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Abaddón

Demonio que en el Apocalipsis aparece como el rey de una destructora plaga de langostas y es mencionado como el ángel del abismo. Su nombre en griego es Apollyon, que en latín significa exterminans, esto es, “el exterminador”. Algunos demonólogos medievales le adjudicaron los terremotos, las guerras y demás acontecimientos que azotan a la humanidad.

Abonde

Hada benéfica que —según leyendas que circulaban en algunas zonas de Europa y, sobre todo, en Francia, durante la Edad Media— iba por la noche a las casas de los mortales llevando consigo toda clase de bienes, tal como lo hacían ciertas diosas de la abundancia del mundo antiguo. No se presentaba ante los humanos, con lo cual nadie podía vanagloriarse de haberla visto, y su visita solo podía ser comprobada cuando, a la mañana siguiente, el hogar aparecía bien provisto y en quienes lo habitaban renacían la alegría y la esperanza. Los pintores solían representarla atravesando el aire, y derramando de su cornucopia flores y objetos valiosos.

Aborteiro

Duende maléfico de la mitología gallega que se introduce en el cuerpo de las embarazadas en pos de provocarles un aborto. Para ello, se convierte en una suerte de animal microscópico, de forma tal de poder penetrar sin ser advertido mientras la mujer está gestando.

Abraxas

Demonio poderoso y terrible al que se suele representar con cabeza de gallo coronado (aunque, eventualmente, también puede poseer la de ser humano), cuerpo de persona con vientre prominente, piernas y cola formadas por serpientes o dragones, y portando un látigo bajo su brazo izquierdo. Su origen, como el de muchos demonios judeocristianos, parece estar en una deidad de alguna antigua teogonía asiática. Es probable que la palabra mágico-cabalística abracadabra derive de su nombre

Acéfalos

Seres humanos fabulosos —también conocidos como blemias y blemmyas, entre otras varias denominaciones—, que carecen de cabeza, pero que disponen de todos los rasgos faciales (ojos, nariz y boca), ya sea en el pecho o en el vientre y, en algunas versiones, en los hombros.

En los relatos de viaje de la Antigüedad grecolatina, estas criaturas comienzan a perfilarse como una raza o pueblo de carácter monstruoso, que habita en los márgenes de las tierras conocidas hasta ese momento.

De esa forma, los acéfalos aparecen en narraciones de expediciones al continente africano y asiático y luego, como no podría ser de otra manera, se los “encuentra” en América. En lo que respecta a África, Heródoto y Plinio, entre otros autores, mencionan hombres sin cabeza y con ojos en el pecho; Agustín de Hipona, por su parte, los ubica en el fabuloso reino del Preste Juan (que sitúa en Etiopía), y los describe sin cuello y con los ojos ubicados en los hombros. En diversas versiones tardías del relato de los viajes de Alejandro Magno, los acéfalos son incluidos en la lista de los prodigios que el emperador pudo contemplar en el Lejano Oriente, mientras que algunos mapas del siglo XV y XVI los sitúan en el extremo más oriental del continente asiático.

Una vez que los europeos comienzan a recorrer América, el mito se traslada al Nuevo Mundo y, hacia finales del siglo XVI, el aventurero inglés y cortesano de la reina Elizabeth I, sir Walter Raleigh, informa a través de testimonios indirectos acerca de la existencia de acéfalos en las profundidades de la selva amazónica y, al narrar la leyenda de El Dorado, el mismo autor menciona el pueblo de los ewaipanomas, con ojos en la espalda y la boca ubicada en el pecho. En el siglo XVIII, el francés Joseph Lafitau, en su Costumbres de los salvajes comparadas con las de los tiempos primitivos, alude al fenómeno de la ubicuidad de los acéfalos en términos de transmigración de los pueblos bárbaros.

