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nombres: | Serna, María Guadalupe, autor.

título: Entre caridad y solidaridad: las organizaciones mexicanas del Tercer Sector / María Guadalupe Serna.

descripción: Primera edición | Ciudad de México : Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2017 | Serie: Contemporánea sociología.

identificadores: ISBN 978-607-9475-68-0

temas: LEM: Organizaciones no lucrativas - Aspectos sociológicos | Participación social – México – Aspectos sociológicos | Solidaridad – México – Aspectos sociológicos | Beneficencia – México – Historia | Políticas públicas – México – Aspectos sociológicos | Iglesia Católica en México – Aspectos sociológicos | Antropología social – México | Patronato Nacional de Promotores Voluntarios (México, D.F.) – Aspectos sociológicos

clasificación: DEWEY 303.38 SER.e | LC HV40 S4

Imagen de portada: Vasily Kandinsky, Composición IV, Kunstsammlung
Nordrhein-Westfallen, Dusseldurf, 1911. En https://commons.wikimedia.org

Primera edición, 2017
Primera edición electrónica, 2018

D. R. © Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora
Calle Plaza Valentín Gómez Farías 12, San Juan Mixcoac,
03730, Ciudad de México.
Conozca nuestro catálogo en www.mora.edu.mx

ISBN: 978-607-9475-68-0
ISBN ePub: 978-607-9475-96-3

Impreso en México
Printed in Mexico

Índice

Agradecimientos

Introducción

Capítulo I. El Tercer Sector: un concepto a debate

Propuestas iniciales

Una definición estructural/operativa del sector no lucrativo

Hacia la hibridación: el enraizamiento del Tercer Sector

Las ots como actores y protagonistas del cambio social

Del análisis del Tercer Sector en México

Capítulo II. El camino hacia la institucionalización de las formas asociativas

La caridad como elemento clave de la sociedad novohispana

El siglo xix: continuidad y cambio en las formas asociativas

Proceso de institucionalización de las formas asociativas

El papel de las mujeres en las organizaciones: una opción limitada

Capítulo III. Modernización del Estado y consolidación de las formas asociativas

Formas asociativas y desarrollo económico: acciones gubernamentales

Desestablización social y asociacionismo

Formas asociativas consolidadas y modernización institucional

Capítulo IV. El Patronato

Diseño y operación del Patronato

Agudización de la crisis económica

Recentralización y cierre del Patronato

Capítulo V. Consolidación y proliferación del Tercer Sector

Crisis, fin de siglo y cambios

La proliferación de las organizaciones sociales

Participación del sector en acciones legislativas

La composición de un heterogéneo Tercer Sector

Conclusiones

Fuentes consultadas

Agradecimientos

Llevar a cabo una investigación en el campo de lo social es algo relativamente simple, sobre todo al compararse con la complejidad que representa poner por escrito los resultados de la misma y que estos sean accesibles para un amplio público. Esto último es en realidad lo más difícil. Implica plasmar en un texto los hallazgos de investigación, de forma tal que mantenga la secuencia analítica clara que un analista de lo social requiere, que se pueda replicar y que ofrezca una lectura congruente, sostenida por un argumento para el lector. Mi objetivo ha sido este, espero haberlo logrado. Agradezco a usted, que tiene en sus manos este texto, su interés; espero que le resulte útil.

El proceso de escribir y dar forma al argumento que sostiene un escrito es un asunto muy solitario que tiene como propósito que alguien ajeno a ti lea lo que escribes y te comente lo que piensa o lo que esto le dice. El problema es que esta es una de las actividades más difíciles de lograr. Por ello, agradezco a mi querido amigo Luis Herrera Lasso que se diera el tiempo para leer y comentarme una primera versión de este texto. Los comentarios y conversaciones que sostuvimos sobre aquella versión, con secciones poco claras e incluso confusas, me fueron de gran utilidad para reconstruir la estructura sobre la base de un argumento claro a lo largo del texto. Mi agradecimiento a Sergio García, una de las personas con mayor conocimiento práctico y teórico sobre organizaciones sociales en México. Él fue quien despertó en esta socióloga/antropóloga social el interés para ahondar en el conocimiento de estos procesos asociativos. Jaqueline Butcher me invitó a su equipo de trabajo y con ello a plantearme nuevas reflexiones.

Mi agradecimiento a Beatriz Montes por el excelente trabajo y amable disposición para llevar a cabo y con prontitud la revisión de citas y bibliografía acorde con los criterios editoriales. Así como al Departamento Editorial de nuestra institución por su profesionalismo y constante apoyo para agilizar los procesos.

Desde luego, mi agradecimiento a los dos dictaminadores que leyeron este texto. Leer ajeno es parte de nuestra actividad, pero no es fácil pues lleva tiempo, sus comentarios me fueron de gran utilidad, espero que el tiempo que me invirtieron haya valido la pena.

El soporte de mi familia ha sido fundamental pues cuento con su apoyo incondicional y entusiasmo en todo lo que emprendo, gracias, chicos, por su extraordinario don de estar siempre presentes. Gracias a Fernando I. Salmerón por las largas charlas con acuerdos y desacuerdos sobre lo que observaba, por contribuir con atinadas opiniones a reformular nuevas preguntas.

