El proyecto WID.world y la medición de la desigualdad económica

Este informe se basa en datos económicos disponibles en WID.world, la base de datos más extensa sobre la evolución histórica de la distribución del ingreso y la riqueza global, dentro de y entre países.

WID.world es un proceso de investigación acumulativo y de colaboración que se originó a principios de la década del año 2000, y ahora incluye a más de 100 investigadores que cubren más de 70 países de todos los continentes.

Las mediciones oficiales de la desigualdad en su mayor parte dependen de datos de encuestas, que con frecuencia subestiman los niveles de ingreso más alto y suelen ser inconsistentes con los datos de crecimiento macroeconómico.

En consecuencia, a menudo la gente tiene dificultades para relacionar los datos de crecimiento del PIB que escuchan en los medios de comunicación con las trayectorias de ingreso y riqueza individual que ven en torno suyo. Esto puede conducir a una falta de confianza en las estadísticas económicas y obstruye los debates públicos sólidos sobre la desigualdad.

WID.world intenta corregir este problema combinando fuentes disponibles (cuentas nacionales, datos fiscales y de riqueza, encuestas), abarcando lapsos de tiempo tan largos como 200 años para algunos países, en una forma consistente y sistemática.

Nuestra meta es presentar estadísticas de desigualdad que son consistentes con estadísticas macroeconómicas como el PIB, que pueden comprenderse con facilidad y que el público puede utilizar, para ayudar a que el debate democrático se base en hechos.

Utilizamos instrumentos digitales modernos para hacer que estos datos estén disponibles libremente en línea en WID.world. Nuestras series de datos son del todo transparentes y reproducibles; el código de nuestros programas de cómputo, supuestos y artículos de investigación detallados están disponibles en línea, de suerte que todas las personas interesadas pueden acceder a ellos y usarlos.

¿Cómo medir la desigualdad del ingreso y de la riqueza?

La desigualdad económica es un fenómeno complejo que puede medirse de varias formas usando diferentes indicadores y fuentes de información. Las opciones entre estos indicadores no son neutrales y pueden tener efectos sustanciales en los resultados encontrados. Ésta no es sólo una cuestión de debate académico entre estadísticos. Cualquiera que espere diseñar políticas públicas apropiadas debe tener una comprensión clara de las dinámicas de la desigualdad presente y pasada. Así, en lo que sigue discutimos brevemente algunos conceptos clave que son centrales para la comprensión del resto de este informe.

Cualquiera que sea la fuente de los datos y la métrica utilizada para monitorear la desigualdad económica, su medición comienza con el mismo insumo básico: una distribución. Para cualquier grupo de ingreso o riqueza, la distribución muestra el número de individuos pertenecientes a este grupo y su participación en el ingreso o riqueza total del grupo. Como tal, una distribución es un conjunto relativamente complejo de información, que no es fácil resumir. Los índices de desigualdad intentan describir tales conjuntos de datos complejos en una forma sintética.

Los informes oficiales de desigualdad y los estadísticos con frecuencia usan medidas sintéticas de desigualdad como el índice de Gini. En términos técnicos, el Gini corresponde a la distancia promedio entre el ingreso o la riqueza de todos los pares de individuos. Para hacerlo comparable entre países y a través del tiempo, se normaliza de forma adecuada, de suerte que la igualdad total corresponde a o y la desigualdad total (una persona posee todo) corresponde a 1. El índice de Gini se presenta con frecuencia como un instrumento conveniente y sintético que permite hacer comparaciones de desigualdad en el tiempo y en el espacio.

Sin embargo, este tipo de índice es técnico, tanto en su cálculo como en el conocimiento matemático necesario para que el lector lo interprete. De acuerdo con el Banco Mundial, por ejemplo, el índice de Gini de la desigualdad de consumo en Vietnam en 2014 fue igual a 0.38. ¿Este dato es grande o pequeño? Un Gini de 0.38 implica que la distancia que separa a Vietnam de la desigualdad total (que corresponde a un valor de 1) es 0.62. ¿Esta distancia es aceptable respecto de la desigualdad total? No es fácil que ciudadanos, periodistas y tomadores de decisiones políticas comprendan esta métrica.

Además, la fortaleza del índice de Gini —que combina información de todos los individuos en una sociedad— es también su principal debilidad. Debido a que resume una distribución en un solo índice, un valor dado del coeficiente de Gini puede provenir de distribuciones que en realidad son radicalmente diferentes. Por ejemplo, un país puede experimentar al mismo tiempo una caída en la pobreza que reduzca el Gini y un aumento en la participación en el ingreso del 10% más alto, lo cual incrementa el Gini. Si estos efectos se anulan mutuamente, el Gini total puede permanecer constante, creando así la impresión de que la distribución del ingreso no ha cambiado —mientras que en realidad la clase media está siendo comprimida.

Debido a sus propiedades matemáticas subyacentes, el índice de Gini también tiende a minimizar los cambios que ocurren en el nivel superior y en el inferior de la distribución, precisamente donde ha tenido lugar la mayor evolución durante las décadas recientes. Por último, los datos originales utilizados para computar los índices de Gini con frecuencia son de baja calidad relativa, especialmente en el nivel superior de la distribución: los niveles superiores de ingreso y riqueza con frecuencia son increíblemente bajos. El uso de índices sintéticos en ocasiones puede ser una manera de esconder bajo la alfombra estos detalles de los datos.