Adramelech

También conocido como Adramelek y Adar-malik, entre otras denominaciones, era una deidad de carácter solar de la mitología de la antigua Mesopotamia a la que el judeocristianismo transformó en demonio, tal como lo hizo con tantos otros dioses paganos. Los tratados de demonología lo consideran canciller del infierno, y en el Diccionario infernal de Collin de Plancy aparece figurado con torso humano, cabeza y extremidades de mula, y una enorme cola de pavo real desplegada.

Agripianos

Raza o pueblo de seres humanos fabulosos que se caracterizan por tener una cabeza que oscila entre la de un hombre y la de un pájaro (incluido pico) emplazada al final de un largo y serpenteante cuello. Aparecen mencionados en textos medievales, y se les atribuía un carácter sereno y meditabundo por lo que, en ocasiones, se los relacionó con la reflexión y la sabiduría.

Aguanas

Espíritus femeninos oriundos de Italia. Viven en las montañas, pero se comunican con los seres humanos y, a menudo, bajan hasta los poblados para mantener conversaciones con los habitantes de la zona. Sólo se tornan crueles si se ataca algo que les pertenece.

Aho aho

Criatura de la mitología del nordeste argentino, Paraguay y sur del Brasil, a la que se suele describir como un extraño animal velludo e informe, algo semejante a una oveja, con pronunciadas garras —en algunas ocasiones, se le agrega una cola semejante a la de un caimán— y que devora a quienes se extravían en el monte. Otras versiones lo retratan como una suerte de oso peludo y de color gris. La única forma de salvarse de él es subiéndose a una palmera, pues ésta es considerada el árbol sagrado del calvario. Por el contrario, todos los que ascienden a otros árboles en pos de evitar ser sus víctimas terminan siendo sus presas, pues el aho aho cava al pie de éstos hasta voltearlos.

Ahuitzotl

Criatura que habita los ríos y lagos profundos de Centroamérica y el sur de México. Posee el aspecto de un perro negro de pelaje corto, tiene manos de mono, orejas puntiagudas y una cola prensil en forma de mano humana. Consigue sus víctimas con dos métodos. El primero consiste en sacar a la superficie su cola prensil con forma de mano y agitarla como pidiendo ayuda para no ahogarse. Cuando algún infortunado se apiada y toma la cola, ésta se cierra para arrastrarlo consigo hacia las profundidades. Una vez allí, se alimenta de los ojos, los dientes y las uñas de su presa. El otro método se basa en imitar el llanto de un niño para atraer así a la víctima y, luego, proceder de manera similar. Sin embargo, todo esto tiene un lado positivo, ya que se considera que el ahuitzotl es sirviente de Tlaloc, dios de la lluvia y, por ello, el alma de sus víctimas es bendecida y va al paraíso de forma directa.

Aideko

Genio invisible que se menciona en varias leyendas de la zona de Vasconia y los Pirineos. Se lo relaciona con el aire, el viento y la niebla, y se le atribuyen enfermedades, dolencias y desgracias varias, cuyas causas naturales se desconocen. Se considera, además, que entorpece las acciones humanas aunque, en ocasiones, puede prestar ayuda.

Airavata

Elefante indio, de color blanco y siete trompas, creado por Brahma. Sus poderosas piernas constituyen los pilares sobre los que se asienta el universo. Por esa razón, representa la estabilidad de la tierra. En la India es honrado como símbolo de prosperidad, ya que se considera que es quien concede a los seres humanos todos los bienes terrenales.

Akaname

Yokai, cuyo nombre podría traducirse como “chupamugre” y que alude a la idea de limpiador o succionador de inmundicia. Se acerca por la noche a los cuartos de baño (sobre todo a aquellos que se encuentran sucios) y lame con su lengua extremadamente larga la mugre acumulada en la bañera, el inodoro y el cubo para derramarse agua en la espalda. Su apariencia es la de un hombre con cuerpo rojo, cubierto de polvo. Es inofensivo para los seres humanos.