Agradezco al Instituto Mora, centro público de investigación del sistema Conacyt, donde me desempeño como investigadora desde hace algunos años, institución que nos ofrece la posibilidad de llevar a cabo investigaciones en el campo de lo social que profundicen sobre temáticas complejas. Trabajar en una institución pública significa para mí un compromiso con la sociedad que se traduce en investigaciones como esta, referidas directamente a un problema social que nos afecta.

Las afirmaciones expresadas en este texto son de mi entera responsabilidad.

Introducción

En los últimos años, los mexicanos hemos enfrentado una compleja situación de ruptura del tejido social que a cada paso se ahonda más, en donde han surgido voces emanadas desde la sociedad para llevar a cabo alguna acción que signifique agruparnos u organizarnos, al menos informalmente, para manifestar nuestra preocupación frente a este escenario. No obstante, estos llamados no han encontrado eco en la población. Esto es algo muy común que sucede en nuestro país: atender a las voces de alguna organización o de un grupo que ha logrado un consenso mínimo para algo, digamos un acto público ciudadano, se traduce de inmediato en expresiones de desaprobación hacia quienes lo convocan, lo que termina minando la iniciativa. Basta con revisar los periódicos de los últimos meses para tener suficiente evidencia sobre lo sencillo que resulta destruir una acción organizada, ajena a la estructura de gobierno, aun cuando nos neguemos a aceptarlo. De esto trata este libro: de las enormes dificultades que tenemos los mexicanos para organizarnos por cuenta propia.

Esta investigación busca contribuir, aunque sea mínimamente, a explorar las posibles razones de esta contradictoria forma de actuar. Una demanda generalizada de unión y organización que en los hechos garantiza que no suceda. Habrá a quienes no les guste este libro; desde luego, es una óptica que no tiene por qué ser compartida por todos. Sean bienvenidas las nuevas investigaciones y los nuevos datos para rebatir mis argumentos, de eso se trata el quehacer científico. Siempre es mejor el enunciado de refutación que el silencio.

Para dar algunos antecedentes que sostengan mi argumentación configuraré el panorama que precedió a los cuestionamientos que me condujeron al inicio de esta investigación que buscó dar cuenta de algo muy simple: ¿Por qué las personas en México no logramos llegar a un acuerdo mínimo sobre un objetivo y trabajar para ello por un largo periodo, de manera organizada?, ¿alguna vez lo hemos hecho, qué dicen nuestros antecedentes históricos al respecto?, ¿cómo hemos llegado hasta aquí?, ¿qué características han tenido las formas asociativas que han logrado sobresalir? ¿Se han registrado cambios en el tiempo?, ¿por qué al referirse a México se insiste en el bajo número de organizaciones que tenemos tanto en números absolutos como relativos, con relación a nuestros vecinos regionales?

Ciertamente no me refiero a formas organizativas complejas o fuertemente institucionalizadas, sino a organizaciones que por lo general se estructuran alrededor de la voluntad de un conjunto de personas dispuestas a coincidir para la consecución de un objetivo común. Formas asociativas que pueden ser formales o informales, promovidas desde la sociedad, enfocadas a atender una diversidad de problemáticas y brindar múltiples servicios a distintas comunidades. Organizaciones que promueven distintas acciones, que despliegan importantes esfuerzos para generar en la sociedad procesos de sensibilidad y empatía para con quienes atraviesan por situaciones complejas. Organizaciones sociales donde la solidaridad y la reciprocidad deben desempeñar un papel primordial al colaborar con el otro y ofrecer apoyo. Formas organizativas que requieren estructurarse para operar de forma articulada, contar con fondos para garantizar su desarrollo y el cumplimiento de sus metas. Entidades que en estricto sentido buscan beneficiar a sus comunidades sin mediar para ello la obtención de un beneficio económico individual. Me refiero a este tipo de organizaciones y su papel para con la sociedad que Tocqueville detectó en el proceso formativo de Estados Unidos, asociaciones fundadas libremente por ciudadanos activos que con el tiempo se han vuelto un punto de referencia prácticamente en todos los países del mundo y objeto de estudio para las ciencias sociales.

El estudio de estas organizaciones formadas libremente por ciudadanos para distintas acciones impulsó el desarrollo de una esfera de análisis desde disciplinas como la economía, la sociología y la ciencia política, preocupadas por definir su objeto de estudio, establecer su dimensión y estructura de funcionamiento, ofrecer explicaciones sobre el creciente fenómeno, el contexto en el que estas surgían y se desarrollaban, o bien, en tratar de elucidar sus implicaciones en el ámbito económico y social. Las propuestas derivaron en la gestación de un nuevo concepto, el de Tercer Sector (ts) que, desde sus orígenes, desató una intensa polémica sobre su definición y contenidos (Donati, 1997, 2002; Etzioni, 1973; Evers, 1995; Evers y Laville, 2004; Fowler, 1998; Salamon y Anheier, 1992b, 1996, 1997b; Weisbrod, 1975, 1977, entre otros). Polémica que está lejos de resolverse, pero que ya forma parte de la agenda de investigación en México y a la que esta indagación académica busca contribuir y tomar posición al respecto.

