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Miguel de Molinos

Guía espiritual
Que desembaraza al alma y la conduce por el interior camino para alcanzar la perfecta contemplación y el rico tesoro de la interior paz

Créditos

ISBN rústica: 978-84-9816-715-3.

ISBN ebook: 978-84-9953-720-7.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 9

La vida 9

Prefacio 11

El que lo saca a luz al lector sincero, la paz. Que el inquieto mundo dar no puede 11

Aprobaciones 14

Introducción 15

PROEMIO 19

Advertencia I. De dos modos se puede ir a Dios: el primero por meditación y discurso; el segundo, por pura fe y contemplación. 19

Advertencia II. En qué se diferencia la meditación de la contemplación 21

Advertencia III. En qué se diferencia la contemplación adquirida y activa de la infusa y pasiva, y se ponen las señales por donde se conocerá cuándo quiere Dios pasar al alma de la meditación a la contemplación 23

Advertencia IV. Asunto de este libro, que es desarraigar la rebeldía de nuestra propia voluntad para alcanzar la interior paz 25

Libro I 27

Capítulo I. Para que Dios descanse en el alma, se ha de pacificar siempre el corazón en cualquiera inquietud, tentación y tribulación 27

Capítulo II. Aunque el alma se vea privada del discurso, debe perseverar en la oración y no afligirse, porque ésa es su mayor felicidad 28

Capítulo III. Prosigue lo mismo 30

Capítulo IV. No se ha de afligir el alma ni ha de dejar la oración por verse rodeada de sequedades 32

Capítulo V. Prosigue lo mismo, declarando cuántas maneras hay de devoción y cómo se debe despreciar la sensible y que el alma, aunque no discurra, no está ociosa 34

Capítulo VI. No se ha de inquietar el alma por verse cercada de tinieblas, porque éstas son el instrumento de su mayor felicidad 36

Capítulo VII. Para que el alma llegue a la suprema paz interior, es necesario que Dios la purgue a su modo, porque no bastan los ejercicios y mortificaciones que ella puede tomar por su mano 37

Capítulo VIII. Prosigue lo mismo 38

Capítulo IX. No se ha de inquietar el alma ni ha de volver atrás en el espiritual camino por verse combatida de tentaciones 39

Capítulo X. Prosigue lo mismo 40

Capítulo XI. Se declara qué cosa sea recogimiento interior, y cómo se ha de portar el alma en él y en la espiritual guerra conque el demonio procura perturbarla en aquella hora 42

Capítulo XII. Prosigue lo mismo 44

Capítulo XIII. Lo que debe hacer el alma en el interior recogimiento 46

Capítulo XIV. Se declara cómo puesta el alma en la presencia de Dios, con perfecta resignación por el acto puro de fe, va siempre en la oración y fuera de ella en virtual y adquirida contemplación 49

Capítulo XV. Prosigue lo mismo 51

Capítulo XVI. Modo con que se puede entrar en el recogimiento interior por la santísima humanidad de Cristo Nuestro Señor 54

Capítulo XVII. Del silencio interno y místico 56

Libro II 59

Capítulo I. Para vencer las astucias del enemigo, el mayor remedio es sujetarse a un padre espiritual 59

Capítulo II. Prosigue lo mismo 61

Capítulo III. El celo de las almas y el amor al prójimo pueden embarazar la interior paz 62

Capítulo IV. Prosigue lo mismo 63

Capítulo V. Para guiar almas por el camino interior son necesarias luz, experiencia y divina vocación 64

Capítulo VI. Instrucción y avisos a los confesores y guías espirituales 66

Capítulo VII. Prosigue lo mismo, descubriendo los apegos que suelen tener algunos confesores y guías espirituales, y declara las calidades que han de tener para el ejercicio de la confesión y también para, guiar almas por el camino místico 68

Capítulo VIII. Prosigue lo mismo 70

Capítulo IX. Cómo la sencilla y pronta obediencia es el único medio para caminar con seguridad por el interior camino y para alcanzar la interior paz 72