En lugar de utilizar un solo índice, pensamos que es preferible usar varias mediciones de desigualdad y ser transparentes respecto de qué grupos específicos de la población están dominando la evolución de la desigualdad. Ésta es la elección que hacemos a lo largo de este informe. Las distribuciones pueden desagregarse en grupos sociales concretos que representan fracciones fijas de la población —por ejemplo, el 10% más bajo de la población, el 10% siguiente y así sucesivamente hasta el 10% más alto y el 1% superior—. Para cada grupo, entonces es posible calcular el ingreso promedio en ese grupo y el ingreso mínimo requerido para pertenecer a él. Por ejemplo, en Estados Unidos en 2016 un adulto necesitaba ganar más de 124 000 dólares por año (€95 000) para ingresar al grupo del 10% más alto. En promedio, el 10% más alto obtiene un ingreso igual a 317 000 dólares por año (€242 000). En marcado contraste, el 50% más bajo obtiene un ingreso promedio de 16 000 dólares por año (€13 000). Sin duda, cualquier persona de Estados Unidos puede remitirse a esas medidas y comparar estos valores con su propio ingreso.

Otra forma poderosa de medir la desigualdad es enfocarse en la participación en el ingreso nacional que recibe cada grupo. Por ejemplo, en Estados Unidos el 10% más alto capturó 47% del ingreso nacional en 2016. Es decir, el ingreso promedio del 10% más alto es 4.7 veces más que el ingreso promedio de la economía en su conjunto; este grupo obtiene 4.7 veces más que lo que recibiría en una sociedad perfectamente equitativa. El 90% más bajo, en contraste, obtuvo 53% del ingreso nacional, de suerte que los individuos del 90% más bajo en promedio recibieron 59% del ingreso promedio por adulto (es decir, 0.53 dividido entre 0.90). No hay un juicio moral asociado con esta afirmación: las participaciones de los diferentes grupos pueden o no estar justificadas. Lo que importa aquí es que esta métrica es precisa y significativa.

El análisis no debe detenerse en el 10% más alto, sino también describir las participaciones y los niveles de ingreso de otros grupos, tales como el 50% más bajo o el 40% que cae entre el 50% más bajo y el 10% más alto, al que se suele denominar como “clase media”. Uno puede también querer refinar el enfoque en el nivel superior de la distribución, analizando el 1% más alto, por ejemplo, pues las investigaciones recientes han mostrado que la desigualdad dentro del 10% más alto es grande y creciente. Entonces, puede ser relevante descomponer aún más el 1% más alto en grupos todavía más pequeños, como las décimas de percentil. Este proceso puede continuar, dividiendo el 0.1% más alto en centésimas de percentil, y el 0.01% en milésimas de percentil. En su conjunto, este enfoque permite una descripción más detallada y sin embargo sencilla del nivel y la evolución de la desigualdad respecto de lo que puede conseguirse utilizando índices sintéticos.

Dónde buscar datos sobre desigualdad global

Los índices de desigualdad comprensibles son necesarios pero no suficientes para permitir debates sólidos sobre la desigualdad. Después de todo, lo que importa son las fuentes de información económica confiables. La producción de estadísticas de desigualdad confiables toma tiempo sin embargo, y suministrar esas estimaciones para varios países y periodos largos no es posible sin la participación de muchos investigadores —investigadores con conocimiento específico de cada país, acceso a las fuentes de información y comprensión adecuada de las especificidades políticas, económicas y culturales de cada país—. Esto puede ayudar a explicar por qué, hasta ahora, la producción de estadísticas de desigualdad ha estado descentralizada entre diferentes grupos de investigación, quienes con frecuencia usan diferentes conceptos y técnicas de estimación.

Hoy existen varias bases de datos sobre la desigualdad global. Estas bases de datos sobre la desigualdad incluyen, por ejemplo, la PovcalNet del Banco Mundial, el Luxembourg Income Study (LIS), la Socioeconomic Database for Latin America and the Caribbean (SEDLAC) y la OECD Income Distribution Database (IDD). También existen varias fuentes que combinan las bases de datos anteriores para incrementar su cobertura, las más importantes de las cuales son el World Panel Income Distribution (LM-WPID) y la Standardized World Income Inequality Database (SWIID). Por último, la Organización de las Naciones Unidas compila la World Income Inequality Database (WIID), que consiste en un censo casi exhaustivo de todas las bases de datos primarias y las iniciativas de investigación individuales, con información detallada acerca de los conceptos utilizados.

Estas bases de datos les han resultado útiles a los investigadores, tomadores de decisiones de políticas públicas, periodistas y el público en general que se ha ocupado de la evolución de la desigualdad durante las décadas pasadas. Sin embargo, estas fuentes dependen casi en forma exclusiva de una fuente de información específica —las encuestas de hogares—, que tiene importantes limitaciones cuando se trata de medir la desigualdad. Las encuestas de hogares consisten sobre todo en entrevistas en persona o virtuales con individuos, a quienes se les pregunta sobre sus ingresos, su riqueza y otros aspectos socioeconómicos de sus vidas. Las encuestas son particularmente valiosas porque reúnen información acerca no sólo de ingresos o activos, sino también de dimensiones sociales y demográficas. Así, nos permiten una mejor comprensión de los determinantes de la desigualdad del ingreso y la riqueza, y nos ayudan a poner la desigualdad del ingreso y la riqueza en contextos más amplios —como la desigualdad racial, territorial, educativa o de género.

El principal problema de las encuestas de hogares, sin embargo, es que suelen depender por completo de información sobre ingreso y riqueza provista por el entrevistado. Como consecuencia, subestiman los niveles de ingreso y riqueza más altos y, por lo tanto, la desigualdad total. Esto también puede contribuir a inconsistencias importantes entre el crecimiento macroeconómico (tal como lo registran las estadísticas del PIB) y el crecimiento del ingreso del hogar (tal como lo registran las encuestas a las partes baja y media de la distribución), lo cual, por lo tanto, conduce a la falta de confianza en las estadísticas económicas (véase el recuadro 1.1).