Ahora bien, al referirse a estas organizaciones se enfatiza que los conceptos de solidaridad y reciprocidad tienen un papel primordial dado que su preocupación central es beneficiar a la sociedad. Esto no refiere a la naturaleza del Tercer Sector que, desde la perspectiva de Evers y Laville (2004), está constituido por organizaciones que no pertenecen a la esfera pública, ni a la privada lucrativa y que realizan actividades de beneficio social, que forman parte de la economía social y que no están orientadas al lucro individual. Es decir, cuando nos referimos a este sector el concepto solidaridad –pensado como un intercambio producido entre personas que se perciben como iguales– permea esas acciones y propicia la formación de vínculos que amplían el espectro de acción; me refiero a la reciprocidad.

Las preguntas serán entonces: ¿cómo es nuestro país?, ¿qué características generales tiene, somos una sociedad que camina hacia la igualdad?, ¿cómo se observa en el contexto latinoamericano? He aquí algunas respuestas: México forma parte de América Latina, una de las regiones más desiguales del mundo, en donde un análisis de nuestra historia particular nos permite apreciar que la conquista por las armas trajo consigo destrucción, esclavitud y con ello regímenes coloniales que consideraron que todos aquellos que tuvieran la piel oscura, o fueran originarios de esta tierra debían ser tratados como seres inferiores. En nuestro país, aun después de la independencia, el Estado en formación no parece haber planeado acciones para cambiar esta situación o mejorar las condiciones de pobreza a que fueron condenados a vivir enormes contingentes de personas, sino que continuó a lo largo del siglo xix y se extendió hasta inicios del xx. Adicionalmente el proceso de modernización que arrancó en el último tercio del xix repercutió en ahondar aún más la situación de desigualdad entre la población, que se manifestaba en enormes contingentes de pobres, tanto en las ciudades como en las zonas indígenas y rurales.

Incluso ahora en el siglo xxi y en el marco de una modernidad global parece que no hemos logrado ser una sociedad que avanza hacia la igualdad. Tampoco hemos logrado que las políticas públicas diseñadas y orientadas para disminuir la desigualdad se ejerzan como tales, sino que siguen utilizándose como instrumentos de control para mantener clientelas políticas o partidarias. Prevalece como práctica el transformar estas políticas en una dádiva gubernamental que debe agradecer la población receptora, lejos de referirse a estas acciones como una obligación que cumple un gobierno. Es decir, el respeto y el ejercicio de los derechos individuales y sociales es aún una asignatura pendiente en nuestro país. De ahí que sea factible suponer que los gobiernos liberales y neoliberales instalados en el poder desde hace siglo y medio, hayan desempeñado un papel relevante en lograr un presente como el que tenemos y que ha llevado a que nuestro país se ubique dentro de las primeras posiciones de países desiguales en el mundo e incluso dentro de la propia región latinoamericana. Claramente no somos una sociedad que avanza hacia la igualdad, veamos entonces la forma en que los mexicanos nos percibimos como sujetos sociales. ¿Nos percibimos como iguales entre unos y otros?, ¿nos pensamos solidarios?

De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas (encup)1 de 2012, 55% de los encuestados afirmó estar de acuerdo (45%) y muy de acuerdo (10%) en que la mayoría de las personas son solidarias, frente a 44% que afirmó estar en desacuerdo (34%) y muy en desacuerdo (9.7%) al respecto.2 Es decir, frente al término solidaridad tenemos opiniones visiblemente divididas al respecto, sí nos consideramos, pero no nos consideramos sujetos solidarios. Ahora bien, al preguntar si las personas nos preocupamos por los otros tenemos que 72.5% de los encuestados afirmó que la mayoría de las personas sólo se preocupa por sí misma, frente a 26.3% que consideró que las personas ayudan frecuentemente a los demás. Pero esto va más allá, pues frente a la afirmación “si uno no se cuida a sí mismo la gente se aprovechará”, 81.43% de los encuestados indicó estar de acuerdo (53.70%) y muy de acuerdo (27.73%) con esto. Es decir, los mexicanos no nos pensamos solidarios, no nos preocupamos de los otros, sino que nos cuidamos de los otros, pues tendrán una actitud reprobable con nosotros.

Aparentemente tampoco hemos logrado relacionar solidaridad con confianza, yo añadiría confiar en que el otro es igual a ti, pues 69% de los encuestados afirmó que no se puede confiar en la mayoría de las personas. El hecho de que prevalezca la desconfianza entre nosotros es un buen indicador de las enormes dificultades que tenemos como sociedad para establecer lazos solidarios con los otros. Estos datos configuran un panorama adverso respecto de nuestra condición social y percepción de los otros, especialmente en el tema de la solidaridad, tan relevante para la existencia de organizaciones sociales enfocadas a generar procesos de sensibilidad, apoyo y colaboración para nuestros iguales, que atraviesan por condiciones difíciles. Este tipo de información contribuye también a explicar en parte nuestro presente: un país en donde prevalece la desconfianza, irónicamente alimentada por todos y que finalmente obstaculiza la emergencia de actitudes solidarias.

