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Félix Guattari. Los ecos del pensar. Entre filosofía, arte y clínica.

© Gabriela Berti 2012

 

Fotografía cubierta: © Peter Pál Pelbart

Fotografías: © Nanopolitics Group

Ilustraciones: © presque ruines

 

© HakaBooks.com 2012 para la versión digital

Diputación 319, ático - 08009 Barcelona

books@hakabooks.com

 

Autoedición y Diseño: HakaBooks.com

 

ISBN-13: 978-84-15409-56-4

 

La presente edición está sujeta a ampliaciones y correcciones posteriores.

 

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Gabriela Berti
Coordinadora

FÉLIX GUATTARI

LOS ECOS DEL PENSAR
ENTRE FILOSOFÍA, ARTE Y CLÍNICA

 

 

 

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“Luchar, fracasar, volver a luchar, fracasar de nuevo, volver otra vez a luchar, y así hasta la victoria…”

Mao Tse-Tung, Obras escogidas, tomo IV

A todas aquellas personas que, como Guattari, pensaron y piensan que crear es una forma de resistir, imaginando que siempre puede haber otros principios…

G.B.






Agradecimientos

 

“…la calificación de una performance humana es inseparable de un medio ambiente maquínico particular (…) su competencia depende siempre de una instancia colectiva de formación y socialización.”

Félix Guattari, Cartografías del deseo, p.39 (La Marca ed., S/D)

El presente libro es fruto del trabajo y la ilusión de muchas personas, que alegremente apoyaron la convocatoria para escribir sobre Félix Guattari. Mi más caluroso reconocimiento a los autores/as y traductores/as, puesto que sin su colaboración no hubiera sido posible la realización de este volumen.

Gracias a HakaBooks: Trini, Miguel Ángel y Montse, quienes supieron hacer honor a su nombre colectivo, mostrando en todo momento buena predisposición y mucha energía vital para que el libro saliera adelante.

Gracias Godo Chillida, que siempre ampara mis deseos para que sean productivos y no dejen de maquinar. Mi gratitud a Nilda Di Giacomo y Mario Berti (mis padres) por enseñarme a nunca bajar los brazos y a cruzar todas las orillas.

ÍNDICE

Introducción: El imaginario Guattari

Guattari no cesa de proliferar…

Suely Rolnik

El pensamiento desde la frontera: de Tosquelles a Guattari

Esquizo Barcelona

Deseo, micropolítica y ecosofía

Gabriela Berti

Las máquinas de escritura

Anne Querrien

Travesía y caosmosis

Peter Pál Pelbart

Esquizoanálisis: Un proyecto incompleto

Ian Buchanan

Para leer El Antiedipo

Miguel Morey Farré

Deseo y pánico. Antiedipo y Caosmosis

Franco Berardi

Félix Guattari: El talento y el coraje

Gregorio Franklin Braremblitt

La clínica de Guattari y los post-guattarianos

Osvaldo Saidón

Devenir cyborg, era postmediática y máquinas tecnopolíticas.Guattari en la sociedad red

Javier Toret Medina - José Pérez de Lama

Sensibilidades que experimentan en la ciudad neoliberal

Grupo Nanopolítics

Grupo-virus y experiencia institucional en un centro de protección de menores

Grupo de los Lunes

El esquizodrama en la clínica grupal

Alfonso Lans y Marcello Leggiadro

Cast in eternal circumstances from the depths of a shipwreck

preque ruines

 

Introducción: El imaginario Guattari

Gabriela Berti

 

En una entrevista realizada a Guattari en un viaje a San Pablo (Brasil) en 1982, le preguntaron: “¿Quién es Félix Guattari?”. Sin más, él respondió: “Soy francés, trabajo hace mucho tiempo en el campo de la psiquiatría, soy psicoanalista y dirijo una clínica psiquiátrica a 120 km de París. No trabajo en la Universidad, y no me gusta, ni tengo vocación para eso. Desde la adolescencia me interesé por los movimientos sociales, por los movimiento militantes. Y siempre continué interesado, lo que puede ser un trazo de infantilidad, de inmadurez, ya que generalmente estas cosas cesan a una cierta edad.”1

Las fechas asociadas a la identidad dicen que Pierre Félix Guattari nació un 30 de marzo de 1930 en Oisy, y que murió en La Borde el viernes 28 de agosto de 1992 (con sólo 62 años de edad). Creció en el seno de una familia burguesa, primero estudió farmacia y luego filosofía, aunque no se graduó en ninguna de las dos carreras; también fue miembro de la Escuela Freudiana y alumno de Lacan. Para algunos era Pierre, para otros simplemente Félix, pero a veces firmaba bajo el pseudónimo de Claude Arrieux. Militante todo terreno, Guattari fue parte activa de los Albergues para la Juventud, se enroló en las filas del Partido Comunista francés (PCF) e Internacionalista (PCI), estableció lazos con los trotskistas, se involucró con los movimientos libertarios de su época, con la resistencia de la Guerra de Argelia y el Mayo francés del 68, las autonomías italianas, fundó varios grupos: OSARLA (Organisation de solidarité avec la révolution latino-américane) CERFI (Centre d’etudes et de recherches de formation institutionelles), FGERI (Federación de Grupos de Estudio y de Investigaciones Institucionales), CINEL (Comité d’initiative pour de nouveaux espaces de liberté), y además se unió a las causas ecologistas.