Akerbeltz

Genio de la mitología vasca que tiene la forma de un macho cabrío negro. Se cuenta que, en su aspecto positivo, protege a los animales que están a su cuidado y que, incluso, tiene poderes para curarlos de sus enfermedades, razón por la que en muchas casas se cría en el establo un chivo de ese color. Su lado negativo consistía en dirigir las reuniones de brujas y brujos, esto es, los akelarres, que tuvieron lugar hacia principios de la modernidad en esa zona, y que poseían un carácter reivindicatorio de las creencias tradicionales contrarias a la religión católica establecida.

Alicanto

Ave de la mitología del sur de Chile, de gran tamaño. Se desplaza a enorme velocidad por la costa, duerme sobre las rocas con las alas extendidas y pone huevos de oro y plata. Quien le dé caza estando dormida, logrará que lo guíe hacia yacimientos de oro que sólo ella conoce; pero si despierta mientras se la está intentando atrapar, emitirá un rayo que dejará ciego de por vida a quien intentó cazarla.

Otra versión indica que se trata de un pájaro nocturno que come metales preciosos y que, debido al peso de su buche, no puede volar. Si se alimenta mayormente de oro, sus alas irradiarán luz áurea, mientras que si come plata, proyectará una luminosidad argentada. Para que guíe a alguien hacia un yacimiento de metales preciosos, es necesario seguirlo con gran precaución ya que, cuando nota que van tras él, toma otro camino para despistar a sus perseguidores.

Alma en pena

Creencia argentina que refiere a las almas que andan “penando” en una suerte de estado intermedio entre la vida y la muerte, y precisan de los mortales para poder descansar en paz en el cielo. Una manera de hacerlo es, por ejemplo, señalarle a alguien el lugar donde se halla un tesoro oculto, de manera tal que quien lo encuentre utilice parte de la riqueza obtenida para hacer decir una misa que posibilite la salvación del alma en cuestión.

Otras versiones la identifican como un alma que anda errante y que busca compañía en la tierra, ya que sus pecados no le permiten entrar en el cielo, pero tampoco son lo suficientemente graves como para ser condenada al infierno. Sólo podrá descansar cuando algún pariente realice un acto que la redima. Mientras tanto, monta en la grupa de los caballos de algún viajero y, cuando éste se persigna, los abandona y va en busca de otros.

Muchas veces las almas en pena aparecen en forma de luces nocturnas, lo que se conoce como luz mala.

Aloés

Pez monstruoso o monstruo marino, como se prefiera, del que se decía que vivía en los mares que rodean Santo Domingo. Algunas antiguas crónicas lo describen con un cuello muy largo, similar al de una oca, cabeza puntiaguda como una pera, sin escamas y con cuatro aletas bajo el vientre.

Alp

Vampiro/íncubo del folclore alemán, acerca del cual circulan varias versiones que no son excluyentes y bien pueden combinarse entre sí. La más liviana de ellas y una de las más extendidas le atribuye la costumbre de colocarse a la vera de donde duermen sus víctimas (de preferencia y casi de forma exclusiva, mujeres) con el objetivo de generarles pesadillas. Otras, aseguran que vuela por las noches en pos de chupar el pecho de un hombre o de un niño para beber su sangre, o bien, la leche de una mujer o una vaca a través de una incisión que realiza en los pezones. Es, asimismo, un consumado maestro en el arte de cambiar de forma y puede aparecer como un gato, un pájaro, un pariente cercano fallecido recientemente, un elegante caballero con sombrero o tornarse invisible. Se dice que en ocasiones puede también transformarse en una serpiente y, de esa manera, penetrar en el cuerpo de sus víctimas.

Aluxes

Duendes traviesos, originarios del sur de México, particularmente de la zona maya, conocida como “el Mayab”.En esa región, aún hoy se habla de los aluxes con naturalidad y muchos campesinos afirman haberlos visto. Quienes lo han hecho los describen como criaturas de estatura pequeña, como la de un niño, pero con facciones parecidas a las de una persona adulta. Algunas referencias, no todas, también indican que usan sombrero, cargan una escopeta y van acompañados de un perro. Como buena parte de los duendes, si alguien los trata bien, ofreciéndoles comida o regalos, retribuyen la atención. La manera particular que tienen de hacerlo es cuidando las propiedades de su benefactor de los intrusos. De manera contraria, cuando no se les dispensa el trato que ellos pretenden, provocan inconvenientes y hasta pueden llegar a causar enfermedades.