Este perfil nada halagüeño que caracteriza a la población mexicana puede tal vez contribuir con mayor información para tratar de explicar nuestras dificultades para organizarnos por cuenta propia y de manera voluntaria entre ciudadanos. Veamos ahora qué pasa con relación a nuestra percepción sobre las formas asociativas. En este caso, la encup arroja también información sobre la manera en que la población encuestada percibe a las organizaciones en general. Así, al preguntar sobre la confianza que se les tiene a las organizaciones de ciudadanos en la encup2012, se reportó que 67% de los encuestados se ubicó en los parámetros 5 y 8, donde 0 es nada y 10 es mucho, es decir que se confía más o menos en ellas. Aunque estos parámetros son los mismos registrados al preguntar sobre la figura presidencial. De hecho, para ese año, se tenía más confianza en los jueces y en la Comisión Nacional de Derechos Humanos (cndh) que en otras figuras o entidades. Es decir que la confianza en las instituciones y en las organizaciones es un tema que no logra definir la ciudadanía en nuestro país.

Con relación a la posibilidad de solicitar el apoyo de una organización ciudadana para resolver un problema de la comunidad, en la encup2012, 14.85% de la población encuestada indicó haber solicitado apoyo, frente a 84.78% que dijo no haberlo hecho. Así las cosas, estas entidades ocupan un espacio mínimo en el imaginario social cuando se piensa en contar con un apoyo, lo que resulta irónico dado que en principio es uno de los objetivos de las mismas. Esto lleva a preguntarnos qué tan fácil o difícil es organizarse con otros por una causa común. Sobre este punto la población ha mejorado su percepción, pues en la encup2012 34% de los respondientes afirmó que era fácil organizarse, frente a 20% registrado en la encup2001. Aunque nos ha llevado una década fortalecer nuestra perspectiva respecto de las posibilidades de organizarnos vamos ya en el camino, por lo que ahora se debe atender a que este porcentaje se incremente de manera importante.

Para tratar de establecer si las personas forman o han formado parte de un grupo organizado, la encup2012 formuló preguntas directas hacia tipos de organizaciones específicas. Bajo esta premisa 11.74% de los encuestados afirmó que era o había sido miembro de una organización de ciudadanos, en tanto que 11.95% afirmó que era o había sido miembro de una organización con voluntariado o dedicada a la beneficencia. Lo que no se especificó en esta encuesta es la proporción de personas que pertenecían a alguna organización de cualquier tipo, aunque si sumamos el total de porcentajes tenemos que, para 2012, 23.79% formaba parte de alguna forma asociativa. La pregunta concreta sobre ser miembro de una organización se formuló en la encup2001, en donde 15% del total declaró ser miembro de una organización social. Es decir, el proceso de integración a algún tipo de organización o asociación ha continuado, al menos a partir de este referente.

Pero entonces, ¿cuál es la dimensión de este sector organizado en México?, cuando las personas se interesan en participar, ¿tienen opciones para vincularse a alguna organización? Un esfuerzo por contabilizar a estas entidades se ha hecho desde el Centro de Documentación e Información sobre Organizaciones Civiles (cedioc) de la uam-i y han sido Calvillo y Fabela (2004) quienes han aportado otros datos. Los autores optaron por referirse a estos agrupamientos como organizaciones de la sociedad civil, definidas como “aquellas que por principio de cuentas no son gobierno, no actúan guiadas por un afán de lucro individual y privado, no realizan ningún tipo de proselitismo religioso o político y dirigen su acción a favor de una causa de interés común a lograr en el corto, mediano o largo plazo” (p. 75).

Como parte de sus hallazgos, Calvillo y Favela (2004) en 1998 encontraron un total de 8 618, para 1999, eran ya 9 283 y en 2000 habían ascendido a 10 805 organizaciones de la sociedad civil (osc), lo que significó un incremento de 25.4% entre 1998 y 2000, es decir que estaban en constante crecimiento (p. 78). Por otra parte, de acuerdo con los registros de las organizaciones de la sociedad civil que cuentan con Clave Única de Inscripción (Cluni)3 “de un total de 24 308 inscritas desde 2005, el 28.9%, esto es 6 897 se encontraban inactivas al no haber reportado actividades, es decir que no se sabe si se reconstruyeron, tomaron otra figura o desaparecieron” (Banegas y Hernández, 2014, p.1). Estos últimos datos se refieren a lo que se ha hecho en el Sistema de Información sobre Organizaciones Sociales (sios) del Instituto Nacional de Desarrollo Social (Indesol). Por lo que en esta suma no se incluyen aquellas organizaciones que no cuentan con este tipo de registro, aun cuando estén formalmente constituidas, y tampoco aquellas que no están formalmente constituidas pero que están en actividad.

En ambos casos y aun cuando la información tiene un lustro de diferencia y distintas fuentes que no se debe dejar de lado, resulta que tenemos un número reducido de estas entidades al compararlo con otros países. Por ejemplo, a mediados de los noventa en Francia había entre 175 000 y 200 000 organizaciones y en Bélgica unas 37 000 –con sólo 10 000 000 de habitantes–, en tanto que Alemania contabilizaba 240 000 y Estados Unidos más de 1 000 millones (Casado, 1997 citado en Calvillo y Favela, 2004, p. 79). Lo mismo sucede en el caso de Brasil en donde a fines de los noventa había unas 190 000 organizaciones, en donde una tercera parte estaba enfocada a la beneficencia/asistencia (Landim, 2001, p. 67). ¿Qué ha pasado en México para que estas organizaciones no hayan proliferado como en otros países?

objetivo y capitulado

Las consideraciones, hallazgos y reflexiones planteadas son un referente que ha guiado este análisis cuyo objetivo es explorar y analizar en qué contextos han surgido y qué características han tenido las formas asociativas que se han gestado y desarrollado en nuestro país, especialmente aquellas orientadas a la colaboración y a la prestación de servicios a la población en condiciones de dificultades económicas y que persiguen el beneficio social. Es decir, explorar y hacer evidente la manera en que hemos avanzado en el proceso asociativo y que nos permite afirmar que para la década de los noventa del siglo xx en México este era ya un actor social emergente y que era factible también esbozar las características de Organizaciones del Tercer Sector (ots).