Recuadro 1.1. Qué tipo de desigualdad económica medimos en el Informe sobre la desigualdad global.

Este informe intenta presentar un enfoque integrado y consistente para calibrar la desigualdad del ingreso y la riqueza. Como lo indica su título, la aspiración y la novedad clave de la World Wealth and Income Database (WID.world), sobre la cual se construye este documento, en realidad es poner igual énfasis en la riqueza y en el ingreso, y relacionar los dos aspectos de la desigualdad económica tan estrechamente como sea posible.

Existen varias razones para esto. Primero, para analizar de manera apropiada la desigualdad del ingreso, resulta crítico descomponer el ingreso total en dos categorías de flujos: los ingresos del trabajo y los ingresos del capital. Los segundos han tenido un papel importante en el aumento de la desigualdad en las décadas recientes —y aun un papel mayor si analizamos la evolución de la distribución del ingreso en el muy largo plazo.

Segundo, una de nuestras metas clave es relacionar los temas macro-económicos —como la acumulación de capital, la estructura agregada de la propiedad, las políticas de privatización o nacionalización y la evolución de la deuda pública— con el estudio microeconómico de la desigualdad. Muy a menudo, el estudio del lado del “capital” de la economía (es decir, enfocado en el capital, la inversión, la deuda y demás) se separa del estudio del lado del “hogar” (es decir, el análisis de los salarios, las transferencias, la pobreza, la desigualdad y otros temas).

Debemos aclarar, sin embargo, que aún es necesario realizar grandes avances antes de que podamos presentar un enfoque integrado completo. El presente informe debe verse como un paso en esta dirección. Por ejemplo, en la parte III, podemos analizar completamente la evolución conjunta de la desigualdad del ingreso y de la riqueza de varios países (en particular, Estados Unidos y Francia). Hacer esto requiere una medición cuidadosa no sólo de la desigualdad del ingreso antes y después de impuestos, sino también de la distribución de las tasas de ahorro de los diferentes deciles de la distribución de ingreso antes de impuestos.

Este tipo de análisis se extenderá gradualmente a más y más países a medida que estén disponibles más datos. La combinación de series sobre la distribución del ingreso antes y después de impuestos, el ahorro y la riqueza también nos permitirá relacionar en una forma sistemática la desigualdad del ingreso, la riqueza y el consumo (es decir, ingreso menos ahorro).

En nuestra opinión, sin embargo, sería un error sobreenfatizar la perspectiva del consumo, tal como la bibliografía sobre la desigualdad y la pobreza ha hecho algunas veces. El consumo es obviamente un indicador muy importante de la riqueza, particularmente en el nivel más bajo de la distribución. El problema es que las encuestas de hogares utilizadas rutinariamente para estudiar la desigualdad en el consumo tienden a subestimar los niveles de consumo, de ingreso y de riqueza alcanzados por el grupo más alto de la distribución. Asimismo, la noción de consumo no siempre está bien definida para los grupos más altos de ingreso, que típicamente ahorran grandes proporciones de su ingreso. Prefieren hacerlo así en parte para consumir más en años posteriores, pero sobre todo para consumir el prestigio, la seguridad y el poder económico que provienen de poseer riqueza. Para desarrollar una perspectiva consistente y global de la desigualdad económica —es decir, una perspectiva que considere a los actores económicos no sólo como consumidores y trabajadores, sino también como propietarios e inversionistas—, en nuestra opinión es crucial poner igual énfasis en el ingreso y en la riqueza.

Nuestros varios conceptos de ingreso y riqueza —en particular, ingreso nacional antes de impuestos, ingreso nacional después de impuestos y riqueza personal— están definidos utilizando los lineamientos internacionales de las cuentas de ingreso nacional y riqueza (SNA, 2008). Las definiciones técnicas exactas están disponibles en línea en los lineamientos DINA (sobre las cuentas nacionales distributivas).1

F. Alvaredo, A. B. Atkinson, L. Chancel, T. Piketty, E. Saez y G. Zucman, “Distributional National Accounts (DINA) Guidelines: Concepts and Methods Used in WID.world”, WID.world Working Paper núm. 2016/2, diciembre de 2016, disponible en wid.world/document/dinaguidelines-v1.

Los datos fiscales capturan dinámicas de la desigualdad que los datos de encuestas no contienen

Las estimaciones de la desigualdad provenientes de las encuestas dependen de información reportada y recolectada de grupos población representativos a nivel nacional. El principal problema de cualquier encuesta de este tipo es el tamaño limitado de la muestra. Dado el pequeño número de los individuos muy ricos, la probabilidad de que sean incluidos en las encuestas normalmente es muy pequeña. Algunas encuestas intentan resolver este problema aumentando la muestra entre los ricos —seleccionan más individuos ricos para ser encuestados—, pero esto suele ser insuficiente para obtener información confiable sobre los ricos, porque las tasas de no respuesta son altas en este caso. Más aún, debido a que los ingresos grandes reportados en las encuestas en ocasiones se deben a errores, con frecuencia las encuestas usan códigos altos (o correcciones) para limpiar los valores extremos. Por lo tanto, en general las encuestas subestiman de manera importante los niveles de ingreso y riqueza más altos de la distribución, precisamente en los niveles donde han ocurrido los mayores cambios durante las décadas pasadas.

La mejor manera para superar esta limitación es combinar diferentes tipos de fuentes de información y, en particular, usar datos fiscales administrativos junto con datos de encuestas. Los datos fiscales, inicialmente compilados para propósitos de recaudación, también son valiosos para los investigadores. Comparados con los de las encuestas, proveen un panorama más completo y confiable de la distribución del ingreso y la riqueza entre los ricos.