Días después de su desaparición, uno los obituarios de un diario francés titulaba la noticia: “Felix, la vie rhizome2 señalando, como vemos, su destreza para moverse por múltiples espacios y para hacerlos proliferar: filosofía, psicoanálisis, psiquiatría, antipsiquiatría, esquizoanálisis, movimientos de izquierda, artes, etc. No obstante parece que ese titular no hacía referencia a la posibilidad de que el rizoma guattariano siguiera creciendo varias décadas después del adiós.

Ciertas existencias no se agotan en la descripción de un retrato que nos ofrezca una identidad, sino que tienen la capacidad de seguir resonando bajo la forma de ideas, de praxis políticas, de modalidades estéticas, etc. Como el mismo autor decía al inicio de Caosmosis, la subjetividad siempre es plural, polifónica. Y ese parece ser el caso de Félix Guattari, ya que los ecos de sus múltiples voces se siguen oyendo y creando otras nuevas. Sin embargo el rumor guattariano no se limita al fenómeno de una repetición lejana que nos trae el recuerdo de un ruido desvaneciente, antes bien se trata de la forma en que esos sonidos nos atraviesan y se propagan: rebotados, distorsionados, mezclados, fundidos, divergentes…

Tal vez ese rumor sea como el ritornelo que tantas veces mencionaron Deleuze y Guattari. Un leimotiv, que funciona como un indicativo sonoro y nos sumerge en un estado, una cierta atmósfera de regocijo y agitación. Guattari como un ritornelo que cataliza la entrada en un universo que se escapa a la ceñida delimitación espacio temporal de una lista de fechas, lugares o títulos. Con su ritornelo el tiempo deja de ser un dato exterior y se convierte en un foco de intensidad móvil.

El pensamiento de Guattari posicionó su perspectiva desde el punto de vista del devenir antes que en la conservación, tal vez por ello se lo tachó como un hombre hábil para la “desorganización sistemática”.3 Reterritorialización, flujo (maquínico, rizomático, comunicativo, etc.), multiplicación y multiplicidad, junto a tantos otros conceptos, refuerzan esta idea. Por este motivo intentar pensar a Guattari, pensar con Guattari, imaginarlo o volverlo parte del imaginario de una época, nos invita a un paseo errático. Con todo, esta desorganización, la falta de un sistema cerrado o el nomadismo, no son una insuficiencia intelectual sino uno de los principales potenciales del legado guattariano.

Sobre este libro

Precisamente es en el sentido del devenir que se desarrolla este libro. Cómo aconteció, cómo prolifera, cómo se construyen vectores de resingularización de la máquina Guattari. Es un libro sobre el arte de conjugar a Guattari, una forma de recuperar el ritornelo guattariano para hacer otras músicas a partir de él, con él o después de él.

Es cierto que la impronta guattariana se conserva en el pensamiento contemporáneo y en diversas disciplinas actuales, pero la fuerza de sus ideas las han hecho devenir de forma heterogénea, algunas de ellas fieles a la letra, otras acrecentando su potencia de cambio y, también, forjando una caricatura absurda y estratificada de sus conceptos e ideas, repetidas y vaciadas hasta volverlas un sinsentido.

La figura de Guattari fue, en cierta manera, dejada de lado. Gilles Deleuze pasó a la historia del pensamiento contemporáneo como El Filósofo Profesional (así, con mayúsculas), mientras que Guattari gusta ser mostrado como el de la acción o el de la escritura ‘volátil’, desbordada. A veces el lado militante de Guattari hizo que algunos quisieran desguattarizar a Deleuze. Félix Guattari ejercía de filósofo pero, en rigor, no lo era, practicaba la psiquiatría aunque no era psiquiatra, incursionó en diferentes ramas de las ciencias sociales, pero en ninguna en particular. Sin duda, esto desconcierta a quienes necesitan rótulos que los orienten.

Este libro no etiqueta a Guattari, pero sí cruza distintos niveles de experiencias e ideas, que nos hablan de la vitalidad micropolítica que teje la máquina guattariana. La alfombra del mito es grande y tentadora, pero no es allí donde queremos acomodarnos las y los autores de este libro.

Presentación

A veces pasa, en el cielo oscuro unas luces se agrupan y crean una constelación… Eso es lo que ocurrió mientras se gestaba esta obra, una constelación de aniversarios y números redondos, nos permiten observar el trazado de un mapa complejo de ideas y prácticas que se alinean. Cien años del nacimiento del revolucionario catalán Francesc Toquelles, veinte años sin la presencia de Félix Guattari y cuarenta años de la aparición de uno de los libros más importantes del pensamiento contemporáneo: El Antiedipo.

