depresión mayor, nos habló de una amplia diversidad de tratamientos, desde las medicación y la terapia cognitivo-conductual hasta la modulación directa de circuitos concretos a través de la estimulación cerebral profunda. John Sheridan, de la Universidad de Ohio, nos habló de los efectos del estrés en el eje hipotalámico-pituitario-adrenal y las interacciones entre el cerebro, el cuerpo, la conducta y el sistema inmunitario. Margaret Kemeny, doctora en filosofía, de la Universidad de California, San Francisco, nos expuso su visión sobre los posibles vínculos existentes entre los factores psicosociales, el sistema inmunitario y la salud y la enfermedad, y la doctora en medicina Esther Sternberg, del NIH, nos habló de los mecanismos de la modulación neuroinmunológica y las interacciones entre la mente y el cuerpo y su relación con el estrés, la enfermedad y la salud.

También hay que destacar, del lado de la ciencia, al doctor en filosofía John Teasdale, experto en el modelado de los caminos basados en la información para la expresión emocional del cerebro y del sistema nervioso central y cofundador (junto a Zindel Segal y Mark Williams) de la terapia cognitiva basada en el mindfulness para el tratamiento de la depresión. En la época del encuentro, John se había retirado de la Universidad de Cambridge y de la Unidad de Cognición y Ciencias del Cerebro del MRC y estaba formándose como maestro de meditación en la tradición vipassana. Al encuentro también asistieron David Sheps, doctor en medicina, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Emory, experto en isquemia inducida por el estrés mental en las enfermedades cardiovasculares y la mortalidad y editor jefe, por aquel entonces, de la revista Psychosomatic Medicine; el bioquímico Bennett Shapiro, doctor en medicina, antiguo vicepresidente de Merck Research Laboratories, experto en la regulación molecular de la conducta celular y miembro de la junta directiva del Instituto Mente y Vida, y Ralph Snyderman, doctor en medicina, rector emérito de la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke, reumatólogo y figura puntera en la medicina integrativa y la reforma del cuidado de la salud.

Y también hay que mencionar, para dar cuenta de todo el elenco científico de nuestro encuentro, a los coordinadores y editores de este volumen, Jon Kabat-Zinn, PhD, creador de la reducción del estrés basada en el mindfulness [REBAP] de la Facultad de Medicina de la Universidad de Massachusetts, y Richard J. Davidson, doctor en filosofía, de la Universidad de Wisconsin, fundador del campo de la neurociencia afectiva y del campo emergente de la neurociencia contemplativa, miembros ambos de la junta directiva del Instituto Mente y Vida.

El estado de la ciencia: desde 2005 hasta 2011

En el último capítulo de este libro resumiremos algunos de los descubrimientos realizados, en ese intervalo, en el ámbito de la ciencia y las aplicaciones clínicas de la meditación. En 2005, el campo todavía era muy joven y, aunque no podamos decir que seis años después las cosas hayan cambiado gran cosa, es mucho lo que se está haciendo en el ámbito de la meditación en general y las intervenciones basadas en el mindfulness han acabado convirtiéndose, para los jóvenes clínicos y los científicos básicos, en reconocidas líneas de investigación y auténticos caminos a seguir. Este campo está avanzando tanto (como bien ilustra la figura 1) que en 2010 se publicaron casi el doble de artículos que en 2005. El encuentro de 2005 sirvió, pues, para calibrar el estado, en esa época, del campo y contribuyó a definir algunas de las promesas que lo habían inspirado.