Para ilustrar las diferencias en las estimaciones de la desigualdad entre los datos de encuestas y los fiscales, consideremos los siguientes ejemplos. De acuerdo con los datos de la encuesta oficial, el 1% con mayores ingresos entre los chinos obtuvo 6.5% del ingreso nacional en 2015. Sin embargo, las nuevas estimaciones producidas como parte del proyecto WID.world muestran que la corrección de las encuestas con datos de impuestos sobre ingresos altos publicados hace poco es suficiente para incrementar la participación en el ingreso del 1% más alto de 6.5% a cerca de 11.5% del ingreso nacional.1 En Brasil, los datos provenientes de encuestas indican que el ingreso recibido por el 10% más rico fue un poco más de 40% del ingreso total en 2015 pero, cuando se combinan las encuestas con datos fiscales y las cuentas nacionales, encontramos que este grupo recibe, de hecho, más de 55% del ingreso nacional (gráfica 1.1). Como puede verse con estos dos ejemplos, la magnitud en que las encuestas subestiman las participaciones más altas puede variar de un país a otro —y también de un percentil a otro—, pero es probable que siempre sea sustancial. Las comparaciones entre países es probable que no sean confiables si se realizan con base en datos de encuestas, sin ajustar los ingresos más altos, incluyendo datos fiscales y de las cuentas nacionales.

La cobertura deficiente de los ricos en las encuestas de hogares también puede impedir comparaciones precisas en el tiempo. Por ejemplo, de acuerdo con datos de encuestas en Brasil, la desigualdad en el país disminuyó entre 2001 y 2015 —pero los datos de impuestos al ingreso muestran que, de hecho, la desigualdad permaneció obstinadamente alta durante este periodo—. En China pueden encontrarse resultados similares: la participación en el ingreso del 10% más alto aumentó 15 puntos porcentuales entre 1978 y 2015, mientras que, de acuerdo con las estimaciones oficiales provenientes de encuestas, el incremento fue sólo de 9 puntos porcentuales. En la India, la ausencia de niveles de ingreso altos en los datos provenientes de encuestas puede explicar hasta 30% de la brecha entre el muy bajo crecimiento económico del consumo, observado en los datos provenientes de encuestas, y la tasa de crecimiento mucho más grande observada en los datos de las cuentas nacionales.2

Gráfica 1.1.
Participación en el ingreso del 10% más alto en Brasil, 2001-2015: encuesta vs. series de cuentas nacionales.

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En 2015, el 10% más alto recibió alrededor de 40% del ingreso nacional de acuerdo con las encuestas de los hogares. Sin embargo, las estimaciones corregidas utilizando datos fiscales, encuestas y cuentas nacionales muestran que su participación fue de 55%.Source : Morgan (2017). Voir wir2018.wid.world pour les séries et les notes.

FUENTE: Morgan (2017). Véase wir2018.wid.world para series de datos y notas.

Los datos fiscales administrativos no están exentos de problemas de medición en los niveles superiores de ingreso. También tienden a subestimar los niveles altos de ingreso y riqueza debido a la evasión de impuestos. Por esta razón, nuestras estimaciones de desigualdad deben verse en la mayoría de los casos como estimaciones de límite inferior —pero al menos estos son límites inferiores más factibles que las medidas basadas en las encuestas—. En todos los países, incluyendo aquellos con evasión potencialmente amplia, encontramos que los niveles de ingreso altos reportados en los datos fiscales son sustancialmente mayores que en los de las encuestas. La razón de esto es simple: los contribuyentes que no declaran impuestos al menos enfrentan algunas sanciones potenciales si subdeclaran sus ingresos a las autoridades fiscales, mientras que no existen sanciones para quienes subdeclaran sus ingresos en una encuesta. Más aún, las autoridades fiscales recolectan de manera creciente datos de terceros (empleadores y bancos), lo cual aumenta el cumplimiento de las declaraciones fiscales.

Otra ventaja de los datos fiscales sobre las encuestas es la cobertura en periodos de tiempo más largos. Los datos fiscales administrativos suelen estar disponibles con una base anual desde principios del siglo XX, para los impuestos al ingreso, y desde principios del siglo XIX, para los impuestos a la herencia en algunos países. En contraste, las encuestas representativas a nivel nacional rara vez se realizan cada año, y no solían realizarse en general antes de las décadas de 1970 o 1980. Con la sola utilización de las encuestas, sería imposible estudiar las evoluciones de largo plazo —una seria limitación, dado que algunas de las transformaciones más importantes en la desigualdad se extienden por largos periodos de tiempo—. La disposición de datos que abarcan varias décadas ayuda a distinguir las tendencias de largo plazo, que reflejan importantes transformaciones macroeconómicas, de las variaciones de corto plazo, debidas a choques episódicos o problemas de medición.

El renovado enfoque sobre la desigualdad del ingreso y la World Top Incomes Database

Durante los pasados 15 años ha habido un renovado interés por comprender la evolución de largo plazo de la desigualdad del ingreso. Muchos estudios han construido series de participación de ingreso alto para un gran número de países.3 Estos estudios han generado grandes volúmenes de datos, pensados como un recurso de investigación para ulteriores análisis, así como una fuente para nutrir el debate público sobre las tendencias de la desigualdad. En gran medida, esta bibliografía siguió el trabajo pionero de Simon Kuznets Shares of Upper Income Groups in Income and Savings [Participación de los grupos de mayores ingresos en el ingreso y el ahorro], extendiendo su medición de la participación en el ingreso a más países y años.4

En enero de 2011, la World Top Incomes Database [Base de Datos Mundial de Ingresos Altos] (WTID) fue creada para permitir el acceso conveniente y gratuito a estas series. Gracias a la contribución de más de 100 investigadores, la WTID se expandió para incluir series sobre desigualdad del ingreso de más de 30 países, para un periodo que abarca la mayor parte del siglo XX y principios del XXI. Estas series tuvieron un gran efecto en el debate sobre la desigualdad global porque permitieron comparar la participación en el ingreso de los grupos más altos (por ejemplo, el 1% más alto) durante periodos largos, revelando nuevos hechos y reenfocando la discusión sobre el aumento en la desigualdad registrado en décadas recientes.