Este análisis se sustenta en la propuesta de Evers y Laville (2004) quienes formularon algunas consideraciones para analizar la emergencia y características de las ots, desde una perspectiva sociológica. Proposición que se caracteriza por sostener un enfoque multidisciplinario que hace énfasis en la relevancia que tiene, al analizar el desarrollo de las formas asociativas que han emergido en los distintos contextos, tomar en cuenta las tradiciones y los legados nacionales de las regiones donde estas han surgido. Por lo que se enfoca a arrojar luz sobre los cambios registrados en estos agrupamientos sociales, no solamente aquellos del ts, que son parte fundamental de una sociedad plural.

Apunto brevemente que Evers y Laville (2004) proponen centrarse en el análisis de las formas asociativas desde una perspectiva histórico-dinámica que incluye determinar la manera en que han surgido y cómo han sido estas en el tiempo, es decir sus continuidades y cambios para lo que parten de suponer la existencia de una amplia gama de factores que las integran e influencian. Esta propuesta forma parte del grupo de estudios que profundiza en el concepto de ts y sus diversas expresiones y lo hace desde una perspectiva incluyente y diversa que atiende a la complejidad de los contextos donde esto tiene lugar. Esto se observa en su insistencia en incluir una perspectiva socioeconómica y una sociopolítica, con el mismo nivel de importancia en el análisis, lo que significa hacer patente que lo que deriva finalmente en ots serán organizaciones que llevan a cabo sus acciones en un campo de tensión constante.

Para llevar a cabo el objetivo de esta investigación he integrado este texto en cinco capítulos. En el primero abordo la discusión sobre el ts a la luz de tres distintas propuestas teóricas acerca de la forma en que se define este concepto, la metodología a seguir para su análisis y los elementos centrales a considerar en cada una ellas. El objetivo de discutir estas perspectivas obedece a la necesidad de elucidar cuál puede resultar la más pertinente para analizar las características del proceso asociativo en nuestro país. Las teorías bajo análisis son las formuladas por Salamon y Anheier (1992b, 1996) en el contexto estadunidense, ahora la corriente dominante, la elaborada por Evers y Laville (2004) en el contexto europeo como respuesta a los planteamientos de la escuela estadunidense y la propuesta de Donati (1997), que desde la sociología relacional formula planteamientos sugerentes. En el caso de la corriente dominante esta ocupa un lugar primordial en nuestro país ya que ha sido la más utilizada por los estudiosos de las organizaciones no lucrativas orientadas a la prestación de servicios y apoyo a las comunidades en condiciones de dificultades económicas. Aunque, como se discute en el capítulo, deja algunos vacíos cuando el interés es acercarse a un análisis a profundidad de lo que ha sucedido en torno a estas formas asociativas en contextos específicos.

Los capítulos del segundo al quinto analizan, desde una perspectiva histórico dinámica, lo que ha sucedido con estas formas asociativas en México desde el siglo xvi y hasta el inicio del siglo xxi, bajo la lente de la propuesta formulada por Evers y Laville (2004). El planteamiento de estos autores presenta algunos retos metodológicos que implicaron la recopilación de información y el análisis sistemático de lo que sucede en cada contexto específico de la estructura. Así como la manera en que intervienen los distintos actores sociales, políticos y económicos y que deriva, entre otras cosas, en la emergencia de algún tipo de agrupamiento. Es decir, la conjunción de estos elementos en donde lo sociopolítico y lo socioeconómico tienen el mismo nivel de relevancia, será lo que se traduce en la generación y proliferación, en distintos momentos, de distintas formas asociativas. De igual manera, como el objeto que se analiza son las formas asociativas es necesario hacer patente, para cada contexto, la manera en que emergen al igual que sus características. Así como explicar el modo en que se avanza en el proceso hasta lograr primero la institucionalización de estas entidades, su consolidación y posterior proliferación, así como dejar claro qué factores son los que han intervenido en cada caso. Puesto que serán estas diferencias las que marcan los periodos por los que las formas asociativas transitan en los distintos contextos.

En estos cuatro capítulos observamos la actuación de las dos instituciones más poderosas en el país (la Iglesia católica y el Estado), primero en formación y posteriormente como un ente particularmente fuerte. Los arreglos a los que ambos llegan en los distintos momentos de nuestro desarrollo histórico que implicarán en el tiempo una abierta confrontación hasta que la primera vea minado su poder frente al segundo, el Estado, sin que la primera desaparezca del todo. Tal vez resulte extraño para los posibles lectores de este texto observar cómo, en la medida en que se avanza en el análisis de las distintas formas asociativas que han surgido en México, sean los términos desigualdad, exclusión, caridad y asistencialismo los que cobran fuerza en lugar de ser remplazados por otros como solidaridad, igualdad o economía social. Incluso en el último tercio del siglo xx estos términos incorporan otro (la dádiva gubernamental), pero esto parece ser lo que ha sucedido en nuestro país, acorde con los estudios y las fuentes consultadas para este análisis.