Capítulo X. Prosigue lo mismo 74

Capítulo XI. Cuándo y en qué cosas le importa más obedecer al alma interior 75

Capítulo XII. Prosigue lo mismo 77

Capítulo XIII. La frecuente comunión es medio eficaz para alcanzar todas las virtudes, y en especial la interior paz 79

Capítulo XIV. Prosigue lo mismo 80

Capítulo XV. Declárase en qué tiempo se deben usar las exteriores y corporales penitencias y cuán nocivas son cuando se hacen indiscretamente por el propio juicio y parecer 81

Capítulo XVI. La diferencia grande que hay de las penitencias exteriores a las interiores 83

Capítulo XVII. Cómo se ha de portar el alma en los defectos que cometiere para no inquietarse y para sacar fruto de ellos 84

Capítulo XVIII. Prosigue lo mismo 86

Libro III 89

Capítulo I. La diferencia que hay del hombre exterior al interior 89

Capítulo II. Prosigue lo mismo 90

Capítulo III. El medio para alcanzar la interior paz no es el gusto sensible ni el espiritual consuelo, sino la negación del amor propio 92

Capítulo IV. De dos martirios espirituales con que Dios purga al alma que quiere consigo unirla 94

Capítulo V. Cuán importante y necesario le sea al alma interior padecer a ciegas este primero y espiritual martirio 97

Capítulo VI. Del segundo martirio espiritual con que Dios purga al alma que quiere consigo unirla 100

Capítulo VII. La interior mortificación y perfecta resignación son necesarias para alcanzar la interior paz 100

Capítulo VIII. Prosigue lo mismo 103

Capítulo IX. Para alcanzar la interior paz es necesario conozca el alma su miseria 105

Capítulo X. Se enseña y descubre cuál sea humildad falsa y verdadera, y se declaran sus efectos 106

Capítulo XI. Máximas para conocer el corazón sencillo, humilde y verdadero 108

Capítulo XII. La soledad interior es la que principalmente conduce para alcanzar la interior paz 110

Capítulo XIII. Se explica qué cosa sea la contemplación infusa y pasiva, y se declaran sus maravillosos efectos 111

Capítulo XIV. Prosigue lo mismo 112

Capítulo XV. De dos medios por donde sube el alma a la contemplación infusa, y se explica cuáles y cuántos sean sus grados 114

Capítulo XVI. Señales para conocer el hombre interior y el ánimo purgado 116

Capítulo XVII. De la divina sabiduría 117

Capítulo XVIII. Prosigue lo mismo 119

Capítulo XIX. De la verdadera y perfecta aniquilación 122

Capítulo XX. Enséñase cómo la nada es el atajo para alcanzar la pureza del alma, la perfecta contemplación y el rico tesoro de la interior paz 123

Capítulo XXI. De la suma felicidad de la interior paz, y de sus maravillosos efectos 125

Capítulo XXII. Exclamación amorosa y gemido lamentable con Dios por las pocas almas que llegan a la perfección, a la amorosa unión y divina transformación 128

Libros a la carta 131

Brevísima presentación

La vida

Miguel de Molinos Zuxia (Muniesa, Teruel, junio de 1628-Roma, 28 de diciembre de 1696). España.

Sus padres eran Pedro Molinos y Ana María Zuxia. Se doctoró en teología y se ordenó sacerdote en Valencia. Allí fue beneficiado de la iglesia de San Andrés y recibió licencia como confesor de monjas.

En 1665 la Diputación del Reino de Valencia le encargó postular la beatificación de Francisco Jerónimo Simó, y para ello marchó en a Italia.

Se estableció en la iglesia agustina de San Alfonso, donde ganó fama como predicador y director espiritual y consiguió apoyo entre personalidades destacadas, que fueron sus fieles adeptos. Por entonces tuvo intercambio espistolar con la reina Cristina de Suecia y se relacionó con el papa Inocencio XI.