Aunque las series de participación en el ingreso de los grupos más altos disponibles en la WTID tenían un soporte metodológico y una meta común —el uso de datos fiscales para documentar la evolución de largo plazo de la concentración del ingreso—, las unidades de observación, los conceptos de ingreso y los métodos estadísticos usados nunca se homogeneizaron en el tiempo ni para todos los países considerados. Más aún, la atención se restringió en su mayor parte al decil más alto, y no a la distribución completa, y estas series eran en su mayor parte sobre ingreso, no sobre riqueza. Todo esto apuntaba a la necesidad de una revisión metodológica y una clarificación.

En diciembre de 2015, la WTID se convirtió en la World Wealth and Income Database [Base de Datos Mundial de Riqueza e Ingreso] (WID), parte de WID.world. El cambio de nombre refleja el alcance y el propósito más amplios del proyecto. La nueva base de datos aspira a medir no sólo la desigualdad del ingreso sino también la de la riqueza, y a capturar la dinámica de uno y otra en toda la distribución, no sólo en el nivel más alto.

La novedad clave de la WID.world: distribuir las cuentas nacionales en una forma consistente

La novedad clave del proyecto WID.world es producir cuentas nacionales distributivas (CND) basadas en una combinación consistente y sistemática de fuentes de información fiscal, de encuestas, de riqueza y de cuentas nacionales.5 Los lineamientos metodológicos completos de las CND,6 así como todo el código de nuestros programas de cómputo, las series de datos detalladas y los artículos de investigación, están disponibles en línea en WID.world. Aquí sólo resumimos algunos de los principales puntos metodológicos.

Como se explicó antes, los datos administrativos sobre ingreso y riqueza tienden a ser fuentes más confiables de información que las encuestas. Por desgracia, ofrecen información sólo sobre un subconjunto de la población —es decir, la parte que declara impuestos—. Este problema es particularmente importante en los países emergentes. En la India, por ejemplo, los contribuyentes que pagan impuestos sobre el ingreso representan solo un poco más del 6% de la población adulta; así, los datos provenientes de las encuestas son las únicas fuentes disponibles de información para medir la desigualdad en el 94% más bajo de la distribución. Debemos confiar, crítica y cautelosamente, en datos de encuestas junto con fuentes fiscales y de riqueza, y las cuentas nacionales, para estimar la distribución del ingreso nacional o la riqueza.

Otra limitación de los datos fiscales es que están sujetos a cambios en conceptos impositivos en el tiempo y en diferentes países. Dependiendo de si los componentes del ingreso (tales como los ingresos del trabajo, los dividendos y los ingresos del capital), están sujetos a impuestos, pueden o no aparecer en los datos fiscales, a partir de los cuales pueden computarse las estadísticas distributivas. Estas diferencias dificultan las comparaciones internacionales e históricas. En cierta medida, estos problemas de armonización pueden superarse usando datos de las cuentas nacionales —y en particular, los conceptos de ingreso nacional y riqueza nacional— como punto de referencia. El hecho de que seleccionemos estos conceptos para el análisis de la desigualdad no significa que los consideramos perfectamente satisfactorios. Muy al contrario, nuestro punto de vista es que las estadísticas de las cuentas nacionales son insuficientes y es necesario mejorarlas en forma sustancial.

Desde nuestro punto de vista, sin embargo, la forma ideal de mejorar las cuentas nacionales es confrontarlas con otras fuentes e intentar distribuir el ingreso y la riqueza nacionales entre percentiles. La ventaja clave de las cuentas nacionales es que responden a unas definiciones estandarizadas a nivel internacional para medir la actividad económica de los países. Por ello, permiten una comparación más consistente en el tiempo y entre países que los datos fiscales.

Las definiciones de las cuentas nacionales, en particular, no dependen de variaciones locales en la legislación fiscal o en otras partes del sistema legal.

Uno de los agregados de las cuentas nacionales más usado es el producto interno bruto (PIB). Pero las estadísticas del PIB no ofrecen ninguna información sobre la medida en que los diferentes grupos sociales se benefician, o no, del crecimiento.7 Además, el PIB no es una medida satisfactoria del ingreso total de un país, porque uno con una gran depreciación de capital o con grandes salidas de ingreso puede tener un PIB gran de pero mucho menos ingreso para distribuirlo entre sus residentes.