En el segundo capítulo analizo lo que sucedió en términos de emergencia de agrupamientos sociales a inicios de la etapa colonial es decir tempranos, así como el papel desempeñado por la Iglesia católica en la configuración de organizaciones con características específicas. Al igual que los cambios y transformaciones que tuvieron lugar al iniciar la etapa independiente y que concluye a mediados del siglo xix cuando se reconoce en nuestro país el derecho de asociación, que logra concretar el proceso de institucionalización de las formas asociativas existentes. Dedico un espacio a reflexionar sobre el papel desempeñado por las mujeres en estas formas asociativas, ya que fueron ellas quienes tuvieron un papel clave en mantener activas estas entidades.

El tercer capítulo inicia a mediados del siglo xix y la asunción de Porfirio Díaz a la presidencia, quien llevó a cabo distintas acciones legislativas y disposiciones gubernamentales para trazar los marcos de acción de las formas asociativas imperantes, a saber beneficencias, mutualidades y fundaciones. Analizo las características de las distintas expresiones asociativas que se dieron en las primeras décadas del siglo xix, así como la institucionalización del control político y con ello el surgimiento de entidades organizadas al servicio del aparato de Estado. Cierro el capítulo a mediados de los setenta con la presidencia de López Portillo, quien en medio de una severa crisis económica diseña un organismo para ejercer control sobre las distintas expresiones asociativas.

El cuarto capítulo se ocupa específicamente del Patronato Nacional de Promotores Voluntarios (pnpv), organismo público descentralizado, diseñado desde la presidencia para ser el instrumento que impidiera el avance de las distintas expresiones organizadas de corte independiente. He considerado importante destinar un capítulo exclusivamente a esta entidad, al análisis de su diseño, puesta en marcha, desarrollo y transformaciones mientras estuvo en activo. De hecho, su actividad se extendió de 1977 a 1994, durante tres sexenios (el de López Portillo, el de De la Madrid Hurtado y el de Salinas de Gortari), periodo asolado por múltiples crisis económicas y decisiones político-económicas que fueron determinantes para la construcción del México neoliberal global. En términos asociativos, tan pronto el pnpv se puso en marcha se convirtió en la organización que aglutinaba todas las iniciativas y actividades voluntarias, para lo que contó con financiamiento del Estado. Pero al mismo tiempo y dado que sus capacidades de control no fueron siempre las mismas, se gestó un particular entorno que propició el surgimiento del ts. Dos particularidades destaco de este aparato, su objetivo de controlar de manera central las acciones organizadas, y el desvirtuar a partir de entonces el significado de ser voluntario en México, al asociarse el término a una acción promovida desde el Estado.

El quinto capítulo inicia con la presidencia de Ernesto Zedillo Ponce de León para cerrar –en la primera década del xxi–, con el ascenso a la presidencia, durante dos sexenios, de gobernantes emanados de las filas del Partido Acción Nacional (pan) de corte conservador neoliberal. Se trata de un breve pero intenso periodo que registró cambios importantes, sobre todo en el ámbito político, ya que después de más de siete décadas de un presidente priista, llegó a la presidencia Vicente Fox Quezada, un candidato emanado de las filas del pan. En términos económicos, el modelo no se modificó, aunque México fue a partir de entonces un país que formaba parte del mundo y de los cambios globales. Con relación a las formas asociativas, en este capítulo se analizan los cambios que estas registraron desde mediados de la década de los ochenta, cómo estas registraron una evidente proliferación en los noventa. Es decir, a partir de ese momento fue factible referirse a las ots, que para el caso de México ha estado marcado por su diversidad y heterogeneidad. Al final llevo a cabo una serie de reflexiones sobre nuestras dificultades como sociedad para asociarnos, ahora en el marco de los hallazgos aquí plasmados.

nota sobre fuentes primarias y secundarias

Esta investigación iniciada años atrás fue posible gracias a la consulta de fuentes secundarias y primarias. Para llevar a cabo esta empresa se realizó una intensa búsqueda de bibliografía que abordara temas relacionados con fundaciones, beneficencias y otras entidades que operaban como organizaciones al servicio de grupos de población en condiciones de pobreza. Unas gestadas desde la estructura de gobierno para responder a los temas de asistencia pública y otras promovidas por la iniciativa privada, pero para estar al servicio de la población con carencias. Es decir, no hubiera sido posible sin el trabajo realizado por los profesionales de la historia, así como de otros analistas que se han ocupado de indagar lo que ha sucedido con el fenómeno asociativo en México. Es, por tanto, una reconstrucción que fue entretejiendo textos de muy distinta índole hasta lograr un panorama general del tránsito que la sociedad mexicana ha tenido a lo largo de casi cuatro siglos.