Desde la época del encuentro, ha aparecido una nueva revista profesional llamada Mindfulness (2010) y una website que ofrece un listado global de todos los artículos de investigación relativos al mindfulness, incluido un boletín mensual con listados actualizados (Mindfulness Research Monthly; http://bit.ly/15Qnisk). Varias revistas importantes han dedicado también números o secciones especiales al mindfulness (como, por ejemplo, Emotion, en 2010, [9] Journal of Clinical Psychology en 2009 [10] y Journal of Cognitive Psychotherapy en 2009 [11]), y es muy probable que, al respecto, haya proyectados algunos más. También debemos decir que una de las revistas profesionales que ha dedicado un número especial al tema del mindfulness no es una publicación científica, sino una revista dirigida fundamentalmente al erudito budista en el mundo contemporáneo (Contemporary Buddhism). El editor en jefe de la revista invitó a Mark Williams (de la Universidad de Oxford) y a Jon Kabat-Zinn (de la Facultad de Medicina de la Universidad de Massachusetts) a encargarse de la edición del número publicado en julio de 2011, [12] explícitamente estructurado para alentar el diálogo interdisciplinar entre eruditos budistas, clínicos y científicos sobre temas relacionadas con el mindfulness en la medida en que avanza hacia entornos y aplicaciones seculares. Ese número se ocupa, entre otras muchas cosas, de definir el mindfulness y cuestiones relacionadas con la fidelidad de la modernas intervenciones basadas en el mindfulness a las enseñanzas originales documentadas en los antiguos textos budistas y los de escuelas posteriores en la medida en que el budismo se expandía, durante el milenio posterior a la muerte del Buddha, desde la India hacia el sudeste asiático, China, Tíbet, Corea y Japón. Un diálogo erudito tan improbable entre disciplinas tan divergentes refleja la intensidad de esa confluencia de corrientes a la vez que expresa su naturaleza multidireccional.

Un encuentro acogedor

Nuestra intención, al organizar el Mente y Vida XIII, celebrado en Washington D.C., era reproducir, en la medida de lo posible, la audiencia, el entorno amable y acogedor de los encuentros privados que habían tenido lugar en el complejo residencial de Su Santidad en McLeod Ganj, Upper Dharamsala (India), una hermosa estación de invierno ubicada en las montañas coronadas de nieve de los Himalayas.

Aunque privados, estos encuentros siempre incluían, además de los presentadores, a un número de observadores. Entre ellos, había contemplativos y monjes que participaban en un programa llamado proyecto Ciencia de los Monjes. Y también había familiares de los presentadores, patrocinadores, miembros del Instituto Mente y Vida, invitados personales de Su Santidad y algún que otro periodista.

La disposición física era siempre la misma. Su Santidad se sentaba, habitualmente con las piernas cruzadas, en una gran silla en el centro, con el moderador y los distintos presentadores y panelistas de esa sesión a su derecha e izquierda en torno a una pequeña mesa. Inmediatamente a su izquierda se sentaban sus dos traductores, que podían mantener una conversación con Su Santidad para clarificar el significado de un término o imponer un alto provisional para aclarar un determinado punto. Su Santidad hablaba a veces en inglés y, en otras ocasiones, en tibetano. A veces empezaba en un idioma y luego pasaba al otro. Su inglés es muy fluido y, si el presentador evita la jerga en la que, con tanta frecuencia, suelen caer los especialistas, no tiene problema alguno en seguir argumentos científicos complejos. A menudo interrumpe para preguntar al presentador una cuestión o hablar con sus traductores. Cuando decide hablar en tibetano, Thupten Jinpa traduce sus comentarios al inglés (exceptuando aquellos casos en los que contribuye a la conversación con su propia voz, sus palabras se mencionan, en este libro, como si las hubiese pronunciado Su Santidad).

Se trata, tanto para los presentadores que están en el estrado como para la audiencia, de una danza muy interesante, especialmente cuando uno no sabe tibetano. Es muy útil, en tal caso, descansar en el momento presente en lugar de perderse en los propios pensamientos. Es toda una meditación permanecer entonces presente, sin impacientarse ni distraerse porque es muy probable que, al momento siguiente, la conversación se oriente hacia un punto importante que necesite alguna aclaración del presentador, para que Su Santidad y otros puedan entender lo que está sugiriéndose o se trata de demostrar.

A la derecha del Dalái Lama se encuentra la silla ocupada por la persona encargada de llevar a cabo la presentación. Ello permite que el presentador pueda hablar directamente con él de un modo que se asemeja más a una conversación íntima que una conferencia formal. Estas conversaciones suelen verse puntuadas por el frecuente contacto ocular y las risas entre Su Santidad y el presentador. Se trata de un entorno muy íntimo en el que la buena disposición y el profundo compromiso de ambos en la cuestión que está debatiéndose no tarda en expandirse a todos los observadores y participantes.