El concepto de ingreso nacional es un mejor indicador de referencia para comparar países y analizar la distribución del ingreso y el crecimiento. El ingreso nacional es igual al PIB menos la depreciación del capital más el ingreso exterior neto. Refleja el ingreso de una nación de manera más cercana que el PIB. La base de datos WID.world combina datos macroeconómicos de diferentes fuentes para producir series de ingreso nacional para casi 200 países. Estas estimaciones de ingreso nacional son consistentes con los de las organizaciones internacionales, con una mejora importante: nuestras series abordan el problema de que algún ingreso se omite en las cuentas nacionales publicadas. En los datos oficiales, el ingreso exterior pagado es mayor que el ingreso exterior recibido a nivel global —porque algo del ingreso recibido en los paraísos fiscales no se registra en ninguna parte—. Nosotros asignamos este ingreso faltante global recurriendo a métodos desarrollados primero por Zucman.8

El ingreso fiscal total (medido por los datos fiscales) siempre es menor que el ingreso nacional (medido en las cuentas nacionales). Parte de la diferencia se debe a los flujos de ingreso exentos de impuestos, como la renta imputada (el valor de la renta de la vivienda ocupada por el propietario) y los beneficios no distribuidos (las ganancias de las empresas no distribuidas a los individuos, que finalmente benefician a los propietarios de las empresas). Cuando los datos están disponibles y son suficientemente precisos, asignamos la fracción del ingreso nacional faltante de los datos fiscales a los grupos de ingreso que se benefician de estas fuentes de ingreso. Esta operación puede tener implicaciones significativas para la distribución del ingreso. Por ejemplo, una vez que hemos añadido los beneficios no distribuidos al ingreso fiscal, la participación en el ingreso obtenida por el 1% más alto en China aumentó de 11.5% a 14% en 2015. Varios artículos de investigación recientes han intentado construir estadísticas de desigualdad explicando el ingreso exento de impuestos, tanto en países desarrollados como en emergentes, incluyendo Estados Unidos, China, Francia, Brasil y Rusia.

Sin embargo, las limitaciones de datos en la actualidad hacen imposible este ajuste en varios países, lo cual implica que las estimaciones de desigualdad para estos países tiendan a estar sesgados a la baja. En tales casos, simplemente usamos nuestras series de ingreso nacional para escalar hacia arriba los ingresos fiscales de manera proporcional, de suerte que se suman al ingreso nacional.9 Esta transformación no afecta la distribución del ingreso, pero nos permite comparar la evolución de los niveles de ingreso en el tiempo y entre países de manera más significativa. Por ejemplo, nuestros datos muestran que el ingreso nacional promedio antes de impuestos por adulto dentro del 1% más alto es similar en la India y China en 2013 (€131 000 versus €157 000, respectivamente), pero mucho más alto en Brasil (€436 000) y en Estados Unidos (€990 000).

Tomar en cuenta la desigualdad de la riqueza

Una razón que explica el creciente interés en la desigualdad de la riqueza es el reconocimiento de que el incremento en la desigualdad del ingreso en años recientes es en parte resultado de crecientes ingresos del capital (además de los cambios en los salarios y en los ingresos obtenidos). Estos ingresos del capital incluyen intereses, dividendos, retención de ganancias de las corporaciones y rentas. Mientras que la mayoría de la población recibe pocos ingresos del capital, esta forma de ingreso explica una proporción significativa del ingreso en el nivel más alto de la distribución.

Otra razón del renovado interés en la riqueza es que la riqueza agregada misma está creciendo más rápido que el ingreso —de modo que la relación riqueza nacional/ingreso nacional está creciendo aprisa en muchos países, como lo mostraron primero Piketty y Zucman en “Capital Is Back: Wealth-Income Ratios in Rich Countries 1700-2010” [El capital está de regreso: la proporción riqueza-ingreso en países ricos 1700-2000]—.10 Una consecuencia es que la riqueza heredada —la cual declinó durante la mayor parte del siglo XX— está adquiriendo una importancia renovada en varios países. Existe también una gran evidencia (por ejemplo, en las listas de multimillonarios) de que los mayores poseedores de la riqueza global han acumulado riqueza a una tasa mucho más veloz que las personas promedio y por lo tanto se han beneficiado del incremento sustancial de su participación en la riqueza global.

Debido a que la mayoría de los países no cobran impuestos a la riqueza directamente, la producción de estimaciones confiables de la desigualdad de la riqueza requiere la combinación de diferentes fuentes de información, como las listas de multimillonarios y también los datos de impuestos al ingreso y a la herencia —como en el trabajo pionero de A. B. Atkinson y A. Harrison, Distribution of Personal Wealth in Britain [Distribución de la riqueza personal en el Reino Unido].11 La globalización de la administración de la riqueza desde la década de 1980 plantea además nuevos desafíos, dado que una cantidad creciente de la riqueza global se mantiene en centros financieros offshore. El trabajo liderado por Gabriel Zucman muestra que la explicación de estos activos offshore tiene grandes implicaciones para la medición de la riqueza en los niveles más altos de la distribución (grafica 1.2).12 De manera más general, cada vez es más crítico medir la desigualdad del ingreso y la riqueza desde una perspectiva global y no simplemente al nivel de un país, como discutimos más adelante.

Gráfica 1.2.
Participación en la riqueza del 0.01% más alto y su composición en los países ricos y emergentes, 2000-2009.

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Entre 2000-2009, la participación promedio en la riqueza del 0.01% más alto de Escandinavia fue de 4.8%; 0.7 puntos porcentuales de esta riqueza se mantuvo fuera de Escandinavia.

FUENTE: Alstadsæter, Johannesen y Zucman (2017). Véase wir2018.wid.world para series de datos y notas.

De la distribución nacional del ingreso y la riqueza a las distribuciones regional y global

Un objetivo central del proyecto WID.world es producir análisis de la distribución global del ingreso y la riqueza. Esto equivale a clasificar a todos los individuos, desde los más pobres hasta los más ricos globalmente, ignorando las fronteras nacionales. También ofrecemos estimaciones de la desigualdad del ingreso y la riqueza para regiones amplias, como Europa y el Medio Oriente.