Las constelaciones tienen marcos, bordes y líneas que crean límites, como las fronteras de los mapas terrestres, pero si por algo se caracteriza ésta es por haber atravesado los límites, por borrar los contornos que nos sujetan a un lugar seguro. Así, la coincidencia de un conjunto de fechas nos sirven de coartada para pensar y advertir qué sigue reverberando en nosotros, en nuestras prácticas.

Tal vez el texto que se presenta aquí sirva como un portulano de esa reverberancia, para seguir pistas que hablan de filosofía, arte y clínica, sin dejar de lado sus inseparables prácticas micropolíticas. En consecuencia el libro ofrece recorridos, diagramas o microcartografías de las ideas y praxis guattarianas, estructuradas en dos partes: “Teoriza” y “Practica”. La primera presenta una serie de ideas y argumentos, que se mueven en torno a cuestiones biográficas y teóricas vinculadas con nuestro autor o con su recepción en América Latina. La segunda dirige la atención a las experiencias de diversos grupos de distintas partes del mundo, a la forma en la que crean y desandan la economía del deseo en el campo social.

Suely Rolnik oficia de maestra de ceremonia abriendo el juego de este libro y poniendo en marcha la ‘teoría’ que caracteriza esta primera parte. Ella nos invita a ver cómo la obra de Guattari parece sufrir un proceso de esterilización o neutralización, cómo los textos del pensador francés se han convertido en un fetiche de diversos órdenes: filosófico, artístico, clínico. Debajo de sus palabras subyace la pregunta: ¿a qué viene el deseo de olvidar a Félix Guattari?

Rolnik se centra en los movimientos sociales y políticos de los años 60 y 70, a la luz de los cuales Guattari produjo buena parte de sus obras “teórico-pragmática” (como muy acertadamente ella las denomina). Así articula estas ideas con la emergencia de lo que Rolnik llama “inconsciente colonial reprimido”. Tal vez la disolución de la figura de Guattari (detrás de la de Gilles Deleuze), el acallamiento de su voz en la púlpitos de las academias, sea también consecuencia de una instrumentalización por parte del capitalismo cultural que ha producido, una vez más, el “retorno de lo reprimido”.

En el contexto del capitalismo globalizado, la figura de Guattari vuelve hacerse presente, articulando la micro y la macropolítica. Por ejemplo en los últimos movimientos sociales (la Primavera Árabe, el 15 M en España, etc.), en las acciones red producidas a través de Internet, en las prácticas artísticas críticas y de comisariado, las acciones ecológicas y de minorías (gay, queer, etc.) y el campo de la salud mental.

Procurar dar cuerpo visible y decible a los problemas de hoy convoca el retorno activo de Guattari en diferentes dominios de nuestra actualidad, incitándonos a descifrar de qué manera los dispositivos que se inventan para enfrentarlos encuentran en su obra (solo o con Deleuze) un sesgo de interpretación y acción, una ética de la existencia que alimenta y fortalece su búsqueda, haciendo que Guattari no cese de proliferar.

De la misma forma que Suely Rolnik se cuestiona el olvido de Guattari en ciertos contextos, el artículo escrito por Esquizo Barcelona nos trae a la palestra la figura de Francesc Tosquelles (el psiquiatra y revolucionario catalán, exiliado en Francia a causa de la dictadura española), apartado en buena parte de la historia de su propia tierra. La pertinencia de hablar de Tosquelles en el presente volumen, no sólo se justifica por esta coincidencia de circunstancias sino porque fue una persona influyente en la obra y práctica de Félix Guattari (así como la de Jean Oury -otro de los mentores de Guattari-).

Conceptos como geopsiquiatría, heterogeneidad, libertad de circulación o psicoterapia institucional, son ideas claves en la obra y praxis de Tosquelles que repercutieron en Guattari hasta el final de sus días. En este sentido, tanto en sus primeras obras (como Psicoanálisis y Transversalidad) así como en las últimas (por ejemplo De Leros á La Borde), Félix Guattari no cesa de reconocer su admiración por el legado de Francesc Tosquelles. Esto es lo que Miriam Sol, Sandra Forcadell, Lucía Serra y yo misma, como autoras de este artículo, hemos querido recuperar.

El siguiente texto (de mi autoría) se mueve por diferentes obras de Félix Guattari en solitario o junto a Gilles Deleuze. La lectura de todas ellas se centra en el tema del deseo, en sus posibilidades productivas, creativas y en la manera en la que teje una trama múltiple con otros conceptos. El desarrollo guattariano de la cuestión del deseo, representa una ruptura con el abordaje hecho por la filosofía pero, principalmente, la brecha se abre en relación a Sigmund Freud, el freudo-marxismo y Jacques Lacan, cuyas ideas tienen un fuerte arraigo en la noción de sujeto (individualidad, ego, yo, pulsiones, etc.).

