Micropoderes
Comunicación interna
para empresas con futuro
Inforpress
Primera edición en esta colección: marzo de 2013
© Núria Vilanova, 2013
© de la presente edición: Plataforma Editorial, 2013
Plataforma Editorial
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ISBN: 978-84-16429-52-3
Cubierta: Roser Chillón
Composición: Grafime
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A Ferran, por su ejemplo y sabiduría, con admiración.
Gracias por enseñarme a querer y a creer.
«En el principio era el Verbo.»
«Y dijo Dios: sea luz: y fue luz.»
Conocí a Núria Vilanova hace muchos años. Desde el primer minuto, entendí que Núria había convertido en profesión lo que para ambas es pasión: comunicar.
Las dos somos emprendedoras y nos pasamos el día correteando. Pero cada vez que nos encontramos, consciente de que su conocimiento sobre el arte de comunicar era reglado, ordenado y sistemático, y el mío, impulsivo y espontáneo, intentaba capitalizar nuestro encuentro y le preguntaba qué, cómo y cuándo comunicar. Núria sabe usar el verbo, las palabras, para hacer luz.
Este libro que está en nuestras manos permitirá que aquellos que no han tenido el lujo de conocer personalmente a Núria puedan entender la importancia y la fuerza transformadora que tiene y, también, cómo es el verbo que gobierna nuestro mundo. Y, sobre todo, cómo utilizarlo.
La palabra es poder. Y el poder significa capacidad para influir. En los tiempos antiguos, solo la cercanía al que hablaba permitía su activación. Luego llegó la palabra escrita y la lectura de la palabra, permitió que su poder se extendiera a cuantos la leyeran. Y hoy, con la revolución digital, la palabra es inmediata, ubicua; su recorrido, global; su impacto, exponencial.
Como todo poder, y siendo la movilización potencial por la palabra el mayor, puede hacer inmenso bien o inmenso mal. Palabra es comunicación. Palabra es movilización. La palabra puede ser el arma con que desencadenar guerras (Hitler) o sembrar paz (Martin Luther King). Palabra es luz… o tinieblas.
Comprendamos con la lectura de Micropoderes las enormes posibilidades que su buen uso produciría si la aplicamos en nuestras relaciones familiares, empresariales, sociales y políticas en su máximo potencial transformador. ¡Daríamos un paso de gigante!
MÓNICA ORIOL DE ICAZA
Presidenta del Círculo de Empresarios
«Micropoderes». Cuando le escuché a Núria Vilanova la expresión supe al instante que me iba a dar quebraderos de cabeza. ¿Por qué? Pues sencillamente porque comprendí que encajaba como anillo al dedo en una reflexión que me rondaba desde hace tiempo y que sitúa al profesional de la comunicación como el gestor de la transición entre los viejos y los nuevos poderes.
El gurú del management Peter Drucker decía en la primavera del año 2000 que la transformación más importante a la que estamos asistiendo no era la globalización, ni la tecnología, sino un cambio sin precedentes en la condición humana: «Por primera vez, literalmente, un número grande y creciente de personas tiene el poder de elegir. Por primera vez tendrá que autogestionarse. Y la sociedad no está preparada para eso».
Ni la sociedad ni las empresas están suficientemente preparadas para tal transformación. Por ello, la comunicación, muy particularmente la interna, tendrá que evolucionar para adaptarse a este nuevo escenario de transición en el que cada individuo podrá ejercer, y ejercerá a buen seguro, la capacidad de comunicación que la tecnología ha puesto en sus manos. La clave estará en la capacidad de los profesionales de la comunicación para extraer valor de tal caudal de información, emociones y sentimientos.
JOSÉ MANUEL VELASCO
Presidente de la Asociación de Directivos de Comunicación (Dircom)
Estamos en una nueva era. En dos artículos publicados en El País, el columnista Moisés Naim aseguraba que hoy ya no se pueden reunir dos o tres personas para solucionar la crisis del euro, ni para declarar la guerra, ni para firmar la paz.
En el mundo de las empresas tampoco los grandes gestores pueden decidir a solas un proyecto de éxito para sus compañías. Les falta información, inspiración y energía. Hoy la información, la inspiración y la energía están repartidas, son propiedad de todos y cada uno de los empleados de una compañía. Por eso, nadie manda como mandaba antes. Esto no implica que el poder desaparezca; pero sí se dispersa, repartido en una miríada de poderes capaces de obstaculizar o hacer realidad los cambios.
Los presidentes de grandes empresas ya no son lo que eran. Los poderosos son menos poderosos. Su poder ya no es absoluto. Al igual que sus colaboradores ejercen solo «micropoderes».
En este panorama, las empresas se enfrentan a tres grandes retos: globalización, ideas y cambio. Responder a ellos solo es posible si conseguimos involucrar a todas y cada una de las personas de nuestra organización.
Ningún consejero delegado, ningún presidente, puede hoy salvar a su empresa en solitario. Para lograrlo, solo hay un hilo conductor, que hace posible contestar a cada uno de estos retos: la comunicación. Porque en el nuevo entorno la comunicación se convierte en la única herramienta capaz de unir las fuerzas de los micropoderosos.
Y es que el éxito de una empresa requiere hoy la fuerza de todo su equipo. La misma fuerza que va a posibilitar que esa empresa sobreviva.