Uno podría preguntarse si tiene sentido producir estimaciones de desigualdad global dado que la mayoría de las políticas (incluyendo las del combate a la desigualdad) se votan y aplican a nivel nacional. Desde nuestro punto de vista, el estudio de las dinámicas de la desigualdad a nivel nacional, regional y global es complementario. Primero, aunque no existe un gobierno global, hay intentos por fortalecer la cooperación global, para combatir problemas como los paraísos fiscales y las desigualdades ambientales. Segundo, la creciente interdependencia económica implica que es necesario analizar las dinámicas de la desigualdad global para comprender cabalmente las fuerzas económicas subyacentes que moldean la desigualdad nacional. Por último, las percepciones políticas de la desigualdad podrían estar determinadas por la posición que uno tiene no sólo dentro de un país dado, sino también en comparación con otros a nivel regional y global.

Desde la década de 1980, el mundo ha evolucionado hacia una mayor integración económica, financiera y cultural. Aunque la globalización pueda ser cuestionada hoy en día —como lo han demostrado las elecciones recientes en el Reino Unido y Estados Unidos—, el mundo todavía es un ambiente interconectado en el que el capital, los bienes, los servicios y las ideas tienen gran movilidad y su circulación se facilita por las innovaciones en las tecnologías de la información. En cierta medida, ya existe una comunidad global y en este ambiente global es lógico que los ciudadanos se comparen unos con otros.

Los individuos de un país pueden sentirse profundamente preocupados, desde una perspectiva ética, por la situación de aquellos que se encuentran en el nivel más bajo de la distribución global.13 Asimismo, también pueden estar preocupados por sus propias posiciones en las distribuciones del ingreso y la riqueza global o regional. El estancamiento o el lento crecimiento del ingreso de los grupos más bajos y medios en los países ricos, considerado en un contexto de alto crecimiento en los países emergentes y en el nivel más alto de la pirámide de ingreso global, pudo haber contribuido a la votación contraria a los regímenes oficiales en años recientes. Los ciudadanos nacionales pueden ya estar pensando en términos transfronterizos.

Los datos sobre la desigualdad global también son necesarios para analizar las consecuencias distributivas de la globalización. El crecimiento en el nivel global más alto de la distribución, ¿es desproporcionadamente elevado? ¿O la participación en el crecimiento total capturada por el 1% global más alto es pequeña comparada con el crecimiento que ha obtenido el 50% más bajo? El primer paso para contestar estas preguntas fundamentales es recabar y producir estadísticas de desigualdad global que abarquen a todos los grupos de la población, hasta el nivel superior.

Como se describirá en el capítulo 2.1, avanzamos hacia esta meta cuidadosamente, agregando sólo regiones y países para los cuales tenemos series de datos consistentes. Presentamos resultados de la distribución global del ingreso, pero las limitaciones de los datos no nos permiten todavía analizar la distribución global de la riqueza (nuestras estimaciones de riqueza “global” toman en cuenta sólo a Estados Unidos, Europa y China). La producción verdadera de series de distribución de la riqueza global será una meta principal de las ediciones futuras del Informe sobre la desigualdad global. También pretendemos en algún momento profundizar nuestra comprensión de la interacción entre la desigualdad económica global y otras formas de desigualdad global, como la injusticia ambiental.14 Esta medición de la desigualdad puede ayudar a la elaboración de políticas ambientales y económicas —por ejemplo, cuando se trata de distribuir los esfuerzos entre los individuos, los países y las regiones para combatir el cambio climático.

WID.world y el Informe sobre la desigualdad global: acceso abierto, transparencia y reproducibilidad como valores principales

Con el objetivo de alcanzar un público amplio de investigadores y al público en general con una interfase amigable al usuario, publicamos la primera versión del sitio electrónico WID.world en enero de 2017. Gracias al trabajo de más de cien investigadores ubicados en los cinco continentes, el sitio electrónico ahora reúne datos sobre desigualdad del ingreso de más de 70 países, sobre desigualdad de la riqueza y sobre riqueza pública y privada de más de 30 países y sobre ingreso nacional y PIB de más de 180 países. Así, la WID.world permite el acceso a la base de datos disponible más extensa sobre la evolución histórica de la desigualdad del ingreso y la riqueza, tanto entre como dentro de los países. Como parte de nuestros intentos de democratizar el acceso a los datos sobre desigualdad, la WID.world está disponible en cuatro idiomas —chino (mandarín), inglés, francés y español— y de este modo está disponible para 3 mil millones de personas en su propio idioma (gráfica 1.3).

El acceso abierto, la transparencia y la reproducibilidad son los valores principales del proyecto WID.world. El sitio electrónico fue diseñado para permitir que cualquiera experto o no experto tenga acceso y entienda los datos sobre la desigualdad global histórica. Más aún, todas las series WID.world se acompañan de un artículo metodológico que ofrece descripciones extensas de los métodos y los conceptos usados.

Gráfica 1.3.
Proyecto WID.world en 2018.

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Los datos originales y el código de los programas de cómputo utilizados para generar las estimaciones de desigualdad también están actualizados en el sitio electrónico. Este nivel de transparencia es otra innovación clave en el panorama de los proveedores de los datos económicos. Esto permite a cualquier investigador interesado refinar nuestras estimaciones, hacer supuestos diferentes si lo desea y ayudar a desarrollar nuevas ideas sobre cómo puede medirse mejor la desigualdad y cómo estos datos pueden utilizarse para el beneficio de la sociedad. Nuestro sitio electrónico se acompaña de diversas herramientas para analizar la desigualdad económica.