Guattari se aproxima a una formulación de las producciones subjetivas en su contexto capitalista, social, comunitario, etc., focalizando el terreno de lo político en las formaciones colectivas y en el marco de la producción del deseo (no de la carencia). La forma en la que se ensamblan las producciones, origina una economía del deseo: una “máquina” que es el motor de los cambios (nunca de evoluciones). No obstante, las potencias de ensamblaje del deseo no son fuerzas utópicas, capaces de erigir un universo por sí mismas y tampoco una fórmula redentora. Ellas producen lo real: toda la producción deseante no es más que la producción social. Esto equivale a decir que el campo social está recorrido por el deseo sin mediaciones psíquicas. Ese deseo que crece en el campo social es la micropolítica (término acuñado por Guattari, pero siempre atribuido a Foucault).

Posicionarse desde la perspectiva de las micropolíticas, lleva el centro de atención hacia las potencias colectivas capaces de hacerse cargo de la vida ordinaria y de los deseos, en todos los segmentos del socius. En este sentido la economía del deseo, la micropolítica y las emergencias de cambio social, son instancias completamente inherentes. Las producciones creativas en el campo de los ensamblajes de deseo (micropolítica), nos acercan a un nuevo tipo de conocimiento propuesto por Guattari en sus últimas obras: la ecosofía. Ésta expresa nuevos compromisos medioambientales, subjetivos y sociales, reconceptualizando lo que se había presentado de manera disgregada.

Anne Querrien es autora del artículo “Las máquinas de escritura”. Conoció a Guattari en 1965 y trabajaron juntos durante muchos años. A través de ese vínculo, Anne Querrien reconstruye diversos procesos de escritura que fueron atravesando los movimientos sociales de la época y en los que participaron ella misma y Félix Guattari.

Un concepto clave de su texto es el de agenciamiento colectivo de enunciación, analizado en los movimientos de mujeres, homosexuales, militantes, etc. Esta forma de agenciamiento fue cobrando muchas dimensiones en proyectos como la revista Recherches, creada por Félix Guattari en 1965, y en 1967 transformada en la revista del CERFI (Centre d’études, recherches et formations institutionnelles); en las revistas Multitudes y Chimères, nacidas de la vena de Guattari después del declive del CERFI. De esta forma se observan diferentes momentos, el de una máquina de escritura institucional o funcional (en el caso de CERFI), y el paso hacia un máquina de escritura que produce un mundo más allá de sí misma y de cualquier individuo que pueda acelerar o disparar sus transformaciones.

Querrien presenta las máquinas de escritura no en términos de saber, sino como el modo en que se asocian las ideas. Estas máquinas son máquinas de creación ya que no necesitan de la verdad como referencia externa, no reproducen. Las máquinas de escritura buscan y encuentran intensidades incompatibles, forjan imágenes improbables, y se diferencian de las máquinas de escritura funcional porque estas últimas responden a la demanda social. Así la escritura funciona como un dispositivo de conexión social, de captura por arrastre; es como un centro de gravedad. Por eso Anne Querrien concluye que sin desgarrar el cuerpo de la escritura, el pensamiento no puede confrontarse consigo mismo y entender la diferencia que lo impulsa.

Peter Pál Pelbart nos introduce de pleno en la experiencia teatral y existencial, llevada adelante por Companhia Teatral Ueinzz (asentada en San Pablo, Brasil). Inspirados en la obra de Félix Guattari, el acto artístico se transforma en resistencia en tanto y en cuanto potencia la transversalidad (entre la acción molecular de ruptura, composición en un dominio específico y el exterior).

A través del relato de un viaje a Finlandia con el grupo de teatro, y del rodaje reciente de un film llamado Kafkamachine, basado en un guión escrito por Félix Guattari en torno a Kafka, Peter Pál Pelbart cruza reflexiones experienciales y conceptos guattarianos. De esta manera, y escapando a cualquier lógica- espectáculo o de lo políticamente correcto, vemos un conjunto de gestos de resistencia micropolítica, con sus prácticas, su afectividad, sus formaciones subjetivas, sus signos disidentes con relación a las investiduras libidinales y modos de subjetivación dominantes, que nos acercan a la reflexión sobre la obra y praxis guattariana.

La pregunta que late en este artículo ronda en torno a la creatividad ¿Tiene sentido ‘hacer arte’ en un mundo sobresaturado? No hay una respuesta palmaria, pero sí un camino que nos muestra que no se trata de presentar a los artistas como los revolucionarios, sino de pensar las condiciones de creación en un sentido vasto. El autor señala que en un mundo sin afuera, lo que necesitamos es sumergirnos en la brecha de la caosmosis, como condición ontológica de toda existencia.