Fue precisamente esa intimidad y cordialidad la que esperábamos reproducir en el escenario del Constitution Hall para mantener aproximadamente el mismo formato y recrear, frente a una audiencia de 3.000 personas, el mismo clima que se vivía en la residencia de Su Santidad. Algunas de las fotografías incluidas en este volumen transmiten el clima de cordialidad que caracterizó a este encuentro. Las grandes pantallas de vídeo ubicadas a ambos lados del escenario garantizaban que todos los presentes tuviesen la oportunidad de ver a los hablantes, con la expectativa de que, de ese modo, todo el mundo se sintiera como un participante más del diálogo.

Con esa intención, Richie y Jon, en calidad de anfitriones, invitaron en varias ocasiones a los presentes a reflexionar sobre el papel esencial que, lo supieran o no, ellos desempeñaban en estos encuentros. Su presencia, su escucha, sus preguntas y, fundamentalmente, sus motivaciones y razones únicas para estar ahí podían alentarles a sumirse más profundamente en sus corazonadas o creencias y quizás incluso abrir nuevos campos para la investigación o aplicaciones clínicas en sus áreas de interés y experiencia. La audiencia se había visto elegida a través de un proceso de selección basado en la web que favorecía a los clínicos, investigadores, eruditos y estudiantes de biología y neurociencia, incluidos médicos y estudiantes de medicina, una audiencia ideal para tener el máximo impacto en un campo novedoso y en rápido desarrollo.

Inicio del encuentro

Adam Engle, cofundador, junto a Francisco Varela, del Instituto Mente y Vida y su presidente y director ejecutivo, abre el encuentro dando la bienvenida a los presentes.

Adam Engle: Su Santidad, padre Thomas, presidente DeGioia, decano Miller, distinguidos científicos, clínicos, hermanos y hermanas. Hace dieciocho años que el Dalái Lama, Francisco Varela y yo nos embarcamos en un experimento con la intención de ver si podíamos crear una metodología que permitiese a un grupo de científicos, filósofos y contemplativos budistas reunirse en la búsqueda conjunta de una comprensión más amplia y completa de la naturaleza de la realidad para investigar la mente y alentar el bienestar del planeta. Son muchos los temas –que van desde la física hasta la cosmología y la neuroplasticidad, y desde las emociones curativas hasta el altruismo y la ética– que, desde 1987, se han abordado en los encuentros organizados desde entonces por el Instituto Mente y Vida en los que científicos y contemplativos han compartido sus descubrimientos y enriquecido su comprensión.

Hoy daremos un nuevo paso hacia delante en esa misma dirección. En nombre del Dalái Lama y de otros miembros de la junta directiva del Instituto Mente y Vida, les doy a todos la bienvenida al Mente y Vida XIII, que versará en torno a «La ciencia y las aplicaciones clínicas de la meditación».

Adam invitó luego a Edward Miller (decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins) y a John DeGioia (presidente de la Universidad Georgetown) a pronunciar los comentarios preliminares. Cada uno de ellos mencionó el compromiso de su institución con el nuevo campo de la medicina integrativa y habló del papel desempeñado por la evidencia científica como fundamento para el desarrollo de nuevos tratamientos destinados al cuidado de los pacientes, entre los que destacan los enfoques cada vez más prevalentes basados en la meditación. Finalmente el presidente DeGioia presentó a Su Santidad.

John DeGioia: Es para mí un gran honor presentar esta mañana al honorable Dalái Lama, presidente y continua inspiración del Instituto Mente y Vida. Difícilmente podríamos imaginarnos una vida más extraordinaria que la del hombre ante el que hoy nos encontramos. Nació en una modesta granja de las montañas el Tíbet, una remota nación en la que se había desarrollado una forma singular del budismo y la creencia de que el Buddha reencarna como Dalái Lama para dirigir a otras personas hacia la iluminación y servir como líder espiritual y temporal del pueblo tibetano.