De manera alguna es o pretende ser un texto exhaustivo, aunque sí intenta ser una llamada de atención sobre la necesidad de continuar explorando distintas fuentes para contar con la mayor información posible sobre el devenir de los procesos asociativos en este nuestro país; es decir, aun contamos con importantes lagunas de información que requieren ser atendidas. De ahí que aporte la consulta y revisión de una nueva fuente primaria, el archivo del Patronato Nacional de Promotores Voluntarios (pnpv) disponible para su consulta en el Archivo General de la Nación. Los materiales que este archivo contiene corresponden a la documentación referida a este organismo público descentralizado que estuvo en operaciones a lo largo de tres periodos presidenciales. Inició durante la presidencia de José López Portillo y se extendió y cerró sus actividades al final del sexenio de Carlos Salinas de Gortari, pues tan pronto inició la presidencia de Ernesto Zedillo Ponce de Léon, este decretó su cierre, que formalmente fue en 1995.

La pregunta necesaria de responder es por qué este archivo es importante para un análisis sobre las distintas formas asociativas que se han gestado y desarrollado en nuestro país. La respuesta requiere de algunos antecedentes. Por el año de 2005 participé como invitada en una investigación que exploraba el tema del voluntariado, tema que me era desconocido, pero dado que trabajaba sobre organizaciones económicas, léase empresas, había posibles puntos de conexión para llevar a cabo el análisis. Mi trabajo fue elaborar estudios de caso sobre organizaciones no lucrativas con una estructura de funcionamiento que incluía grupos de personas llamados voluntarios. Esto me llevó a la consulta de textos referidos concretamente a organizaciones promovidas por personas interesadas en proporcionar servicios a grupos de población o comunidades con dificultades de algún tipo y que contaran con voluntarios; esto es, personas a quienes les interesaba contribuir de alguna manera para el logro de la organización en donde colaboraban.

La búsqueda de bibliografía hizo que llegara a mis manos un texto: La acción voluntaria en el contexto histórico de la asistencia social en México, elaborado por el Patronato Nacional de Promotores Voluntarios y publicado en 1994. Este texto hacía referencia a voluntarios, pero ciertamente de forma muy distinta a los que yo había entrevistado como parte de la investigación, de hecho se referían a estos como “promotores voluntarios”, y parecían estar asociados a la estructura de gobierno. No me ocupé más del asunto hasta que volví a retomar el tema, del que ahora es producto este texto.

Como la preocupación central de esta investigación ha sido explorar la emergencia de formas asociativas en nuestro país, tomé la decisión de indagar a fondo qué era esa entidad llamada el Patronato. Por lo que decidí incursionar en la búsqueda de los materiales que sin duda debían existir sobre este organismo, que bien podía aportar nuevas luces sobre el proceso asociativo en México. La existencia de archivos, especialmente de haciendas, así como del Archivo General de la Nación y la documentación que contiene no me es ajena, como profesional de la sociología y la antropología social los he empleado. La consulta del Diario Oficial de la Federación me dio las primeras pistas sobre la creación y cierre del Patronato. La búsqueda llevó algo de tiempo pero con una ventaja adicional: la Ley General de Archivos de 2004 definió los lineamientos generales para la organización y conservación de los archivos de las dependencias y entidades de la administración pública federal. Si existía documentación sobre el Patronato, debía estar en alguna de las galerías del Archivo General de la Nación y efectivamente ahí estaba el archivo del Patronato Nacional de Promotores Voluntarios y había sido puesto a disposición del público para su consulta a fines de 2012.

Le dediqué algunos meses a la revisión de la documentación contenida en este archivo ya catalogado y clasificado. La consulta y lectura de los materiales que integran el archivo resultó importante puesto que arroja información de primera mano sobre un organismo federal cuyo diseño y funcionamiento era poco conocido, así como datos sobre el fenómeno asociativo del último tercio del siglo xx en México. El archivo es rico en información, aunque presenta carencias severas con relación a los presupuestos anuales que le otorgaba la federación, al igual que sobre el personal que trabajaba en este.

Al estructurar la investigación consideré pertinente destinarle un capítulo completo a este organismo, sobre todo porque contribuye con información sobre la que se carecía y que es, efectivamente relevante, para la comprensión del fenómeno asociativo en nuestro país. Por tanto, el cuarto capítulo, en su totalidad, está elaborado a partir de fuentes primarias es decir la consulta y análisis de varios expedientes contenidos en el archivo del pnpv en el Archivo General de la Nación.

Aquí es importante incluir información sobre dos borradores que forman parte del archivo del pnpv, ambos bajo el mismo nombre, me refiero al texto La acción voluntaria en el contexto histórico de la asistencia social en México, puesto que sólo uno de estos documentos fue publicado en 1994, para dar cuenta parcialmente de las acciones realizadas por el Patronato. Aparentemente en 1992 la directora del Patronato tomó la decisión de que al término de su gestión se contara con un informe que recapitulara no solamente los logros llevados a cabo por este organismo, sino que fuera más allá y se investigara sobre otros temas vinculados a las acciones organizadas, para lo que se llevó a cabo una investigación documental que estuvo a cargo de un profesional y que fue coordinada por la Secretaría Ejecutiva del Patronato. A principios de 1994 el proyecto se concretó en dos documentos bajo el mismo título.4

El primer documento5 está integrado por tres secciones: la primera sobre la acción voluntaria en México, el concepto del voluntariado y su evolución histórica; la segunda hace énfasis en el tipo de acciones llevadas a cabo por el Patronato entre 1989 y 1994; y una última sección se refiere a organizaciones e instituciones no gubernamentales y sus diferencias. Se llama la atención respecto de que estas organizaciones, como el Patronato, operan mediante trabajo voluntario, las caracteriza, se refiere a sus estrategias de promoción y destaca la importancia que su participación tiene para apoyar a los grupos de necesitados. El documento destaca que estas ong eran actores clave, “no sólo para trabajar en los efectos de la pobreza, sino en sus causas”, lo que las había llevado a la profesionalización de sus actividades como la mejor manera de garantizar el éxito de sus proyectos. Con relación a los voluntarios, el documento asienta la necesidad de que estos sean personal especializado en proyectos de desarrollo, pues el interés no era suficiente para colaborar, sino que debían estar calificados en temas concretos.