La Guía espiritual, con el subtítulo «Que desembaraza al alma y la conduce por el interior camino para alcanzar la perfecta contemplación y el rico tesoro de la interior paz» se publicó en italiano (Roma, 1675). En ella Molinos muestra el camino para alcanzar a Dios, para ello el alma no debe hacer nada: solo permanecer pura y sin pecado, apartada de toda preocupación o meditación. Dios haría lo demás. Este proceso provoca un vacío espiritual, una nada, que es el camino más corto para llegar a Dios.

La doctrina de Molinos es muy cercana al budismo y a su persecución del nirvana, lo que no escapó a Pierre Bayle, en su Dictionnaire historique et critique (1697), que cuestiona el pensamiento oriental y lo compara con el quietismo.

Las primeras escaramuzas de Molinos con la Inquisición fueron en 1678. Y tras dichos conflictos, Molinos escribió su Defensa de la contemplación, hacia 1679-1680.

La Guía espiritual fue denunciada por el cardenal D’Estrées, embajador en Roma del rey de Francia Luis XIV y que había sido su amigo. Entonces Miguel de Molinos fue apresado junto con algunos de sus discípulos el 18 de julio de 1685, procesado «por inmoralidad y heterodoxia» y condenado en 1687 a reclusión perpetua, siempre vestido con un hábito penitencial, a recitar el Credo y un tercio del Rosario, y confesarse cuatro veces al año.

Molinos abjuró de su doctrina en la iglesia de Santa María sopra Minerva el 13 de septiembre de 1687.

La Guía espiritual fue traducida al latín, francés, holandés, italiano, alemán e inglés; en quince años hubo veinte ediciones en diversas lenguas. El quietismo tuvo repercusión sobre todo en Italia, donde cardenales como Casanata, Carpegna, Azzolini y el mismo D’Estrées entablaron amistad con Molinos, y otros como Coloredi, Cíceri y Petrucci, obispo de Jesi, asumieron sus ideas; incluso el propio papa Inocencio XI pensó en nombrarlo cardenal. En Francia difundieron el quietismo el padre François Lacombe, madame Jeanne Guyon y Fénelon, que apoyó las doctrinas de éste sobre el amor divino.

Prefacio

El que lo saca a luz al lector sincero, la paz. Que el inquieto mundo dar no puede

Haec verba fidelissima et vera sunt (Apoc. 22)

Palabras fidelísimas y verdaderas son, lector sincero, las que en este pequeño libro rebosó (inspirado y aun impelido del Padre de los eternos resplandores) el corazón profundo y lleno de luz de un varón bueno. Palabras, vuelvo a decir, son fidelísimas y verdaderas; palabras de vida y de luz, las cuales, si deseas caminar derecho y seguro por el camino de la abundante justicia y equidad, serán antorcha inextinguible a tus pies y fanal siempre ardiente a tus pisadas.

No la vana ambición de la vanísima alabanza de los hombres ni algún otro humano motivo o terreno respeto tuvieron parte en la composición de esta obra o la tienen en la publicación: solo el puro amor del aumento de la divina gloria, el limpio y ardiente deseo de promover la perfección cristiana movieron a quien escribió estas altas verdades a escribirlas y mueven a quien las publica a publicarlas.

Porque su autor (continuamente ocupado en el consuelo y gobierno de almas sin número, que Dios le fía, sin buscar ninguna por estarse en su soledad y desapego, que es el que anhela) escribió con pluma velocísima este tratado, sin más enseñanza que la de la santa oración, sin más lección y estudio que el interior tormento, que es la oficina donde se labra la verdadera sabiduría, sin más artificio que el interior impulso, y sin más reflexión e intento que el corresponder al eterno beneplácito y divina inspiración, y no ofendería la verdad si dijese violencia. Deseando, pues, que este libro saliese a la pública luz para común utilidad y guía de las dichosas almas que por la derecha senda de la negación de sí mismas caminan a las felicísimas y serenas alturas de la mística perfección, intenté repetidas veces con su autor me lo entregase, y no pudiendo conseguirlo, me valí de su espiritual guía, el cual, habiéndoselo pedido y leído, me lo entregó.