Ian Buchanan intitula al esquizoanálisis como un proyecto incompleto. No hay un modelo ni una fórmula propedéutica que nos diga cómo se debe aplicar. Ello no significa que sea impracticable e incoherente, como a muchos de sus detractores les gusta remarcar. Por una parte esta incompletitud se señala en el hecho de que Deleuze y Guattari (juntos o por separado) no dedicaron ninguna obra completa a esta cuestión. La conclusión de El Antiedipo defiende una falta de un modelo o programa a seguir, bajo el argumento de que el esquizoanálisis no es una forma de tratar alguien (terapia). Para Deleuze y Guattari se trata de una revolución sin nombre o identidad o, incluso, sin un objetivo determinado; es un instrumento para “liberarnos” a nosotros mismos.

Vinculada a la cuestión del esquizoanálisis vuelve a emerger la controversia sobre la porción territorial que le corresponde a Guattari (que ejercía como psicoanalista) y la que sería propia de Deleuze (como teórico o filósofo). Buchanan apunta a través de varios ejemplos clarificadores, que Guattari no era puramente práctico en su contribución al desarrollo esquizoanalítico o, en todo caso, no era más de lo que Deleuze era en la filosofía.

Posteriormente el texto nos lleva a entender las diferencias entre esquizoanálisis y psicoanálisis; el esclarecimiento de las divergencias permite ver un segundo sentido para la incompletitud del esquizoanálisis. El esquizoanálisis ofrece un sistema descriptivo extremadamente ágil y práctico, es una pragmática que apunta al análisis de los sistemas de funcionamiento (del inconsciente, del capitalismo), pero carece de un aparato explicatorio como lo tiene el psicoanálisis. Estas ideas llevan al autor a referirse a las diferencias entre lo actual y lo virtual para seguir adentrándose en el esquizonálisis, tomando esos conceptos en un sentido psicológico (no ontológico o metafísico). Este es un paso necesario en el proceso porque nos acerca a la macro-estructura de su proyecto, y permite resolver las dificultades de decidir cómo interpretar algunos conceptos de apariencia excéntricos, tales como el cuerpo sin órganos. Contrariamente a lo que ciertos autores sostienen, para Buchanan estas ideas no presentan una nueva ontología ni una nueva política, más bien, lo que se nos ofrece es una nueva topografía de la psique.

La aparición del presente libro no sólo coincide con el aniversario de la desaparición de Félix Guattari, sino que además se cumplen 40 años desde la publicación de El Antiedipo en 1972, un bestseller filosófico pero fundamentalmente un libro que socavó muchas ideas. Por ello hemos querido dedicar un espacio especial a repensar esta obra.

Miguel Morey (experto en esta obra) hace una interesante lectura de El Antiedipo, cruzada por los acontecimientos sociales y políticos de los años 60 y posteriores. Abriendo ahora de nuevo este libro y reviviendo los gestos de esas décadas convulsas, Morey insiste en que ese libro no deja de recordamos que la historia puede ser algo diferente de la que insisten en que nos contemos.

Retomando la pregunta de Foucault sobre qué hay que hacer para no convertirse en fascista incluso cuando uno cree ser un militante revolucionario, nos invita a pensar de qué forma Deleuze y Guattari fueron capaces de mostrarnos la huellas más profundas del fascismo, tatuadas en nuestros propios cuerpos. Se abre así una interpelación directa que nos lleva a reflexionar cómo desembarazar del fascismo los discursos, actos e incluso nuestros placeres. Esto trae la atención hacia las formas en las que el deseo se produce y reproduce en nosotros. El esquizoanálisis acude justo al espacio de esta cuestión, puesto que pretende repetir en el ámbito no ya de la consciencia sino del inconsciente el gesto copernicano de la crítica, mediante el cual se abre un punto capital dentro del pensamiento contemporáneo. El esquizoanálisis deja al descubierto el vacío del psicoanálisis en el estudio específico de la lógica del deseo, preocupado por sancionar el modo cómo el deseo es capturado por un sistema de represión social: el capitalismo.

Morey muestra cómo el psicoanálisis, desde la perspectiva de El Antiedipo, queda ligado a un inconsciente formado por la represión social capitalista, al que declara universal. En este sentido, la cura psicoanalítica es sólo la integración en el sistema represivo, prestándole un estatuto teórico fundamental a la persona, el Yo, la familia, etc., que no son en realidad sino aplicaciones de un máquina social: funciones derivadas de cantidades abstractas (axiomática del capital), subconjuntos a los que se aplica el conjunto del campo social.

Franco ‘Bifo’ Berardi sigue la pista abierta por El Antiedipo. Capitalismo y esquizofrenia, ofreciendo una relectura (40 años después de su aparición), vinculada con Caosmosis (una de las últimas obras de Guattari), con el propósito de observar una nueva perspectiva desde la cual ver en qué se han convertido, tras este tiempo, el capitalismo y la esquizofrenia. En ambos casos la cuestión parece girar en torno a la subjetividad, ¿cómo producirla, enriquecerla, reinventarla de forma tal que sea armonizable con un universo de valores mutantes? Es preciso redefinir del marco conceptual si se quiere reinventar la subjetividad, aunque no se trata de protegerla o aislarla de los cambios.