Amazonas  (galería de imágenes)

Raza de guerreras míticas que provenían, según las versiones, de Escitia (una zona fría de mesetas ubicadas en las orillas de los mares Caspio y Negro) o del Asia Menor, y que aparecen mencionadas en diversos textos de la Antigüedad clásica. De carácter bárbaro, costumbres salvajes y aficionadas a la guerra, eran enemigas de los hombres, y sus principales labores consistían en ejercitarse para la lucha y cazar de forma constante. Sus hijos varones eran sacrificados al nacer y a las mujeres se les extirpaba un seno en pos de que pudieran usar el arco sin dificultad. Cuando, a partir del siglo XVI, los conquistadores europeos llegaron a tierras americanas, aseguraron haber visto tribus de belicosas mujeres guerreras y de costumbres similares a las del mito griego, razón por la cual el río más caudaloso del mundo fue bautizado con el nombre de Amazonas. Actualmente, se designa de esa manera y de forma metafórica a una mujer que monta muy bien a caballo.

Amemait

Híbrido imaginado por los habitantes del antiguo Egipto. Posee el inmenso torso de un hipopótamo, una larga cola de cocodrilo y patas, zarpas, cabeza y melena de león, aunque sus mandíbulas son alargadas y estrechas, y están dotadas de la afilada dentadura del cocodrilo. Vive hasta cien años y suele alcanzar los nueve metros de longitud.

Andrógino

Criatura prodigiosa que posee ambos sexos (en idioma griego, andros significa “hombre” y ginos, “mujer”) y que simboliza la completud, la unión de los opuestos complementarios, y la reunión de los principios masculino y femenino. Es, además, uno de los mitos más antiguos que funciona como símbolo del amor y el matrimonio. El término fue usado por primera vez por Platón en El banquete. Se los suele representar con una mitad del cuerpo con características masculinas y otra, con características femeninas (en algunos grabados medievales aparecen, además, dotados de alas) pese a que la descripción que se hace de ellos en la obra del filósofo griego los retrata como seres de forma esférica, con cuatro brazos, igual número de piernas, dos rostros en una sola cabeza y, por supuesto, dos órganos sexuales, uno femenino y otro, masculino.

Anfisbena

También conocida como amphisbaena, amfivena, anphivena y fenmine, aparece en los bestiarios medievales y en la Historia Natural de Plinio. Se trata de una serpiente de dos cabezas, una de ellas en el lugar normal y otra en la cola. Su nombre refiere al carácter ambiguo que deriva de poder desplazarse en ambas direcciones, precisamente en virtud de sus dos cabezas. De ella se decía que tenía ojos que brillaban con la potencia de dos lámparas y que la razón de que fuera bicéfala residía en que su mortal veneno era tan abundante que no alcanzaba con una sola boca para verterlo.

Ángel

La palabra ángel deriva del griego angelos y significa “mensajero”. Es el término con el que en la religión hebrea y cristiana se conoce a unos seres espirituales cuya función es la de operar a modo de intermediarios entre Dios y los seres humanos.

Durante la Antigüedad, se discutió mucho acerca de su origen y sus funciones, pero esas polémicas quedaron de alguna manera y durante cierto tiempo zanjadas con la clasificación del Pseudo Dionisio Areopagita, teólogo y místico bizantino que vivió entre los siglos V y VI d.C., quien estableció la “clasificación definitiva” sobre las jerarquías de los ángeles en el Cielo en su obra Sobre la jerarquía celestial. De acuerdo con ella, existen nueve coros de ángeles organizados, a su vez, en tres órdenes o niveles. El primero de ellos está compuesto por los serafines, querubines y tronos. Se trata del círculo más próximo a Dios, son los más divinizados, y los que reciben primero y de forma más directa las iluminaciones de la deidad. La jerarquía media se compone de dominaciones, virtudes y potestades, quienes obtienen la iluminación de la deidad por medio de los ángeles de la jerarquía anterior. La tercera tríada está integrada por principados, arcángeles y ángeles.