Yo he solicitado la impresión y he allanado algunas dificultades que en ella se han ofrecido, pareciéndome que se complace de esto aquel gran Padre de familias que no enciende tales antorchas para que estén inútilmente escondidas, sino para que ardan en su místico candelero, y también por saber el útil que de esto ha de resultar a los verdaderos espirituales y puramente místicos; porque no basta escribir de la divina influencia y de la pasiva e interior comunicación, como muchos altamente hasta ahora han escrito, si no se desembaraza el camino y se le descubren al alma las dificultades que pasan dentro de sí misma y la impiden la subida a este sublime estado. Este solo ha sido el intento del autor, y parece que con singular acierto lo ha conseguido. Porque su doctrina es práctica, su luz es pura, su estilo, si sencillo, elevado, y su inteligencia clara, aunque profunda.

Lee pues, lector caro, con toda seguridad y alegría santa, mas juntamente con atención y consideración devota, este práctico libro de la interior vida, en el cual hallarás el maná escondido de la divina suavidad y dulzura, y el nombre y asunto nuevo de la interior paz, congrua y altamente explicado. Aquí hallarás la diferencia que hay de la meditación a la contemplación, de la adquirida a la infusa. Aquí se descubren las miserias del alma, las tentaciones del enemigo, sus astucias, enredos y sutilezas y aquí finalmente hallarás las secretas sendas para alcanzar todas las virtudes y subir al alto monte de la contemplación, de la aniquilación, de la transformación e interior paz.

Si eres oveja, cándida y no errante, del Pastor divino y fielmente sigues su amoroso silbo conducido de esta espiritual Guía, entrarás en los suavísimos pastos de la bienaventurada, tranquilísima y amenísima suavidad interior, regada con los cristalinos torrentes de la indeficiente y divina luz que rebosa en este libro; y no solo iluminará tu entendimiento, sino que también inflamará tu voluntad, y llenando de espiritual gordura tu alma, la dejará con ardientes deseos de reformarse y ser conformada a la imagen resplandeciente de la eterna verdad.

Entra, entra, lector amantísimo, en este dichoso camino que te enseña esta fiel y luminosa Guía. Este es el camino de equidad de juicio y justicia. Camino de bendición, santificación y verdad. Camino de sabiduría, paz y fortaleza. Camino de quietud, luz y consejo. Estrecho solamente en las entradas, ancho en medio, y en el progreso y fin espaciosísimo.

Este es el camino de la verdadera latitud del corazón y de la real libertad de los hijos de Dios, fuera del cual toda anchura es estrechez; toda libertad, esclavitud; todo descanso, trabajo; toda paz, guerra; toda quietud, inquietud; toda alegría, falsa; toda felicidad, angustia; toda grandeza, vanidad; y todo alivio, aflicción de espíritu. Este es el santo e inmaculado camino, que segura y derechamente conduce a la vida eterna; y sin peligros, embarazos ni ofensas, guía a las altas y serenas cumbres del monte de la cristiana perfección. Monte todo bienaventurado y pacífico, todo tranquilo y luminoso, adonde no llegan las nubes de las humanas ceguedades y apetitos ni las inquietudes de las terrenas pasiones ni los vientos y tempestades de las humanas variaciones e inconstancias o de los temporales accidentes y sucesiones. A este bienaventurado término te conduce esta espiritual Guía. Mira cuántas y cuán grandes cosas se contienen en este pequeño libro. Dichoso tú, devoto lector, sino solamente lees, mas juntamente haces lo que en él leas. Vale.

Tu hermano, y siervo en Jesucristo crucificado.

Fray Juan de Santa María, Ministro Provincial.

Aprobaciones

Aprobación del Ilustrísimo y Reverendísimo Señor el Padre Fray Martín Ibáñez de Villanueva, de la Sagrada Religión de los Trinitarios calzados, Calificador de la Santa Inquisición en España, Examinador Sinodal del Arzobispado de Toledo Laureado en la Universidad de Alcalá y Catedrático deprima de Escoto en la misma Universidad, Obispo que fue de Gaeta, y dignísimo Arzobispo Rijoles.