El contexto en el cual fueron escritos los libros indicados, actualmente ha cambiado. Estamos inmersos en un conjunto de nuevos fenómenos, que el esquizoanálisis y la autonomía anhelada desde los años 70 no habían contemplado. La época de las redes, la intensidad del flujo semiótico pone en movimiento circuitos de aceleración que hacen que el organismo consciente y sensible que hoy produce la subjetividad, reaccione en forma de pánico rompiendo la sintonía entre el cuerpo y el espíritu. Estamos, dice Bifo, en la época del Semiocapitalismo, donde la relación entre los procesos de producción e inconsciente se convierten algo inmediato y complejo (mucho más que en la época industrial).

La salida no está en una vuelta hacia el orden moral, sino en acercarnos a las caoideas. Éstas son es una especie de multiplicador, que funcionan como un vehículo de resintonización, para encontrar un ritmo que no sea el del espasmo semiocapitalista. Trazar una cartografía ecosófica no para significar o comunicar, sino para producir accesorios de enunciación que capten los puntos de singularidad en cada situación. Así imaginar, producir signos de forma creativa, es una manera de cartografiar las regiones próximas; no es sólo hoy, a veinte años de distancia de Caosmosis, sino también a cuarenta años desde la publicación de El Antiedipo.

Los ecos de Guattari no sólo reverberaron en Europa, también lo hicieron en América, principalmente en Brasil, Argentina y Uruguay. Guattari jugó un papel activo en los nuevos movimientos sociales de esos países en los años 70 y 80. Gregorio Baremblitt fue uno de los motores que contribuyó a la recepción, difusión y adopción de las ideas y praxis del esquizoanálisis en Argentina, Uruguay, Brasil y otros varios países de Latinoamérica. Para los dispositivos que fundó con diversos colaboradores, el abordaje, la lectura y el uso de la obra de Deleuze y Guattari, es sinónimo de esquizoanálisis.

El Antiedipo y Mil mesetas, fueron libros claves en América Latina ya que caracterizaban una potencia revolucionaria. Además, a partir de esos textos Baremblitt elaboró una modalidad de nomadopraxis llamada: esquizodrama. Una manera sui generis de leer esas obras y de trabajar en un espectro amplio (individuos, grupos, organizaciones, movimientos y redes), pero también de registrar, expresar y compartir ideas, conjugando diversos géneros y prácticas, (filosóficas, científicas, artísticas, mitológicas y hasta delirantes). Esta vocación polívoca privilegia una vertiente micropolítica y una fuerte inclinación militante, que se conjuga con el exilio de muchas personas, en el contexto histórico de las férreas dictaduras de América Latina.

Baremblitt reconstruye parte de la historia del esquizoanálisis, la recepción de las obras de Guattari y Deleuze en el cono sur del continente americano. A partir de los años 70, los que se empaparon del tema eran algunos intelectuales semi-clandestinos, pequeños grupos que conservaban la tradición subversiva, ciertos profesionales del área ‘psi’ y artistas, en especial, del campo teatral de Buenos Aires. Por medio de focos personales o grupales, con escasas publicaciones, eventos de intercambio y con contadas intervenciones en programas políticos o del tercer sector, las ideas comenzaron a proliferar. Hoy el estudio, la aplicación y la militancia de las obras de Deleuze y Guattari han ganado seguidores y agentes de diversos campos, que conviven con la hegemonía de la psiquiatría clásica y el psicoanálisis ortodoxo.

Osvaldo Saidón también trae al presente la recepción de la obra de Guattari (con y sin Deleuze) en Argentina, los cambios en las prácticas y el impacto que ésta tuvo en el campo psi. Saidón se plantea una serie de preguntas que direccionan el contenido de su artículo: ¿Cómo hacer una política de salud mental basada en la concepción guattariana? ¿Cómo dejar que un pensamiento del devenir suceda? ¿Cómo hacer que un aire fresco, una brisa de cierto espinosismo pase por las sesiones? ¿Cómo producir un relato en la sesión que se vuelva más que comprensible, interesante; más que verdadero, encantador? Las respuestas a estas preguntas nos invitan a buscar caminos estéticos, antes que moralmente adaptados, recreando el lugar de la multiplicación del deseo de crear, donde domine el ‘paradigma estético.’

Por otra parte, en el campo de los derechos humanos en Latinoamérica han sido especialmente estudiadas y debatidas las tesis de Félix Guattari, en relación a temas de salud mental, temas jurídicos y ético-filosóficos. El relato de la colaboración del autor con la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo y la creación de la revista Esquizoanálisis (de la misma organización), son ilustrativos del impacto del pensamiento guattariano. La necesidad de pensar de otro modo, planteada por Guattari, fue posibilitada por un estilo de resistencia y lucha que encarnaron las Madres de la Plaza, que contagió y propició un modo de considerar la salud y de trabajar clínicamente, sin someterse a los relatos consolidados en el campo psi.