En el texto se indica que las organizaciones “dedicadas a la promoción social coincidían con los lineamientos del patronato”.6 Se discute que la permanencia de las organizaciones está en relación con las comunidades atendidas, pues sólo en la medida en que atendieran comunidades específicas y que estas reconocieran su trabajo, esto les garantizaría tanto su actividad como el incremento de su número. Finalmente, se hace hincapié en la importancia de estas entidades que para ese momento llegaban a cerca de 5 000,7 acorde con el documento, que el unir esfuerzos con la estructura de gobierno contribuía a mejorar sus acciones e impacto en las comunidades atendidas.8 El documento concluye con una exposición de lo que era la Cruz Roja Mexicana y sus principios, así como la relevancia que esta institución tenía para los mexicanos y para el propio pnpv, con quien había establecido una estrecha colaboración.9

El segundo documento,10 publicado en 1994, es distinto al anterior. Este último incluyó un breve prólogo de la presidenta del pnpv y su contenido pone énfasis en la asistencia social y la acción voluntaria. En el caso de las organizaciones u ong se les asignó un papel muy menor y la Cruz Roja Mexicana, cuya relevancia para los mexicanos era innegable, no fue incluida. Esta es una breve historia de la que, sin embargo, no tenemos una explicación respecto del porqué o de qué manera se tomó la decisión sobre cuál de estos dos documentos debía publicarse.

De vuelta a la información utilizada para la investigación de la que este texto forma parte, me interesa destacar que una parte de la información sobre distintos tipos de organizaciones que se recopiló para la investigación que llevé a cabo en 2005-2006 la recupero de nueva cuenta para este análisis, aunque ahora desde otra perspectiva. Me refiero específicamente a la información sobre las características generales, forma de operar y llevar a cabo sus objetivos de las catorce organizaciones que formaron parte de aquellos estudios de caso.11

notas

1 “La Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas ofrece datos sobre las percepciones, el conocimiento, las actitudes y el comportamiento de los mexicanos en torno al funcionamiento del sistema político en México. Las dos finalidades fundamentales de la encup son aportar elementos para enriquecer la toma de decisiones en materia de política pública y brindar información empírica a investigadores de distintas ramas de las ciencias sociales.” La encup se ha levantado en cinco ocasiones (2001, 2003, 2005, 2008 y 2012), su periodicidad es no determinada. Recuperado de http://www.encup.gob.mx/es/Encup/Acerca de la ENCUP

2 Los porcentajes a que este análisis se refiere fueron recuperados de: http://www.encup.gob.mx/work/models/Encup/Resource/69/1/images/Resultados-Quinta-ENCUP-2012.pdf

3 Esta Clave Única (Cluni) le da a la organización el derecho “a participar en el diseño de políticas públicas y acceder a los apoyos y estímulos que otorga la Administración Pública Federal”. Recuperado de htttp://www.corresponsabilidad.gob.mx/?p=482bd57ea95bb42cc15c82d63af42ea9&idContenido=13y

4 agn. 1994. Fondo pnpv. Expediente 03, fs. 00103-00106 y agn. 1994. Fondo pnpv. Expediente 717, fs. 00001-00140.

5 agn. 1994. Fondo pnpv. Expediente 03, fs. 00103-00106.

6 agn. 1994. Fondo pnpv. Expediente 03, fs. 00103-00104.

7 agn. 1994. Fondo pnpv. Expediente 03, fs. 00105.

8 agn. 1994. Fondo pnpv. Expediente 03, fs. 00105.

9 agn. 1994. Fondo pnpv. Expediente 03, fs. 00105 -00106.

10 agn. 1994. Fondo pnpv. Expediente 717, fs. 00001-00140.

11 Como resultado de aquella investigación se publicaron dos textos. Véase, Serna (2008).

Capítulo I. El Tercer Sector:un concepto a debate

A mediados de la década de los setenta, entre los estudiosos de los procesos organizativos se desató un intenso debate por definir el concepto de Tercer Sector (ts) y su manifestación empírica que, en los últimos años, ha cobrado gran relevancia y ha tenido como resultado la formulación de propuestas que han abierto diferentes vetas para su análisis. Asimismo, al analizar estos agrupamientos emanados desde la sociedad y las posibilidades que tienen para contribuir a articular el tejido social, la discusión también ha situado como actuales e importantes conceptos como solidaridad, altruismo o cooperación, fundamentales en el contexto de la crisis estructural que se vive a nivel global, México incluido (Torre, 2003; Eckstein, 2001).

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