(...)

Aprobación del Reverendísimo P. Fray Francisco María de Bolonia, Calificador de la Santa Romana universal Inquisición, Consultor de otras congregaciones y Ministro General de toda la Orden de San Francisco.

(...)

Aprobación del Reverendísimo P. Fray Domingo de la Santísima Trinidad, Calificador y Consultor del Santo Oficio de Malta, y Calificador de la Santa Romana universal Inquisición, General que fue de su Religión de Carmelitas descalzos, y hoy Definidor General y Rector del Seminario de las Misiones en el Convento de San Pancracio.

(...)

Aprobación del Reverendísimo P. Fray Francisco Gerez, Predicador de su Majestad Católica, Examinador Sinodal que fue del Arzobispado de Sevilla, Provincial tres veces de su Sagrada Religión de los Capuchinos en la Provincia de Andalucía, y hoy Definidor General de toda su Religión.

(...)

Aprobación del Reverendísimo P. Martín de Esparza, de la Compañía de Jesús, Catedrático de Teología de la Universidad de Salamanca y del Colegio Romano, Consultor de la Sagrada Congregación de Ritos, y Consultor y Calificador del Santo Oficio de Valladolid, y Calificador de la Santa Romana universal Inquisición.

(...)

Aprobación del Reverendísimo P. Fray Diego de Jesús, Religioso descalzo del Orden de la Santísima Trinidad, Redención de Cautivos, Procurador General de la familia de España y Ministro del Convento de San Carlos de Roma.

Introducción

A quien leyere. No hay cosa más difícil en el mundo que agradar a todos ni más fácil y usada que censurar los libros que salen a la luz pública. Al común riesgo de entrambos daños salen sujetas todas las obras que se publican, sin excepción de ninguna, aunque amparadas de la mayor protección. ¿Qué será de este pequeño librito sin patrocinio, cuyo manjar, por místico y mal guisado, lleva consigo la común censura y el desabrimiento? Si no lo entiendes, lector amigo, no por eso lo censures.

Oirá y leerá el hombre animal estas espirituales materias, pero no llegará, dice San Pablo, a comprenderlas: Animalis autem homo non percipit ea, quae sunt Spiritus Dei (1 Ad Coro 2). Si las condenas, te condenas al número de los sabios de este siglo, de quienes dice San Dionisio que no les comunica Dios esta sabiduría como a los sencillos y humildes, aunque en el concepto del mundo sean ignorantes.

La ciencia mística no es de ingenio, sino de experiencia; no es inventada, sino probada; no leída, sino recibida, y así es segurísima y eficaz, de grande ayuda y colmado fruto.

No entra la ciencia mística en el alma por los oídos ni por la continua lección de los libros, sino por la liberal infusión del divino espíritu, cuya gracia se comunica con regaladísima intimidad a los sencillos y pequeños (Matth. 11).

Hay algunos doctos que no han leído jamás estas materias y algunos espirituales que hasta ahora no las han gustado, y por esto los unos y los otros las condenan; aquéllos por ignorancia y éstos por falta de experiencia.

Es cierto que a quien le falta la experiencia de esta dulzura no podrá juzgar de estos misteriosos secretos, antes bien se escandalizará, como suelen muchos, de oír las maravillas que usa el amor divino con las almas, por no ver en las suyas esas finezas. ¿Quién pondrá tasa a la bondad divina, cuya mano no está abreviada para hacer lo que en otros tiempos? No llama Dios por mérito al más fuerte, sino al más flaco y miserable, para que más resplandezca su infinita misericordia.

No es esta ciencia de teórica, sino de práctica, en donde sobrepuja con grandísima ventaja la experiencia a la más avisada y despierta especulativa, y como los sabios puramente escolásticos no la experimentan, la condenan:

Hi autem quaecumque quidem ignorant, blasphemant (Iudae 1). Por eso advirtió Santa Teresa a su padre espiritual que no tratase las materias espirituales sino con hombres que lo fuesen: Porque si no saben (dice) más de un camino, o se han quedado en el medio, no podrán así atinar (Vida, cap. 22).