Por último, es importante dejar en claro que, con otros nombres, pero con función similar, los ángeles están presentes prácticamente en todas las religiones. En efecto: la creencia en la existencia de espíritus al servicio de un Dios se halla confirmada en, por ejemplo, la mitología popular china y japonesa, en la religiosidad budista y taoísta, en los genios alados de las antiguas religiones mesopotámicas y en el islamismo.

Ángeles

Tipo o categoría de ángel de la cristiandad. Según la clasificación del Pseudo Dionisio Areopagita, teólogo y místico bizantino que vivió entre los siglos V y VI d.C., son los que forman el noveno y último de los nueve coros angelicales. Son los ministros ordinarios de la providencia divina y los encargados de velar por los seres humanos.

Asimismo, se considera que desempeñaron y desempeñan dos funciones básicas: asistir y adorar, lo que dio y da lugar a dos grandes series de representaciones: ángeles en acción y ángeles en adoración. Los primeros son mensajeros privilegiados que intermedian en la relación de la divinidad con los hombres, por ejemplo, cuando ejecutan el castigo divino de expulsar a Adán y Eva del paraíso o ayudan a los difuntos a salir de sus tumbas el día del Juicio Final. De esa manera, participan de un amplio abanico de episodios sagrados narrados tanto en la Biblia como en fuentes textuales extrabíblicas. Los segundos, forman parte de la corte celestial que glorifica y alaba la majestuosidad y grandeza de Dios.

Desde el punto de vista histórico, han sido la jerarquía angelical representada con mayor frecuencia y la que ha tenido una iconografía más clara, en la que, al igual que en el caso de la divinidad, terminaron imponiéndose las representaciones antropomorfas entre las que prevaleció, sobre todo en el Medioevo, la de un varón adolescente, bello, imberbe y rubio, cuyos atributos más sobresalientes son las alas y la luz. Su indumentaria varía de acuerdo con la tradición iconológica: mientras en el primer arte cristiano suelen vestir túnica blanca (símbolo de luz y pureza), el bizantino los concibe como cortesanos, por lo que aparecen ataviados de manera fastuosa.

Angerbode

Gigante femenina y hechicera de la mitología nórdica que, junto al dios Loki, fue madre de tres monstruos: el lobo Fenris, la serpiente Midgard y la diosa Hel. Su nombre puede traducirse como “presagio de angustia o remordimiento” y aparece en múltiples historias míticas.

Anjanas

Conocidas también como onjanas, se trata de unos seres fabulosos propios de los mitos cántabros, especie de ninfas y, por lo tanto, de aspecto femenino y agradable. Suelen habitar en bosques, arroyos y lugares apacibles y son de naturaleza tranquila y carácter benéfico. En algunas ocasiones, también se las describe como mujeres que poseen alguna parte de su cuerpo de cierto animal (ave, pez, etc.) con lo cual, en estos casos, estarían más cerca de la imagen de las sirenas.

Antípodes

Raza o pueblo de seres humanos fabulosos, mencionados en varios textos medievales y cuya característica principal consiste en tener los pies hacia atrás. Habitan en el lado del globo opuesto al continente europeo, justamente, en las “antípodas”.

Apopis

Esta serpiente gigantesca de la mitología egipcia es la representación del espíritu del mal. También conocida como Apop y Apepi es, asimismo, la dirigente de los poderes de la oscuridad contra los que el sol, ya sea tomando la forma del dios Ra u Horus, libraba su batalla diaria. Los textos más antiguos afirman que, en épocas remotas, tenía patas y garras que perdió en una lucha. A menudo, aparece representada como una sierpe con varios pliegues y un cuchillo clavado en cada uno de ellos.