A partir de las ideas y praxis guattarianas, Osvaldo Saidón plantea construir una clínica de lo contemporáneo que se ocupe de la subjetividad social dando cuenta de los nuevos malestares, así como de las psicopatologías sociales que impusieron la impunidad, el terror de las dictaduras militares y la complicidad civil de los años 70. La atención a testigos y víctimas del terrorismo de Estado, el trabajo con los sobrevivientes de la guerra de las Malvinas, fueron parte del desafío al que, años después, se sumó la crisis del año 2001 de Argentina.

La segunda parte del libro lleva por título “Practica” y está conformada por una serie de experiencias, asentadas en diferentes lugares del mundo (Málaga, Barcelona, Sevilla; París y Montevideo). Todas ellas ponen en práctica y nos convocan a practicar las ideas y experiencias guattarianas. Así podemos ver cómo se articulan distintas praxis que en el campo de la psicología y la educación psicosocial; en las artes; los movimientos sociales, el esquizodrama, etc.

Nanopolitics relata su experiencia como grupo, formado en Londres en el año 2010, poco antes de las luchas británicas más recientes: movimientos estudiantiles, huelgas del sector público, campañas contra la austeridad, insurrección de los suburbios, movimiento Occupy, recortes sociales, un Estado policial total, etc. El nombre del grupo sale de un experimento en torno a cómo pensar la política desde, con y a través del cuerpo (y viceversa). Lo ‘nano’ de la política se relaciona con la dimensión de las sensibilidades y movimientos, aquello que sucede en el ‘entre’ (hablantes, escritores, ordenadores, entre las pieles, etc.). La distinción entre molecular y molar, entre micro y macro, es en cierta medida la base del pensamiento del grupo en torno a lo nano, mientras que esta última idea está referida a las operaciones de lo infinitamente pequeño que nos convocan y reúnen en tanto cuerpos. En lo que respecta a los movimientos se refieren a los cuerpos individuales y colectivos, a la materia con la están hechos los movimientos ‘sociales’.

El grupo se pregunta ¿Cómo podemos encontrar otras maneras de movernos, relacionarnos en y a través de diferentes espacios? ¿Cómo nos componemos de forma encarnada en el marco de situaciones políticas y conflictivas? Las personas que conforman este colectivo parten de la idea de que los cuerpos son dispositivos claves, tanto composicionales como sensitivos. Trabajando con cuerpos y con lo que los rodea, se acercan y empatizan con la sensibilidad guattariana sobre la producción de ensamblajes que promueven nuevas subjetividades. Sus acciones no tienen una metodología fija, sino que las desarrollan a través de lo que consideran conocimientos emergentes en torno a prácticas corpo-lúdico-colectivas. Talleres, cenas, derivas, demostraciones, flashmobs, discusiones, caminar con los ojos cerrados, cantar y otras intervenciones, son válidas. Todas estas acciones funcionan como lo que Guattari llamaría un agenciamiento de enunciación colectiva: colectiva no en el sentido de que es producida por un nosotros, sino en la medida en que tiene un impacto sobre una pluralidad de cosas.

El Grupo de los Lunes, inicia su andadura durante el año 2001, en Málaga en el Centro Social-Casa de Iniciativas. Unidos por un objetivo común: la lectura de El Antiedipo, este grupo funciona como una banda de alianzas múltiples en la que sus miembros entran y salen, buscando puntos de rizomatización a través del trabajo común de lecturas vinculadas son la obra de Félix Guattari y Gilles Deleuze.

Una de las actividades más intensas que llevaron adelante entre los años 2002-2005, es la reestructuración y transformación institucional de un centro de protección de menores (de 0 a 17 años), al que llamaron TAZ (Zona Temporalmente Autónoma). Esta tarea fue realizada nutriéndose de las ideas y praxis deleuziano-guattarianas. Un ejemplo de su filosofía la encontramos en la forma en la que supieron pasar de una estructuración temporo-espacial rígida, sobreestratificada, con reglamentos y componentes autoritarios, hacia su ‘alisamiento’ y reconfiguración.

La labor del Grupo de los Lunes de Málaga, nos pone al alcance un claro trabajo de micropolítica institucional y transversalidad, enmarcado en las tres ecologías propuestas por Guattari (mental, social y medioambiental), y en una forma de organización inmanente. La creación de prácticas innovadoras, la proliferación de experiencias alternativas, centradas en el respeto a la singularidad y en la producción de subjetividad (siguiendo algunas de las máximas guattarianas), quedan bien ilustradas en “Grupo-virus y experiencia institucional en un centro de protección de menores”

Ya desde el mismo título “El esquizodrama en la clínica grupal”, Alfonso Lans y Marcello Leggiadro nos dan las pistas principales sobre las que girarán sus argumentos. Su práctica está vinculada al Centro Félix Guattari de Montevideo (Uruguay). El Centro se fundó en el año 2000, convocado por un pequeño grupo de docentes de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República, que necesitaban un punto de encuentro y producción que no estuviera encerrado en el universo académico. Este espacio les permitió desarrollar una lucha antimanicomial, promoviendo las herramientas del esquizoanálisis, a efectos de producir nuevos modos de intervención y análisis. En la actualidad el colectivo trabaja, estudia y sostiene una clínica social autogestiva llamada Dr. Gregorio Baremblitt, además de ocuparse de personas esquizofrénicas en el Hospital Psiquiátrico Vilardebó, facilitando espacios esquizoanalíticos y esquizodramáticos con pacientes y familiares.