Después de la muerte, en 1933, del decimotercer Dalái Lama, un grupo de hombres santos emprendió una búsqueda secreta del siguiente Dalái Lama, que les llevó hasta una familia de campesinos en la que vivía un niño precoz de dos años. Basándose en una amplia variedad de pruebas, los hombres santos acabaron estableciendo que ese niño pequeño era el decimocuarto Dalái Lama. Como sus predecesores desde siglos atrás, el hijo y su familia fueron llevados a la capital, donde, a su llegada, se vieron recibidos por la muchedumbre. A los seis años fue entronizado como líder espiritual de su pueblo, asumiendo el nombre de Tenzin Gyatso. Vivió en el palacio del Potala que, con sus mil habitaciones, fue siempre fuente de fascinación para un niño curioso como él.

A los 16 años, dos antes de lo previsto, el Dalái Lama asumió el control completo del Tíbet después de que su nación se viese invadida por el ejército chino. Al cabo de nueve años de esfuerzos y negociaciones destinados a encontrar una solución pacífica, el deterioro de las cosas acabó convenciendo, en 1959, a Su Santidad de la necesidad de buscar asilo político en la India. Desde entonces, es el líder del gobierno tibetano en el exilio y de más de 120.000 tibetanos que allí viven en calidad de refugiados. Ha establecido escuelas y centros destinados a mantener viva la tradición tibetana y ha reformado y democratizado el gobierno en el exilio.

Durante décadas el Dalái Lama ha viajado por todo el mundo buscando apoyo para su propósito y una solución no violenta a los problemas por los que atraviesa el Tíbet. Ha sido un elocuente portavoz de los derechos humanos y de la paz mundial y principal exponente en todo el mundo de la filosofía budista. En 1989, recibió el Premio Nobel de la Paz por la defensa de su país.

La suya, a decir verdad, es una vida extraordinaria. Pero hay todavía otro aspecto en el que este es un hombre muy notable. Su temprana educación fue amplia en muchos sentidos, pero no se vio expuesto a las matemáticas, la física, la biología y otras ciencias. Su mente inquisidora, sin embargo, se sintió fascinada por los distintos objetos mecánicos que encontraba en su palacio. Con el paso del tiempo y los viajes, su interés se amplió hasta llegar a incluir todos los aspectos de la ciencia y la forma de la investigación científica. Ha tenido la oportunidad de conocer algunos de los científicos más distinguidos de nuestro tiempo, discutir el avance del pensamiento científico y explorar la interfase entre fe y ciencia y comparte muchas de sus comprensiones en su nuevo libro El universo en un solo átomo: ¿Cómo la ciencia y la espiritualidad pueden salvar el mundo? [13]

Hoy en día, el Dalái Lama permanece al frente del diálogo entre la ciencia y la espiritualidad. La conversación, en su opinión, tiene una capacidad extraordinaria para ayudar a la familia humana a responder a los retos globales sin precedentes a los que nos enfrentamos. Únanse conmigo esta mañana para dar la bienvenida a Su Santidad el Dalái Lama.

Luego dieron comienzo los tres días de presentaciones y diálogos. Esperamos que, en la medida en que los lea, el lector los reviva y participe en ellos. Y también esperamos que, de un modo u otro, el toma y daca y la naturaleza informal de las charlas y conversaciones le permitan transportarse hasta la sala y experimentar en primera persona la energía de las presentaciones y su despliegue y le ayuden también a entrar en diálogo con los presentadores, los panelistas y Su Santidad.

Antes de que Su Santidad se levantara para hacer, desde el estrado, el comentario de apertura, Adam Engle proyectó una fotografía de nuestro querido amigo y colega Francisco Varela (1946-2001). Francisco fue, desde sus mismos inicios, la luz e inspiración científica del Instituto Mente y Vida, manteniéndose siempre muy cerca de Su Santidad. Su prematura muerte, a los 55 años, fue una pérdida extraordinaria para la comunidad del Instituto. Todos los que conocían a este ser extraordinario, su increíble intelecto y su no menos increíble corazón, se sintieron profundamente conmovidos por su pérdida. Francisco fue un profundo y devoto practicante budista y discípulo de algunos de los más importantes lamas tibetanos de la época. Nosotros nos sentimos elevados, sin embargo, por el continuo despliegue y evolución de su visión y legado al Instituto Mente y Vida y la duradera impronta que su investigación y sus escritos han legado al mundo. A su recuerdo queremos dedicar este encuentro.