Arcángeles

Tipo o categoría de ángel de la cristiandad. Según la clasificación del Pseudo Dionisio Areopagita, teólogo y místico bizantino que vivió entre los siglos V y VI d.C., son los que forman el octavo de los nueve coros angelicales. Etimológicamente, su nombre puede traducirse como “ángel superior” y son a menudo representados como jefes de la milicia celeste, con indumentaria militar, ataviados con un nimbo o círculo de luz alrededor de la cabeza y alados.

Argos

En la mitología griega, gigante apodado panoptes (“el que todo lo ve”) que poseía cien ojos, de los cuales sólo algunos se cerraban para dormir, con lo que podía mantener la vigilancia con los restantes. Cuando murió, la diosa Hera los distribuyó sobre la cola del pavo real, siendo ése el legendario origen de su diseño.

Arimaspos

También conocidos como arimaspes, se trata de una raza o pueblo de seres humanos fabulosos, cuya característica principal, al igual que los cíclopes, es tener un solo ojo ubicado en el medio de la frente. Según varios textos de la Antigüedad, habitan en los márgenes o confines de las tierras conocidas hasta entonces —concretamente, en la región de Escitia, una zona fría de mesetas ubicadas en las orillas de los mares Caspio y Negro— y están en guerra constante con los grifos en pos de arrebatarles el oro que éstos extraen de las entrañas de la tierra.

Arpías

Seres femeninos de la mitología griega. Pese a que se las representaba de diversas maneras, la base de la figuración era casi siempre similar: una mezcla de ave y mujer (cuerpo de ave y cabeza de mujer, por ejemplo, o cuerpo de ave con cabeza, busto y brazos de mujer). Hesíodo, en su Teogonía, las retrata como deidades aladas, de larga y suelta cabellera, más rápidas que el viento y los pájaros. Para Virgilio, eran aves con rostro femenino, garras encorvadas y un vientre inmundo.

Su nombre en griego puede traducirse como “las que raptan” o “las que arrebatan”. De naturaleza evidentemente negativa, personificaban la fuerza desatada de los elementos, eran fétidas y devoraban todo lo que encontraban a su paso con un hambre feroz, mientras chillaban desagradablemente, para luego, transformar todo en excrementos. Esa fue tal vez la razón por la que algunos autores antiguos las tuvieran por demonios.

Asmodeo

Potente y destructor demonio que es mencionado en el Libro de Tobías, en el Talmud y en varios tratados de demonología. Según parece, es de origen persa (en cuyo idioma aesma daeva puede traducirse como “espíritu de cólera”, según afirma J. A. Fortea en su Summa Daemoniaca), de allí pasó al judaísmo y, luego, al cristianismo. Siembra el error y la disipación, y se lo considera inspirador de los placeres bajos y carnales, al tiempo que también se lo supone ligado a la geometría, la aritmética, la astronomía y los tesoros ocultos. En algunos relatos, aparece como el rey de todos los demonios; en otros, como la serpiente que tentó a Adán y Eva en el paraíso y, en un tercer grupo, cumpliendo el rol de maestro que enseña a los hombres el arte de hacerse invisibles. Su iconografía más usual es como un ser alado que se presenta montado sobre un dragón y posee tres cabezas: una central, con forma de hombre u ogro enfurecido que echa rayos o fuego por su boca; otra de toro, hacia su derecha y una tercera, de carnero.

Asombro

En ciertas zonas del nordeste de la Argentina, se conoce con ese nombre a la aparición fantasmagórica que se repite en un mismo lugar, y que suele ser el alma de algún difunto que pide oraciones o que le prendan velas en pos de rogar por y propiciar su descanso definitivo.