El Informe sobre la desigualdad global 2018 es parte de esta iniciativa para democratizar el acceso a las estadísticas sobre desigualdad. Todas las series discutidas y presentadas en este informe también están disponibles en línea y pueden reproducirse del todo. Debemos hacer notar, sin embargo, que este informe contiene análisis realizados en forma específica para el mismo, por lo que no necesariamente representa las opiniones de todos los miembros del WID.world. El Informe sobre la desigualdad global es un producto del World Inequality Lab, que se basa tanto en investigación realizada como parte del proyecto WID.world como en investigación novedosa de la dinámica de la desigualdad global.

2.1. Dinámica de la desigualdad del ingreso global

La información de este capítulo se basa en Facundo Alvaredo, Lucas Chancel, Thomas Piketty, Emmanuel Saez y Gabriel Zucman, “The Elephant Curve of Global Inequality and Growth”, WID.world Working Paper Series, núm. 2017/20, 2017, que está por aparecer en American Economic Review.

Los datos sobre la desigualdad global son escasos y se requiere cautela al interpretarlos. Sin embargo, al combinar datos consistentes y comparables, como hemos hecho en este Informe sobre la desigualdad global, podemos ofrecer ideas sorprendentes.

Desde 1980, la desigualdad del ingreso se ha incrementado aprisa en Norteamérica y Asia, ha crecido en forma moderada en Europa y se ha estabilizado en un nivel muy alto en el Medio Oriente, África subsahariana y Brasil.

La mitad de la población global más pobre ha visto crecer su ingreso de manera significativa gracias al alto crecimiento en Asia. Pero el 0.1% más alto ha capturado casi la misma proporción de ese crecimiento que la mitad más pobre de la población adulta mundial desde 1980.

El crecimiento del ingreso ha sido lento o incluso nulo para individuos entre el 50% más bajo global y el 1% más alto global. Esto incluye a los grupos norteamericanos y europeos de ingresos más bajo y medio.

El aumento de la desigualdad global no ha sido constante. Mientras que la participación en el ingreso del 1% más alto global aumentó de 16% en 1980 a 22% en el año 2000, disminuyó ligeramente después a 20%. La interrupción de la tendencia después del año 2000 se debe a una reducción en la desigualdad del ingreso promedio entre países, mientras que la desigualdad dentro de los países ha seguido aumentando.

La participación del 10% más rico alcanza 60% hoy en día cuando se mide usando tipos de cambio de mercado y 53% cuando se usa la paridad de poder de compra (PPC).

Las dinámicas de crecimiento global están regidas por enérgicas fuerzas de convergencia entre países y de divergencias dentro de éstos. Los modelos económicos de comercio estándares no explican estas dinámicas en forma adecuada —en particular, el aumento de la desigualdad en el nivel más alto y dentro de los países emergentes—. La dinámica global está definida por una variedad de contextos nacionales institucionales y políticos, descritos y discutidos en los siguientes capítulos.

Manejar las limitaciones de datos para construir una distribución global del ingreso

La dinámica de la desigualdad global ha atraído una creciente atención en años recientes.15 Sin embargo, todavía sabemos relativamente poco sobre cómo está evolucionando la distribución global del ingreso y de la riqueza. Los estudios disponibles se basan ampliamente en encuestas de hogares, una fuente útil de información pero que no registra en forma adecuada la evolución de la desigualdad en el nivel más alto de la distribución. La nueva metodología y el trabajo empírico realizado en el contexto del WID.world permite una mejor comprensión de las dinámicas del ingreso global.

Desde ahora enfatizamos que los estudios sobre las dinámicas de la desigualdad global se encuentran en su infancia y aún requieren más trabajo. Es urgente que las instituciones dedicadas a las estadísticas nacionales y a los impuestos publiquen datos sobre desigualdad del ingreso y la riqueza en muchos países donde hoy los datos no están disponibles —y en particular, en países en desarrollo y emergentes—. Los investigadores también necesitan armonizar completamente y analizar estos datos para producir estimaciones consistentes y comparables. El consorcio de investigación conformado por el World Inequality Lab y el WID.world intentarán contribuir a estas tareas en los próximos años.

Aun cuando existen incertidumbres, ya es posible producir estimaciones significativas de la desigualdad del ingreso global. La base de datos del WID.world contiene estimaciones de la desigualdad del ingreso comparables a nivel internacional que cubren toda la población, desde los niveles de ingreso más bajos hasta los más altos, para varios países: Estados Unidos, China, la India, Rusia, Brasil, el Medio Oriente y los principales países europeos (como Francia, Alemania y el Reino Unido). Se puede inferir mucho comparando las tendencias de desigualdad en estas regiones. Utilizando supuestos simples, hemos estimado la evolución de los ingresos en el resto del mundo a modo de distribuir el 100% del ingreso global cada año desde 1980 (recuadro 2.1.1). Este ejercicio debe verse como un primer paso hacia la construcción de una distribución del ingreso completamente consistente. Planeamos presentar versiones actualizadas y extendidas de estas estimaciones en ediciones futuras del Informe sobre la desigualdad global y el WID.world, a medida que, poco a poco, tengamos acceso a más fuentes de información, en particular de África, América Latina y Asia.

La exploración de las dinámicas de la desigualdad global presentada aquí se inicia en 1980, por dos razones. Primero, ese año corresponde a un punto de inflexión en la desigualdad y en las políticas redistributivas en muchos países. El inicio de la década de los años ochenta marca el comienzo de una tendencia creciente en la desigualdad y de grandes cambios de política pública, en Occidente (con la elección de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, en particular) y en las economías emergentes (con las políticas de desregulación en China y la India). Segundo, 1980 es el año a partir del cual los datos estuvieron disponibles para un número suficientemente grande de países que permite un análisis sólido de la dinámica global.

Comenzamos presentando nuestros hallazgos básicos referidos a la evolución de la desigualdad del ingreso dentro de las principales regiones del mundo. Surgen tres hallazgos principales.