Bien se conocerá que no tiene experiencia de esta práctica y mística ciencia el que condenara la doctrina de este libro, y que no ha visto a San Dionisio, San Agustín, San Gregorio, San Bernardo, Santo Tomás, San Buenaventura y otros muchos santos y doctores aprobados por la Iglesia, que aprueban, califican y enseñan, como experimentados, la práctica de esta doctrina.

Debe advertirse que la doctrina de este libro no instruye a todo género de personas, sino solamente a aquellas que tienen bien mortificados los sentidos y pasiones, y que están ya aprovechadas y encaminadas a la oración y llamadas de Dios al interior camino, a las cuales alienta y guía, quitándolas los impedimentos que embarazan el paso a la perfecta contemplación.

He procurado que el estilo de este libro sea devoto, casto y provechoso, sin exornación de pulidas frases, sin ostentación de elocuencias ni sutilezas teológicas; solo he atendido a enseñar la verdad desnuda con humildad, sencillez y claridad.

No admire ver salir cada día a la luz del mundo nuevos libros espirituales, porque Dios tiene siempre que comunicar nuevas luces y las almas tienen siempre necesidad de estas instrucciones. Ni todo está dicho ni todo está escrito, y así habrá siempre que escribir hasta el fin del mundo. Admirables fueron las luces que Dios comunicó a su Iglesia por medio del Doctor Angélico Santo Tomás, y en la hora de su muerte dijo él mismo que le había comunicado su Majestad tanta luz en aquel instante, que era nada cuanto hasta entonces había escrito. Luego tiene y tendrá siempre Dios nuevas luces que comunicar, sin que se agote su infinito saber.

No deben acobardar las muchas y grandes penas del interior camino, porque lo que mucho vale, razón es que cueste. Ten buen ánimo, que no solo las que aquí se representan, sino muchas más se superarán con la divina gracia e interior fortaleza. No ha sido jamás mi intento tratar de la contemplación ni de su defensa, como muchos que docta y especulativamente han publicado enteros libros llenos de eficaces razones, de doctrinas y autoridades de los santos y de la Sagrada Escritura para desvanecer la opinión de los que la han condenado y condenan por no haberla experimentado ni aun especulativamente entendido.

La experiencia de largos años (por las muchas almas que se han fiado de mi insuficiencia para la conducción del interior camino a que han sido llamadas) me ha enseñado la grande necesidad que hay de quitarlas los embarazos, inclinaciones, afectos y apegos que totalmente las impiden el paso y el camino a la perfecta contemplación.

Todo este práctico libro se dirige a este principal intento, porque no basta asegurar el interior camino de la contemplación contra los que lo contradicen, si no se les quita a las almas llamadas y aseguradas los embarazos que las estorban el paso y espiritual vuelo; para cuyo fin me he valido más de lo que Dios por su infinita misericordia me ha inspirado y enseñado, que lo que la especulativa lección de los libros me ha administrado e instruido. Tal vez, aunque pocas, cito alguna autoridad de autor práctico y experimentado, para que se entienda que no es singular y rara la doctrina que aquí se enseña. Este, pues, ha sido mi primer blanco, no asegurar el interior camino, sino desembarazarlo. El segundo, instruir a los directores para que no estorben el curso a las almas llamadas por estas secretas sendas a la interior paz y suma felicidad. Quiera Dios, por su infinita misericordia, se consiga lo que tanto se desea. Ya sé que muchos por falta de experiencia han de censurar lo que aquí se enseña, pero fío en Dios se han de aprovechar algunas almas de las que su Majestad llama a esta ciencia, por cuyo fruto daré por bien empleado mi desvelo. Este ha sido el blanco único de mi deseo, y si Dios, como es constante, acepta y se sirve de estos puros deseos, quedaré contento, aunque rígidamente censurado.

Vale.