Astaroth

Demonio que ostenta el título de gran duque de los infiernos y al que, pese a su importancia en lo que los demonólogos consideran la jerarquía del averno, se lo representa casi sin excepción como un sujeto pequeño, esmirriado y un tanto jorobado. En efecto, se lo suele figurar como una suerte de ángel muy feo y coronado, con manos y pies de dragón, que monta uno de ellos (según algunos autores, se trataría de un lobo o perro) y porta una serpiente en su garra izquierda. Se dice que expele un hedor insoportable. Los filisteos lo tenían por tesorero de los infiernos y conocedor de los deseos más recónditos de los seres humanos. Tiene una particularidad: se considera injustamente castigado por Dios. Su nombre parece provenir de las culturas mesopotámicas ancestrales, tal vez de la diosa Astarté, suerte de Venus o Afrodita de las civilizaciones allí asentadas.

Ástomos

Raza o pueblo de seres humanos fabulosos que aparecen mencionados en varios textos antiguos y cuya característica principal es carecer de boca, dientes y lengua. De hecho, su denominación significa “sin boca”. Tal carencia les impide comer y beber, por lo que deben alimentarse de olores, razón por la que suele vérselos husmeando raíces y olfateando las frutas más aromáticas. Un olor potente y malo puede conducirlos a la muerte, como si se tratara de un veneno. En algunas regiones, llegan a poseer un pequeño agujero en lugar de boca, lo que les posibilita alimentarse de líquidos que sorben a través de una diminuta cañita hueca.

Aswang

Vampiro o demonio filipino que devora personas (preferentemente, niños) y deja en el lugar del cadáver una réplica o doble tallado en madera. También se dice que penetra en forma de serpiente por la vagina de las embarazadas, de modo tal de alimentarse del feto o introducirse en él. Cuando sucede esto último y, aún así, llega a nacer el bebé, con el paso del tiempo se convierte en un nuevo aswang. Debido a que es un mito sobre el que existen variedades de leyendas, y cuya influencia abarca un radio más que amplio, las representaciones y figuraciones que de él se han hecho y se hacen son muy diversas. Se dice que puede aparecer en forma de cerdo, perro, murciélago o gato, así como también en ocasiones se lo describe como una anciana de cabellera larga y descuidada, ojos inyectados en sangre, uñas largas y lengua negra. En algunas versiones, el aswang vive durante el día como una persona normal, y suele preferir oficios y profesiones vinculados con la carne, tal como atender una carnicería o fabricar embutidos.

Atlas

Famoso gigante de la mitología griega cuya misión consistía en sostener el mundo sobre sus hombros. Tamaña tarea fue un castigo que le impuso Zeus, por haber formado parte de una revuelta de titanes contra los dioses.

Atotolin

Versión voladora del ahuitzotl. También conocido como coyote acuático, se dice que sólo aparece durante la fiesta de Santiago. Se lo describe como un ave de cuello largo, pico filoso, cubierta por plumas grises en todo el cuerpo —menos en el pecho, donde son blancas— y con patas que tienen la forma de la mano de un hombre. Se dedica a ahogar a sus víctimas en los ríos y lagos que se encuentran alrededor de donde aparece.

Audihumbla

Vaca de la mitología nórdica que, lamiendo una roca formada de granizo en pos de alimentarse, permitió que emergiera el gigante Bure. Debido al tamaño descomunal del animal, sus ubres formaban cuatro ríos de leche que también servían de alimento a los gigantes.

Ave Fénix (galería de imágenes)

La leyenda o mito del Ave Fénix, ese pájaro que posee la cualidad de renacer de sus cenizas y que es considerado un emblema de la inmortalidad, tiene varias versiones, entre otras razones porque se trata de una historia ampliamente difundida, con variaciones, durante toda la Antigüedad.

Para los antiguos egipcios tomaba el nombre de Bennu. Los chinos la conocieron como Feng y también el Simurg responde a la misma idea. Asimismo, la antigua India y Arabia tuvieron versiones del Ave Fénix.

La primera de ellas la refiere como un ave que, al alcanzar la edad de quinientos años, se inmola en vísperas de la primavera en un altar que ha sido especialmente preparado para tal fin por un sacerdote y que es el mismo animal quien enciende el fuego. Al día siguiente puede encontrarse entre las cenizas una pequeña larva que, al segundo día, se transforma en un pequeño pájaro que, a lo largo de la tercera jornada, adquiere nuevamente la forma del Fénix y retorna a su lugar de origen.