Partiendo de las experiencia del Centro Félix Guattari, el texto concentraliza su desarrollo en el campo del esquizodrama. Éste es un agenciamiento clínico basado en el esquizoanálisis, que toma propuestas filosóficas conectadas (nociones de los presocráticos, la ética de Spinoza, la monadología de Leibniz, el vitalismo materialista de Bergson o las ideas de Nietzsche). También se vincula con prácticas artísticas, en especial la estética de Antonin Artaud, del mismo modo que con postulaciones científicas. Algunas transcripciones de las sesiones realizadas en el Centro Félix Guattari, ofrecen pistas para comprender la dimensión práctica y las aplicaciones de las ideas guattarianas. Al mismo tiempo que se puede observar su potencia, en tanto capacidad para conectarse con otras prácticas y teorías, pero además como potencias para producir cambios subjetivos y sociales.

Javier Toret y José Pérez de Lama traen a la palestra el costado más militante de Félix Guattari y cruzándolo con una serie de movimientos sociales y políticos contemporáneos, que nos invitan a respirar el clima social, explorar nuevos diagramas de porvenir y geografías del deseo en gestación.

Por medio de conceptos como era postmediática, servidumbre maquínica y generación post-alfa o filum maquínico, los autores atienden a cuestiones claves para vislumbrar las posibilidades emancipatorias de la relación entre tecnologías y liberación de la subjetividad. De esta forma entienden que Guattari intuyó una mutación clave en las máquinas de comunicación y en las relaciones sociales que éstas conllevan, indicando que estamos en la era postmediática y mostrando que las máquinas deseantes multitudinarias pueden apropiarse de medios masivos para la auto-organización social y política, a través de distintas máquinas técnicas. Si la innovación tecnopolítica se produce en el encuentro inédito de la innovación tecnológica y la innovación política, entonces la pregunta es ¿Qué pueden cuerpos y cerebros sincronizados en red por afinidad y objetivos? La respuesta nos muestra que los terrenos de la invención tecnopolitica están abiertos, y los acontecimientos del 15 Mayo 2011 en España (15M), son un buen ejemplo de la emergencia de tecnopolítica de la multitud conectada, del sistema red emergente.

El artículo del colectivo francés presque ruines cifra sus orígenes en torno a al proyecto Kafkamachine del grupo finlandés Mollecular Organization, realizado a partir de las notas de Félix Guattari de los años 80: ‘Proyecto para un film de Kafka’. El grupo de trabajo reflexiona sobre cuestiones planteadas en las obras de Kafka en relación a situaciones y afectos de precariedad, trabajo inmaterial y segmentación profesional, etc.

En diciembre de 2011 se embarcaron (literalmente) en un proyecto: navegar en el Splendour of the Seas, un crucero comercial que surcaba las aguas entre Portugal y Brasil, para filmar variaciones del viaje del personaje de América Karl Rossman y participar a la creación de una performance teatral. Una experiencia interesante en la que entran en juego ideas y proyectos guattarianos, el devenir sensible de afectos en acciones y una ética del pensamiento que se juega en el borde de los paradigmas protoestéticos.

El artículo, y también el libro, se cierra con una cartografía que da cuerpo a los afectos de la actualidad y los cruza con múltiples territorios. Estos mapas son un regalo visual y conceptual, que muestran diversas geografías de distancias y derivas, de vectores atmosféricos y corrientes marítimas, cuyas líneas de fuga se prolongan hasta los bordes. Estos mapas, tal como lo hizo Guattari, no incitan a seguir imaginando y multiplicando nuevos territorios.

Las líneas centrales del mapa de este libro quedan ya trazadas, ahora corresponde a las lectoras y lectores recorrer, dejando sus propias huellas en el relieve sinuoso de las ideas guattarianas. Esperamos que la lectura sea capaz de abrir también nuevos espacios.

Barcelona, octubre de 2012

 

 

 

 

Notas

1 Cfr. Guttari, F. y Rolnik, S.; Micropolíticas. Cartografías del deseo; Madrid; Traficantes de Sueños; 2006; trad. Gómez, F.; p. 349.

2 Cfr. Maggiore, Robert; “Felix, la vie rhizome”; Suplemento Culture; Liberation; lunes 30 de agosto de 1992; p. 31.

3 Íbid. cita anterior.