La versión árabe, por su parte, describe al Fénix como un ave púrpura o roja que, al envejecer, construye una pira de madera y especias, y se arroja en su interior. Los rayos del sol la encienden y el pájaro aviva la llama utilizando sus alas a modo de fuelle, hasta que se consume totalmente. Luego, un nuevo Fénix nace de las cenizas originados por el viejo.

Tomando específicamente la versión griega, Hesíodo afirmó que su longevidad era nueve meses mayor que la del cuervo.

El romano Ovidio, en sus Metamorfosis, rescata de la siguiente manera la leyenda de esta ave inmortal: “(…) existe un ave que renace y se reproduce a partir de sí misma. Los asirios la llaman ‘fénix’. No vive de las semillas ni de las hierbas, sino de gotas de incienso y de la savia del cardamomo. Cuando ha vivido ya quinientos años, construye un nido en las ramas más altas de una palmera, utilizando sólo su pico y sus garras. Tan pronto como ha impregnado el nido con mirra, cardamomo e incienso, termina sus días en medio de aquellas suaves fragancias. Se dice que del cuerpo del padre renace el joven fénix, y que está destinado a vivir el mismo número de años. Cuando éste adquiere la fuerza suficiente para llevar pesadas cargas, ilumina las ramas en lo alto de la palmera donde yace el pesado nido, y piadosamente transporta su propia cuna, que fuera la tumba de su padre, y se dirige a la ciudad de Hyperion, el Dios Sol, surcando el límpido aire, y así se deja caer frente a las sagradas puertas del templo de Hyperion”.

Plinio, por su parte, la describe, en su Historia Natural, como un ave grande como un águila, que posee un collar dorado alrededor de su cuello, cuerpo color púrpura y cola azul con algunas plumas rosadas, al cual nadie jamás vio alimentarse. Estima su longevidad en quinientos cuarenta años y explica su transformación afirmando que de los huesos y de la médula del Fénix muerto crece una suerte de gusanos. Plinio también rescata una característica de este animal que se hace presente en varias de sus versiones: la idea de que sólo puede existir un único ejemplar a la vez.

Isidoro de Sevilla, en su Etimologías la refiere como un ave que vive unos quinientos años y que, cuando advierte que ha envejecido, construye para sí una pira con ramas y especias que el sol hace arder con sus rayos y que el pájaro aviva con el batir de sus alas. El ave muere y renace de sus propias cenizas.

Asimismo, el mito del Ave Fénix es retomado por muchos de los autores más celebres de todos los tiempos, entre ellos Dante, en La Divina Comedia, y Francisco de Quevedo, en Parnaso español.

La tradición cristiana tomará la leyenda del Ave Fénix como una alegoría de la muerte y resurrección de Cristo.

Azukiarai

Yokai invisible, cuyo nombre es una suerte de onomatopeya del sonido que produce al realizar su tarea a la orilla del río: lavar y remover los porotos en un escurridor de bambú. Es un mito común a casi todo el Japón, pero, dependiendo de la región, posee características diferentes: a veces, se le atribuye la apariencia de una bruja y, en otras, la de un zorro o un mapache. Es inofensivo para los seres humanos.

Amazona

Museo Arqueológico Nacional de Atenas.

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Ave Fénix

Edificio La Unión y el Fénix Español, Tetuán.

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Baba Yaga

Personaje recurrente en la mitología rusa. Se trata de una vieja huesuda y arrugada, de nariz azul, y dientes y pechos de piedra. Come personas, generalmente niños, a los que desgarra con los dientes y destroza a golpes contra sus pechos. Adorna la valla de su casa con los cráneos de sus víctimas, en cuyo interior coloca velas. Sin embargo, a pesar de estos rasgos crueles, ayuda a la gente que la sirve.

Bagans